miércoles, 13 de febrero de 2013

Jesús Carrasco: “Me he ido al campo porque yo soy de pueblo”

Ha sorprendido a público y crítica con su primera novela, Intemperie. Jesús Carrasco nació en Badajoz en 1972 y en 2005 se trasladó a Sevilla, donde vive. Desde 1996 trabaja como redactor publicitario, actividad que compagina con la escritura. Su debut en el panorama literario internacional ha causado sorpresa. De hecho, antes de su publicación en España, esta novela se ha editado en trece países. El relato es duro y lírico a la vez, de léxico rico y donde la naturaleza no solo es el escenario de fondo.

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FOTO: MIGUEL ÁNGEL LEÓN

—Ha entrado en el mundo de la literatura como el elefante en una cacharrería. ¿Le sorprende haber levantado tanta expectación?

—Pues estoy muy flaco para parecer un elefante. La verdad. No siento yo este escándalo que he formado. Me parece que le está pasando a otro.

—Trece países compraron los derechos de la obra en la Feria de Franckfurt, cuando no se había publicado aún en nuestro país. ¿Qué vieron en su libro?

—Me imagino que una historia humana y, como tal, puede resonar en cualquier persona de cualquier lugar.

Intemperie es un western ibérico. ¿No es demasiado arriesgada esta calificación?

—No es algo que yo haya dicho. Lo han dicho por mí. Bueno, puedo creérmelo o no. En todo caso, western es un esquema que podría servir.

—En el paisaje y en el modo de tratarlo recuerda a Delibes y en su aspecto más poético nos retrotrae a Cormac McCarthy. ¿Son sus referencias más cercanas?

—McCarthy, sí. Delibes, no tanto. A Delibes lo siento más cercano como observador del paisaje que como escritor. Aunque entiendo que haya un paralelismo porque los dos tratamos en este caso el mundo rural. Aunque él es mucho más prolijo que yo en el lenguaje.

Intemperie gira en torno a la idea de la dignidad. ¿Venderá muchos libros en un país donde cada día desayunamos con Bárcenas, Urdangarin y otros del mismo club?

—Pues quizás por eso, por ser algo que va a la contra en ese sentido. Pero, vamos, no sé si yo puedo aspirar a tanto.

—Cuando vivía en el barrio madrileño de Lavapiés leía mucha novela urbana. Sin embargo, a la hora de escribir, optó por el campo.

—Me he ido al campo porque yo soy de pueblo, y he escrito la única novela que podía escribir, que era rural.

—Sorprende su lenguaje rico y contenido. ¿Su trabajo como redactor publicitario le ayudó a poner los puntos sobre las íes?

—Por supuesto. Una semana para escribir una frase, un titular. En fin, me ha enseñado.

—“Un Delibes a la americana que arrasa con su primera novela”. ¿Comparte esa opinión?

(Ríe). No. Ni Delibes, como te decía. Si acaso, a la americana. He leído muchos escritores norteamericanos. Y que arrase, habrá que esperar un poco.

—Siete años le llevó escribir el manuscrito. ¿Le gusta jugar con las palabras o, como decía Borges, publica para no estar siempre corrigiendo?

—Las dos cosas. Podría estar corrigiendo eternamente. Pero hay un momento en que hay que parar.

—Se documentó para escribir el libro y se entrevistó con pastores y cabreros. ¿La modernidad aún no acabó con el oficio?

—Los cabreros que he conocido ya son cabreros jubilados. O sea, tienen cabritas para hacerse su queso. No he conocido pastores que vivan, digamos, muy bien de la ganadería.

—Algunas productoras han mostrado interés en comprar los derechos para llevar esta historia al cine. ¿Hay algo cerrado?

—No. Estamos en la fase de primeros contactos con interesados. Nada más.

—Después de Intemperie, ¿volverá a la ciudad o no abandona el mundo rural?

—Tengo otra novela entre manos que también se desarrolla en el mundo rural, pero con otros matices.

Publicado en el diario Córdoba el 4 de febrero de 2013

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