jueves, 14 de noviembre de 2013

Chora coraçao

Dice así: “Un amor quando se vai,/ Deixa a marca da apixao”. La traducción es mía, aunque fiable: “Un amor cuando se va,/ Deja una marca de pasión”. Se trata de la canción Chora Coraçao (Llora, corazón) de Antonio Carlos Jobim, el eterno compositor, cantante, guitarrista y pianista brasileño. Ayer la escuché de la voz de Luciana Souza, acompañada a la guitarra por ese músico de mil registros que es Romero Lubambo. Se ha escrito que es difícil encontrar en el jazz y alrededores una voz más exquisita que la de Luciana. No solo es verdad, sino que tal vez esa voz sean muchas más cosas.

Bien afinada, dulce, o irónica, perfecta en su dicción, esa mujer está con su voz frente a ti y mueve las manos como si en ellas llevara el ritmo, la música entera, una sensibilidad que cabe y que llena el teatro y lo puede todo, allí en el centro, a oscuras, sola con su voz y con sus manos, y Lubambo que la acompaña y la persigue en sincronía como si la conociera desde muy adentro. Porque adonde va la voz, está guitarra, y adonde la guitarra no llega, porque no es su sitio, están las manos de ella, que también parece que cantaran.

Ahora la escucho aquí sentado, con un vaso de whisky, y sé que la felicidad debe estar condimentada con porciones exactas de esta canción que creó Jobim sin saber que la voz de Luciana vendría más tarde para transformarla y embellecerla aún más. Creo que hasta el whisky me sobra. Pero por si acaso.

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