viernes, 29 de noviembre de 2013

¿Adónde?

Queda siempre la esperanza de que ella pueda cambiar, de que mire hacia atrás y vea el fango del camino, de que vuelva la vista y de pronto el paisaje le cambie el color del futuro. Queda siempre esa posibilidad, pero nada más mira adelante, hacia donde sus pasos la llevan y donde sus pies están. Solo está su camino y sus pasos lentos y torpes, armónicamente descompensados con su mochila al hombro, que le curva la espalda y le hace bajar la mirada inexorablemente. Y es ahí donde el camino se torna monótono, y las piedras se parecen inmerecidamente unas a otras como si el mismo escultor las hubiese acomodado al mismo camino. Ella anda sin preguntar, sin dirección alguna, y cuando es de noche se cobija en cualquier fonda. Su corazón está hecho de estancias en habitaciones alquiladas. Cualquier día, igual interrumpe la marcha. Pero nunca sabrá por qué. A ella tampoco le preocupa. Y quienes la esperamos aquí, quizás ya cansados, emprendamos otro rumbo sin ella. Sin saber tampoco adónde.

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