sábado, 16 de noviembre de 2013

Camas

Cuando ella despertó, comprobó que no había nadie en la cama y, sobre todo, dedujo que no le gustaba dormir sola en las noches de invierno (ni en cualquier otra estación del año, por supuesto). Cuando él despertó, también estaba solo en la cama. Ella optó por llamarlo al móvil y decirle que le parecía una estupidez que cada cual durmiera en su propia cama. Él le dijo que estaba de acuerdo, que qué coño era esto de andar cada uno por su lado. Quedaron para cenar y compartir unas copas en casa de ella. Después se acostaron sin cansancio y con un confort interior que ambos callaron. Esa noche no hicieron el amor. Ninguno supo por qué. En realidad, solo habían aplazado la faena hasta el amanecer. Despertaron todavía sin abrir los ojos y descubriendo sus cuerpos casi por ensalmo. Desayunaron bastante después, cuando, ya reconfortados y agotados, supieron que un café no da la vida sino la consciencia efímera de la felicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario