miércoles, 27 de noviembre de 2013

Mirarte

Ahora sé que, convencida, te quisiste quedar. Esperé, durante un tiempo, tu posible partida. Es lógico que lo pensara. Siempre fui un nómada en estas cosas del amor. No era desconfianza. Muy al contrario, cuando alcanzas a entender la naturaleza humana, terminas justificando todos los actos. Aunque los ejecuten contra uno mismo. Así que es lógico que un día cogieras las de Villadiego. Pero no. Te quedaste a mi lado, como quien espera un milagro imposible. Al final, me acostumbré a tu presencia de criatura discreta e imprescindible. Ahora, cada vez que vuelvo, te veo mirando el paisaje desde la terraza. No te digo nada. Te ofrezco un vaso de vino. Y tú avanzas tu mano derecha para coger el cristal. Sonríes. Yo oteo el paisaje, pero no veo nada. No puedo dejar de mirarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario