sábado, 21 de septiembre de 2013

La casa

Me quedé esperando, pero tu voz no estaba con tus reproches continuos, ni tus manos acariciando la noche. Tampoco yo era el mismo. Los muebles, ubicados en distinto lugar, daban a la habitación un aura extraña, de lugar enigmático y desconocido. Sé que era el mismo espacio en el que nos quisimos, pero ahora alguien había alterado el equilibrio buscado entonces. No quise preguntar. Una mano invisible dotaba al lugar de un brillo innecesario y de una incomodidad patente. Me despedí con pocas palabras. A veces –bien lo sabes-, hasta sobran las palabras.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

Cuando bajé a la calle, una lluvia delgada y fugaz me despertó de una ausencia no buscada. Confirmé –ya lo sabía, es cierto- que todo tiene un fin. No me impresionó tu tacto torpe de amante reciclada, ni las palabras inoportunas con las que me agasajaste, ni tampoco la sensación sombría de que no conocía ni me interesaba la mujer nueva que ahora eras. Me impresionó tu casa, recargada de objetos inútiles, con una luz tenue que hería la claridad limpia del día, un brillo en los metales que delataba su vacío, y sobre todo no quise quedarme porque no sé si alguna vez estuve allí abrazándote, cuando eras tan joven que el amor no tenía grabada, como ahora, la fecha de caducidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario