martes, 29 de octubre de 2013

A oscuras

Cuando despertó, aún no había amanecido. Entendió que al universo se le habían fundido las bombillas. Intentó dormir con los ojos abiertos para que cuando prendiera la luz el milagro no le pillara desprevenido. Después de haber estado vigilando durante toda la noche los astros del cielo, el cansancio le pudo. De tal manera que, cuando amaneció, el día le pilló abrigando un profundo sueño. Al abrir los ojos, había anochecido. Mejor mantenerse despierto y vigilante hasta que vuelva la luz, se dijo. Esa noche tampoco durmió, ni la siguiente, ni la otra. Desde que tiene el sueño cambiado, vive la vida a oscuras. Y no hay quien le haga enderezar las entendederas.

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