lunes, 25 de febrero de 2013

Andalucía y el debate territorial

Nunca antes, hasta la semana pasada, todos los grupos parlamentarios, salvo el mayoritario, habían coincidido en plantear en el debate sobre el estado de la nación la necesidad de introducir cambios en la Constitución, aunque los objetivos de los partidos no sean coincidentes. El presidente del Gobierno, sin embargo, se apoyó en la necesidad de la estabilidad parlamentaria para bloquear el paso a todas las peticiones de reforma constitucional.

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El portavoz del PP, Alfonso Alonso, ironizó con el hecho de que estas propuestas de los diferentes grupos marchen en sentidos contrarios: “Unos para federalizar España, otros para refundarla y algunos directamente para disolverla”.

De cualquier manera, más allá de cualquier otro argumento y de este serio sentido del humor, el debate está y seguirá estando abierto. De hecho, mañana mismo el PSOE someterá a votación su propuesta de Estado Federal. Hay argumentos de peso. Los jóvenes no han votado la Constitución, ni los no tan jóvenes. Es decir, dos de cada tres españoles.

Además, el modelo territorial no existe en la Constitución. El Estado de las autonomías se ha desarrollado a través de los diferentes estatutos de autonomía, de forma bilateral. Constitucionalizar el modelo territorial evitaría conflictos de competencias y de financiación. A fin de cuentas, se trataría de dar estabilidad y crear un marco de encuentro permanente entre Estado y comunidades en el Senado. Con esta medida, se evitaría que muchos conflictos terminen, como terminan, desembocando en recursos ante el Tribunal Constitucional.

Parece a todas luces necesario avanzar en la descentralización efectiva del Estado para que España, también a nivel de comunicaciones, sea una malla y no sea radial. Hoy, aunque el 70% de la población del país vive en la periferia, ninguna de las grandes autovías que comunican la periferia está terminada. Y tampoco Sevilla y Valencia, la tercera y cuarta ciudad de España, están comunicadas por autovía.

El modelo federal podría ser la herramienta más útil para un desenlace final del modelo autonómico. Se trataría ahora de pasar de la fase de construcción a otra de cooperación institucional que desemboque en un modelo federal capaz de garantizar la igualdad en la diversidad de todos los ciudadanos de este país, el respeto a las singularidades y el refuerzo de líneas de actuación conjuntas con el objetivo compartido de crecimiento del empleo y la consolidación de nuestro modelo de bienestar social.

De entre los problemas históricos de los que España nunca ha logrado un consenso unánime, el territorial ha destacado siempre como uno de los primeros. En los últimos años, amenazados por una crisis que nunca agoniza, a los ciudadanos les cae sobre sus conciencias esa lluvia incesante de granizos de que este país no funciona: como el derroche económico de unas comunidades autónomas cargadas de funcionarios sin funciones, de empresas públicas infladas de humo, y castradas por las subvenciones indiscriminadas y los chanchullos que crecen como la mala hierba.

La verdad es que este discurso tremendista sobre nuestro sistema territorial se desarrolló con mayor virulencia cuando el PP habitaba en la oposición y su ámbito de poder territorial reducía su mapa considerablemente. Hoy, sin embargo, cuando su vara de mando gestiona tantas instituciones autonómicas su discurso ya no acusa indiscriminadamente a todas las comunidades autónomas, sino solo a Cataluña, Andalucía o Canarias.

Pese a todo, es obvio que se han cometido errores y disfunciones, a veces incluso graves, que persisten en nuestro sistema autonómico y que habría que ir abordando de lleno. Oteado el horizonte, las posiciones son marcadamente diferentes: separatismo catalán y vasco, federalismo socialista y atenerse a la Constitución por parte de los populares.

En consecuencia, no se dan condiciones para un debate constructivo. El gobierno ha encapsulado el problema y solo está atento al caso catalán y a la cuestión vasca. Pero el debate sigue abierto y seguirá hasta que se asuma definitivamente como un asunto inaplazable.

Y cuando esto suceda, Andalucía deberá ser de nuevo un elemento imprescindible y protagonista en el debate, como ya lo fue en los años setenta. Es más, si no ocurriera así, y Andalucía no ocupara ese papel de primera fila, el modelo territorial que se alcance mañana se parecerá muy poco a ese otro que nos ha dado los años de bienestar más largos de nuestra historia. En otras palabras, Andalucía debe seguir unida a la palabra autonomía, como elemento definitivamente vertebrador en este modelo territorial que ya comienza a dibujarse en España.

El papel que Andalucía debe ocupar en el futuro estado de las autonomías es el tema que hoy nos reúne aquí. Un año más, la Cadena SER y el grupo de investigación al que represento, queremos abrir un debate tan actual en el que ustedes pueden y deben participar.

Entre otros temas, abordaremos el desafío tecnológico del mundo digital y las redes sociales en Andalucía; los retos y el futuro de nuestras Diputaciones y nuestros ayuntamientos; el futuro de Andalucía según el prisma de los políticos; la presencia de andaluces por el mundo; y la cultura como hecho diferencial en el debate andaluz y la aportación de nuestra comunidad al panorama artístico español y mundial, así como las nuevas fórmulas musicales.

Periodistas como Montserrat Domínguez o Mar Barrera, cantantes como Hugo Salazar o David de María, escritores como Antonio Rodríguez Almodóvar, o directores de cine como Alberto Rodríguez, estarán hoy con nosotros para abrir un debate que espero les sea sugerente y enriquecedor.

Escuchen, pregunten, duden, saquen sus propias conclusiones. En definitiva, aprovechen el día. Pero, sobre todo, no se olviden de ser felices.

Intervención en el acto de inauguración de la jornada “Andalucía ante el debate territorial”
celebrada en la Facultad de Comunicación de Sevilla el 25 de febrero de 2013

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