viernes, 9 de mayo de 2014

Elvira Navarro: "Para aprender es necesario que nos descoloquemos"

Hija de padres cordobeses, Elvira Navarro (Huelva, 1978) ha publicado dos novelas complementarias: La ciudad en invierno (2007) y La ciudad feliz (2009), Premio Jaén de Novela. Ahora ve la luz La trabajadora, una novela que indaga en la patología mental sin desligarla del contexto social en que se produce. Estudió Filología en la Universidad Complutense de Madrid y en 2010 fue incluida en la lista de los 22 mejores narradores en lengua española menores de 35 años de la revista Granta.

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FOTO: Miguel Ángel León

- Su novela indaga en la relación entre la crisis económica y la enfermedad mental. Vamos, para volverse locos.

- Sí. Indaga en cómo la precariedad material, mantenida durante mucho tiempo, finalmente acaba teniendo consecuencias en la salud mental, porque no hay separación entre cuerpo y alma.

- La novela parte de hechos autobiográficos. Los estragos de la precariedad laboral, la obligación de mudarse de vivienda o la crisis de ansiedad.

- Los tres son autobiográficos. Yo trabajé como correctora y no me pagaban, tuve crisis de ansiedad y me tuve que mudar del centro a la periferia porque no me daba para pagar el alquiler.

- El comienzo es arrollador. Usted misma ha reconocido que es fuerte pero al mismo tiempo ha sido liberador.

- Me permitía romper la convención del buen gusto que impera en el canon de la literatura actual.

- Tal vez algún lector haya dejado el libro a un lado cuando relata esas intimidades.

- Es que no se puede pensar en un lector en abstracto, porque no hay un modelo único de lector, sino que hay muchas clases de lector. Y una novela tiene que encontrar sus lectores.

- Arremete también contra ciertos directivos de editoriales que arrastran cierto complejo de inferioridad intelectual.

- Son ciertos directivos que están en esos cargos por ser familia de los fundadores, con lo cual están por enchufe, y cuando llegan ahí se dan cuenta de que no dominan el universo cultural porque no es vocacional en su caso. Entonces funcionan como gestores y se acomplejan también un poco.

- Su lenguaje es potente y frágil a la vez. ¿Esa es su magia?

- En realidad, yo no creo que el lenguaje sea ni potente ni frágil. Responde a la necesidad de contar determinadas cosas que no se pueden contar con un lenguaje distinto.

- La novela juega también con el tema del doble.

- Mi novela juega con el tema del doble porque hay dos personajes y una de ellas se cree muy distinta a la otra. Sin embargo, está mucho más cerca de esa persona de lo que ella cree. Es el doble en el futuro. Ella teme convertirse en esa otra persona.

- Como Vargas Llosa, también piensa que toda ficción es un disfraz, un striptease invertido.

- Yo pienso que las ficciones más poderosas son aquellas en las que quien escribe habla de aquello que conoce bien. No me creo que una ficción poderosa esté construida desde lo que no se conoce.

- Su escritura tiene que ver mucho con los espacios. ¿Necesita orientarse, saber por dónde pisa?

- Para mí, caminar siempre ha sido liberador desde un punto de vista mental. Estar mucho tiempo en un espacio cerrado me genera claustrofobia y tengo la sensación de que toco un techo mental que se disuelve cuando me permito caminar y caminar por sitios que no conozco.

- Como lectora le gustan que la descoloquen. ¿Por eso juega con el lector o también ahí se esconde un impulso vital?

- Yo creo que es necesario, para aprender, salir del espacio de confort; es decir, que nos descoloquemos. Y eso es lo que yo percibo cuando escribo.

- Aunque reivindica el realismo, sus personajes pueden ser desmesurados. Le gusta contar cosas imposibles.

- El realismo no es más que un código literario y en esa medida renunciar al realismo es renunciar a una posibilidad de contar a la que no se tiene que renunciar. El realismo no significa copiar la realidad. Significa trabajar según las normas de ese código. Y nada más. No es más que una herramienta.

- “Cuando me siento delante de un teclado no sé hacia dónde va a ir la narración”. ¿Es ese el mejor guion?

- Para mí, sí. Porque si yo supiera dónde voy, no escribiría. Para mí la escritura es descubrimiento. Entonces, si no voy a descubrir nada, si tengo que rellenar simplemente un guion, a mí eso no me estimula nada, porque es algo que ya sé.


(Publicado en el diario Córdoba el 30 de abril de 2014)

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