lunes, 13 de mayo de 2013

Ninguna como ella

Tiene piel de melocotón, pero con sabor a frambuesa. Los ojos son uvas. Tal vez lo escribió Pablo Neruda, pero es cierto de todas formas. Los labios, sandía afrodisiaca. Las manos, cangrejos traviesos que se enredan en mi pelo y recorren mi cuerpo deteniéndose con ahínco en los rincones que más aprecia.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

Las tetas, melones sin piel, jugosos como melones pero también como tetas. Además podrían ser limones o naranjas. A ella no le importa la comparación, siempre que sea fruta fresca y literaria. Su vientre es una tarta rociada de almíbar, o miel, o mermelada. Depende.

El cliente puede elegir. Su sexo, un donut, sin chocolate. El chocolate lo pongo yo. Para sus pies, en caso de apuro, también podría encontrar metáfora posible. Nada escapa a un paladar exquisito.

En conjunto, su cuerpo es un bosque plantado de setas y trufas. Pises por donde pises, crea adicción o envenena. Es mejor observarla a distancia, con cierta perspectiva, para no perder la orientación, el equilibrio o la razón. Su cuerpo podría ser también una botella volcada sobre la cama rebosando licor. Mancha hasta las entrañas. Eso sí, puede quemar si se la aprieta con excesiva devoción.

Después de ella, solo queda la nostalgia o la destrucción, que también diría Aleixandre hablando de alguien. Pero lo de ella no tiene perdón ni vía de retorno. Vamos, que está para comérsela. Si superas la digestión, cosa bastante improbable, estás salvado, y podrías contarlo. Pero no. Se trata de vivir para ver y callar. Nadie te creería. No obstante, debo advertir a incautos: Después de ella, no hay nada.

Si lo desea, puede compartir este contenido:

No hay comentarios:

Publicar un comentario