Elsa Punset, hija de Eduardo Punset, dirige el Laboratorio de Aprendizaje Social y Emocional. Ahora publica Una mochila para el universo. 21 rutas para vivir con nuestras emociones. En este libro aspira a dar respuestas a preguntas que cualquiera se ha planteado o se puede plantear en la vida: ¿Cuánto debe durar un abrazo? ¿De qué sirve llorar? ¿Qué podemos hacer para cambiar nuestra suerte? ¿A partir de qué edad empezamos a mentir? La autora escruta en estas páginas una ruta de las emociones humanas y aconseja qué hay que meter en la mochila para que el viaje no se torne circular: un laberinto sin salida posible.
FOTO: MIGUEL ÁNGEL LEÓN
—Otro libro de autoayuda. ¿Tan mal nos ve?
—No puedes cambiar ni transformar nada que no comprendas. Con lo cual necesitamos comprender siempre. No es que os vea mal, particularmente mal.
—Dígame ingredientes imprescindibles que deba meter en la mochila para optimizar mis emociones.
—Pues tienes que meter con lo que nacemos todos, que es creatividad, y que la perdemos a lo largo de la vida, alegría, amor, curiosidad. Y tienes que dejar sacar todos los lastres que no te sirven.
—“Tú puedes mandar en el cerebro hasta el último día de tu vida”. ¿Eso lo saben los terroristas, los directivos de Bankia o los que se han forrado con el ladrillo?
—La vida es una elección entre amor y miedo, y el miedo es también aterrorizar al otro, hacer daño al otro, es no cuidar del otro. Tú decides qué haces con lo que tienes.
—Entre el miedo y el amor. ¿Pueden llegar a ser nuestra mayor seña de identidad?
—Yo creo que no tenemos otras. Es lo que nos distingue. La vida es una elección.
—“Dos terceras partes de nuestra vida las pasamos cotilleando”. En España igual superamos esas estadísticas.
—No. Es la misma para todos. Es la única manera de poder navegar por las redes sociales tan grandes en las que vivimos.
—¿Por qué le importa más a un hombre que a una mujer que le rayen el coche?
—Porque los hombres se identifican menos con las personas que con las máquinas y los sistemas. Es una cuestión evolutiva.
—¿Existe la mala suerte?
—Puede existir un poco de mala suerte en la vida de las personas, y no sabemos si es azar o destino. Pero la mayor parte de lo que nos pasa no se debe ni a la mala ni a la buena suerte. Se debe a tu actitud.
—¿Las redes sociales logran reemplazar a un buen amigo?
—No. Cumplen funciones distintas. Las redes sociales te conectan, amplifican las ideas, pero no reemplazan la intimidad emocional que te da un amigo.
—A veces, las emociones negativas pueden ser muy útiles. ¿Por ejemplo?
—Por ejemplo, la ira puede ser el germen de la justicia social, pero tiene que estar bien expresada.
—“Creo que estamos yendo hacia un mundo mil veces mejor”. ¿No lo dirá por el momento actual?
—Sí, también. Esto está muy calculado. A largo plazo, esto va mejor. Somos cada día más justos, cada día más empáticos. Lo que pasa es que hay pequeños baches. Estamos en un pequeño bache, pero recordemos que la crisis puede ser una oportunidad. Como dicen los chinos. No lo deberíamos llamar crisis. Lo deberíamos llamar baches.
—“Ningún sentimiento es más determinante para la vida que el amor”. ¿También aquí tenemos déficit?
—Sí. Hemos dado demasiada importancia a elementos que no son tan determinantes.
—Ganar 13.000 euros al año aumenta la felicidad un 2 por ciento, mientras que un amigo feliz la potencia un 12 por ciento. Y nosotros preocupados por la crisis.
—Es que eso es verdad solo por encima del nivel de supervivencia. Somos muy distintos los humanos por debajo del nivel supervivencias o por encima. Y esto hay que dejarlo claro también, porque si no parece un cachondeo. Por encima del nivel de supervivencia, el nivel afectivo, el amor de los demás, es más importante que el dinero. Quiero decir que el amor es más importante.
FOTO: MIGUEL ÁNGEL LEÓN
—Otro libro de autoayuda. ¿Tan mal nos ve?
—No puedes cambiar ni transformar nada que no comprendas. Con lo cual necesitamos comprender siempre. No es que os vea mal, particularmente mal.
—Dígame ingredientes imprescindibles que deba meter en la mochila para optimizar mis emociones.
—Pues tienes que meter con lo que nacemos todos, que es creatividad, y que la perdemos a lo largo de la vida, alegría, amor, curiosidad. Y tienes que dejar sacar todos los lastres que no te sirven.
—“Tú puedes mandar en el cerebro hasta el último día de tu vida”. ¿Eso lo saben los terroristas, los directivos de Bankia o los que se han forrado con el ladrillo?
—La vida es una elección entre amor y miedo, y el miedo es también aterrorizar al otro, hacer daño al otro, es no cuidar del otro. Tú decides qué haces con lo que tienes.
—Entre el miedo y el amor. ¿Pueden llegar a ser nuestra mayor seña de identidad?
—Yo creo que no tenemos otras. Es lo que nos distingue. La vida es una elección.
—“Dos terceras partes de nuestra vida las pasamos cotilleando”. En España igual superamos esas estadísticas.
—No. Es la misma para todos. Es la única manera de poder navegar por las redes sociales tan grandes en las que vivimos.
—¿Por qué le importa más a un hombre que a una mujer que le rayen el coche?
—Porque los hombres se identifican menos con las personas que con las máquinas y los sistemas. Es una cuestión evolutiva.
—¿Existe la mala suerte?
—Puede existir un poco de mala suerte en la vida de las personas, y no sabemos si es azar o destino. Pero la mayor parte de lo que nos pasa no se debe ni a la mala ni a la buena suerte. Se debe a tu actitud.
—¿Las redes sociales logran reemplazar a un buen amigo?
—No. Cumplen funciones distintas. Las redes sociales te conectan, amplifican las ideas, pero no reemplazan la intimidad emocional que te da un amigo.
—A veces, las emociones negativas pueden ser muy útiles. ¿Por ejemplo?
—Por ejemplo, la ira puede ser el germen de la justicia social, pero tiene que estar bien expresada.
—“Creo que estamos yendo hacia un mundo mil veces mejor”. ¿No lo dirá por el momento actual?
—Sí, también. Esto está muy calculado. A largo plazo, esto va mejor. Somos cada día más justos, cada día más empáticos. Lo que pasa es que hay pequeños baches. Estamos en un pequeño bache, pero recordemos que la crisis puede ser una oportunidad. Como dicen los chinos. No lo deberíamos llamar crisis. Lo deberíamos llamar baches.
—“Ningún sentimiento es más determinante para la vida que el amor”. ¿También aquí tenemos déficit?
—Sí. Hemos dado demasiada importancia a elementos que no son tan determinantes.
—Ganar 13.000 euros al año aumenta la felicidad un 2 por ciento, mientras que un amigo feliz la potencia un 12 por ciento. Y nosotros preocupados por la crisis.
—Es que eso es verdad solo por encima del nivel de supervivencia. Somos muy distintos los humanos por debajo del nivel supervivencias o por encima. Y esto hay que dejarlo claro también, porque si no parece un cachondeo. Por encima del nivel de supervivencia, el nivel afectivo, el amor de los demás, es más importante que el dinero. Quiero decir que el amor es más importante.
Publicado en el diario Córdoba el 27 de agosto de 2012
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