domingo, 20 de octubre de 2013

Muy cerca

¿Tiene sentido la tristeza si estás a mi lado? Anda, llena el vaso de ron –solo por cambiar de licor- y ponte delante de mí. Mírame antes de que el sol se ponga, abre tus manos y palpa mis ojos y después los tuyos para que sepas que existimos. Después acércate un poco más, ahí mismo, párate sobre tus propios pasos y mide la distancia entre tú y yo. Dirás que no existe, y es verdad. Así quiero que estés para siempre, hasta que olvides que eres tú para ser parte de mí mismo, y para que yo recupere tu memoria toda ahora que has vuelto. No te importe si al respirar tu aliento es el mío, o si los sueños los confundimos o los extrañamos como propios. Ahora dame el vaso. Tengo sed y no sé si mis labios o los tuyos son los más oportunos para apagar esta sed que compartimos. No te importe embriagarte, ya que la lucidez no tiene cabida a tan corta distancia. Ya ves. Nos bastará, siendo dos, saber que somos tan solo uno.

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