viernes, 10 de mayo de 2013

Ildefonso Falcones: “El sexo debe tener un papel destacado en cualquier libro”

Ha vendido más de siete millones de ejemplares de La catedral del mar y La mano de Fátima. Con la primera recibió el Premio Euskadi de Plata 2006 a la mejor novela en lengua castellana, y con la segunda el Premio Roma 2010. Ahora quiere repetir suerte con su última novela, La reina descalza, una historia de pasión ubicada en la España del siglo XVIII y contada esta vez con voces de mujer. Ildefonso Falcones es abogado y ejerce en Barcelona.

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FOTO: MIGUEL ÁNGEL LEÓN

—Siete millones de ejemplares vendidos de La catedral del mar y La mano de Fátima. ¿No le abruman estas cifras con lo “achuchaos” que estamos en este país?

(Ríe). Me abrumo, pero no por lo “achuchaos” que estamos. No creo que tenga nada que ver una cosa con la otra.

—En su novela retrata el Madrid y la Sevilla del siglo XVIII. Dígame cómo eran estas ciudades en 140 caracteres.

—Sevilla era ya una ciudad decadente y Madrid era una eclosión, en espera de una eclosión que, efectivamente, sucedió en el XVIII.

—Usted esboza los primeros pasos del flamenco, que ya entonces era un “cante muy hondo y sentido”.

—Por eso mismo. Yo creo que en ese momento podemos hablar de flamenco. Lo que pasa es que los flamencólogos lo definen cuando ya es un cante ortodoxo, cuando los palos son ortodoxos. Pero, para mí, ya en ese momento es flamenco.

—Dice usted que las mujeres son más representativas de la capacidad sensitiva del flamenco que los hombres. Igual los puristas se le echan en lo alto.

—Pues que se me echen en todo lo alto. Las mujeres, generalmente, son más sensitivas, más sensuales, en casi todo.

—Recrea en su novela cómo los religiosos participaron en el contrabando de tabaco. ¿La Iglesia nunca ha descansado en la historia para poder sobrevivir?

—Yo diría que más que sobrevivir. Si lo limitamos a sobrevivir, nos equivocamos. Yo diría que para vivir bien o muy bien.

—Su novela no remeda el lenguaje de la época. Solo introduce expresiones caló o de jerga. ¿Resulta imposible?

—Resulta innecesario y anacrónico. Sería una pérdida de tiempo para el lector. El lector entiende que estamos hablando del siglo XVIII pero con el lenguaje que tiene que leer en el XXI.

—Califica de genocida la persecución para erradicar a los gitanos de España que se llevó en el siglo XVIII.

—Bueno, genocidio implica el asesinato, el matarlos en ese momento. No se llegó a eso, por suerte. Con lo cual, una gran mayoría logró sobrevivir, pero aún así fue una acción, desde todo punto, execrable.

—El sexo tiene un papel destacado en sus dos últimos libros. ¿Seguro que la sombra de Gray no es alargada?

(Ríe). Hombre, el sexo tiene que tener un papel destacado en cualquier libro que trate de la pasión humana. Hay algunos que se olvidan del sexo, que lo tratan con superficialidad o que no quieren meterse. Para mí es un error.

—Ha dicho usted: “Quiero que la gente cuando lee mis libros sepa que lo leído es real”. ¿No se inventa nada?

—Lo que es ficción, sí. Lo que es histórico, no. En absoluto. Y si llegase a inventarme algo que sea importante, qué duda cabe, lo salvaría en el epílogo.

—En 1748, una mujer negra deambula por Sevilla. Atrás ha dejado un pasado de esclava en Cuba. Por primera vez sus protagonistas son mujeres.

—Sí. Porque hablando de música, hablando de cante, hablando de baile, creí que lo más sensual, lo más emotivo, era que los protagonistas fueran mujeres.

—Dice también que los lectores quieren personajes reales y no cuentos de hadas. ¿No vendría bien algo de imaginación a este momento saturado de dura realidad?

—Bueno, yo no sé si he llegado a decir eso exactamente. A los lectores les gustan los cuentos de hadas. Y son bonitos los cuentos de hadas. Yo también creo en los cuentos de hadas.

—En el libro no solo suena flamenco. También la fusión de la música negra y la gitana.

—Que a fin de cuentas es lo que da lugar al flamenco. Esa fusión de músicas: la negra, la morisca, la gitana y, evidentemente, la música nacional.

Publicado en el diario Córdoba el 9 de mayo de 2013.

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