domingo, 26 de julio de 2015

Que el lenguaje no nos confunda

Hay un lugar muy próximo a esta casa que nadie conoce, del que nadie intuye su existencia, arbolado e ignoto, donde las aves extienden con sus alas un paraíso doméstico que no crece a ningún lado. Es estrecho y enigmático, verde y húmedo, cruzado por un río que es un espejo que fluye en mitad de esta tierra. Alguna vez viniste buscando mis zapatos rotos de andar por sus esquinas, esquilmados de andar por otro mundo hasta alcanzar siempre este rincón escondido en una vegetación diferente, disimulada en las tardes de estío y envuelta en una lluvia inexistente que se apaga en el mercurio hirviendo de cualquier termómetro.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

Aquí me encontraste, recostado bajo un árbol, metido en un sueño apagado y sutil, y me dejaste con los ojos cerrados por miedo a que no te reconociera cuando despertara. Cada tarde me buscas a escondidas, husmeas la tierra prometida con una pasión encendida que te quema la piel, y hasta aquí me llega tu olor alarmante de carne chamuscada, de hembra entregada al acto íntimo que devora la razón. Abro los ojos y te encuentro desnuda y sucia de barro, con la mirada encendida, y entiendo y entiendes que el agua de este río no apagará el fuego que alimenta tu naufragio interior. Es hora de aplicarse ya, pues, al acto de conocernos y devorarnos mutuamente. Tú me hablas de follar, sin más florituras. Y yo te digo que estamos hablando de lo mismo. Que el lenguaje no nos confunda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario