viernes, 9 de mayo de 2014

Juan Eslava Galán: "La Primera Guerra Mundial fue una trituradora de carne"

Juan Eslava Galán publica La Primera Guerra Mundial contada para escépticos, un libro ameno y bien escrito que destripa al lector un desastre que nadie esperaba, una guerra tecnológica que sorprendió a sus propios protagonistas y cuyas secuelas perduran aún en nuestros días. El escritor sevillano define este conflicto bélico como una “gran trituradora de carne”, cuyos efectos se extienden hoy a Oriente Medio y a los Balcanes, un cataclismo tecnológico que enterró a regimientos enteros en el barro de las trincheras y cuyos restos de esqueletos aún hoy son noticia en esos paisajes que entonces fueron campos de batalla.

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FOTO: Miguel Ángel León

Doctor en Letras, ha publicado los ensayos Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadir (2005), De la alpargata al seiscientos (2010), Homo erectus (2011) o La década que nos dejó sin aliento (2011). Con la novela En busca del unicornio obtuvo el Premio Planeta 1987; con El comedido hidalgo, el Premio Ateneo de Sevilla 1991, y con Señorita, el Premio de Novela Fernando Lara 1998.

- La Primera Guerra Mundial fue una “gran trituradora de carne”. ¿Es la definición más gráfica que encontró a mano?

- Sí. Es que realmente es lo que fue. En las guerras anteriores había pocos muertos comparativamente. En esta hubo una cantidad de muertos, incluso civiles, que era impensable. Por eso es una trituradora de carne.

- ¿Es posible que todavía hoy perduren en nuestros días las consecuencias de aquel cataclismo?

- Sin duda. Por ejemplo, el problema de Oriente Medio se origina en esta guerra. Y también todos los problemas y la inestabilidad de los Balcanes también tiene las raíces en esta guerra.

- Aquella fue la guerra más tecnificada hasta entonces: ametralladoras, tanques, gases asfixiantes. El anticipo del futuro.

- Para ellos, incluso, fue una gran sorpresa. Hay muchos inventos que se incorporan. Y la aviación, que al principio era una cosa que no tenía mucha importancia, al final de la guerra ya hay bombarderos con bastante peso. Y efectivamente fue una guerra muy tecnológica. Lo que ocurre, claro, comparada con las que vienen después está en las Antillas.

- También fue un conflicto bélico con nombres propios: Mata Hari, Barón Rojo, Rasputín, Lawrence de Arabia. Un escenario que ni pintado para héroes y villanos.

- Efectivamente. Sobre todo hay episodios secundarios de la guerra que son muy importantes. España, por ejemplo, que era un país neutral, tiene una cantidad considerable de espías, sobre todo en los puertos y en las embajadas de Madrid. Eso es importante. Y la polarización de españoles entre partidarios de uno o de otro bando, otra vez las dos Españas. Eso también conviene subrayarlo.

- Como usted dice, España, tras perder Cuba y Filipinas, se mantiene al margen. ¿Cuáles fueron las consecuencias de esta neutralidad?

- Bueno, la neutralidad nos dejó al margen, pero hay que tener en cuenta un cosa, que muchos industriales se enriquecieron considerablemente a causa de la guerra, sobre todo industriales vascos y catalanes, vendiendo a las potencias en conflicto. Y, por el contrario, hubo gente que se empobreció o que tuvo una consecuencia negativa de la guerra, porque, como había un bloqueo naval, los productos españoles, aunque fuésemos neutrales, no podían salir con la debida presteza ni podían llegar productos que necesitábamos. Por poner un ejemplo, a lo largo de la guerra, siendo nosotros una potencia neutral, nos hundieron más de 70 barcos, por submarinos o por minas.

- Comenzó siendo una guerra decimonónica, iba a ser corta. ¿Qué pasó para que todo cambiara?

- Sobre todo, dos elementos muy importantes, la ametralladora y la alambrada, que impiden que se muevan tropas libremente por el campo de batalla. Entonces, obliga a los ejércitos a enterrarse en trincheras.

- Dice usted: “Los alemanes se han sobrevalorado a sí mismos en el campo de batalla”. ¿Esto les hizo perder las dos guerras?

- No solo en el campo de batalla. Es decir, hay dos elementos que se ayudan. Uno es que a veces se sobrevaloran en su capacidad militar. Y otro, que infravaloran al enemigo y, claro, obviamente las dos tendencias se unen y hacen que sí, que pierdan las guerras, claro.

- Dice usted también: “Europa se suicidó en el siglo XX y ahora se está acabando de matar y destruir”. ¿Así ve el futuro?

- Bueno, sencillamente hay que tener en cuenta una cosa. A principios del siglo XX, Europa domina a más de medio mundo por medio de las colonias. Y ahora, pasado un siglo, esas colonias, que ya se independizaron, les hacen la competencia a la industria europea y a Europa. China, que se está haciendo con todos los mercados de África, por ejemplo. La India, que es una potencia emergente. Brasil, que se va a quedar con el Cono Sur de América. Sencillamente han pasado de ser colonias europeas y mercados protegidos para Europa a ser competidores de Europa.

- La Nochebuena de 1914 ingleses y alemanes intercambiaron cigarrillos, whisky y chocolate. Un símbolo vacío a tenor de cuanto ocurrió después.
- Claro. Eso fue un episodio que ya los altos estados mayores se encargaron de reprimir para que no se volviera a dar. Hay que ver que era Nochebuena, todos eran cristianos, acostumbrados a como se celebraban las Nochebuenas en sus hogares, y de repente sintieron ese impulso de hacer un paréntesis y vamos a llevarnos bien.

- Otro invento de esta guerra fueron las trincheras, donde los soldados morían enterrados en barro por regimientos enteros.

- De hecho, todavía en los campos de batalla se están encontrando huesos de gente que se enterró en barro y que van aflorando.

- La posguerra fue el caldo de cultivo para el surgimiento de los fascismos. ¿La Primera Guerra Mundial fue una guerra inacabada que se prolongó con la segunda?

- Sin lugar a dudas, la segunda es consecuencia de la primera. E incluso desde el punto de vista estratégico y táctico es continuación de la primera.


(Publicado en el diario Córdoba el 26 de abril de 2014)

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