jueves, 13 de septiembre de 2012

Falsarius Chef: “No están los tiempos para muchas estrellas Michelin”

Desde 2007 publica un blog de cocina que tiene miles de visitas diarias. En su último libro, Grandes éxitos de la cocina para impostores, reúne recetas con botes, latas y congelados que no dejarán indiferente a nadie. Amenazado y perseguido por los académicos de la gastronomía, sin embargo es capaz de sorprender a sus comensales con dos tonterías de supermercado. Falsarius Chef siempre esconde su auténtico rostro, como un auténtico bandolero que reparte recetas con justicia para tiempos de crisis.

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FOTO: MIGUEL ÁNGEL LEÓN

—Cocina de impostores para sorprender y engañar a nuestros invitados. ¿Le parece bonito?

(Ríe). Me parece no solo bonito. Me parece divertidísimo. Casi la mitad del placer de esta cocina está en engañar a las visitas. Sobre todo si son pelmazos. Que los hay.

—“Las mafias internacionales de chefs quieren matarme”. ¿También los cocineros nos han engañado, además de los banqueros?

—Hombre, matarme no diría yo, pero herirme gravemente, seguro. ¿Que si nos han engañado? Hombre, con las cosas de comer no se juega, pero con el dinero mucho menos.

—Con sus recetas pretende sacar todo el partido a la cocina de supermercado. ¿La mejor solución para la crisis?

—Ésa y acabar con los banqueros.

—La cocina impostora solo necesita latas, botes, congelados, cosillas del súper y hambre. O sea, que no es cocinero quien no quiere.

—Efectivamente. Todos llevamos un cocinero dentro. Lo que pasa muchos aún no lo sabemos.

—Escribió una novela llena de cocineros famosos, rubias despampanantes y latas asesinas. ¿No se le fue la olla?

(Ríe). Yo creo que nunca la he tenido. Por eso hago cocina impostora.

—No publica una receta hasta que no la coteja con varias cobayas humanas. ¿No se le quedó nadie en el camino?

—Mucha gente me dice que le he cambiado la vida con mis recetas. Yo siempre digo que me conformo con no habérsela quitado.

—¿Cita algunas marcas para que la edición le sea más rentable?

—No. Las cito porque me las pide la gente. Pero, bueno, bienvenida sea la publicidad gratuita, que están las cosas muy “achuchás” para las empresas, y hay que echarles una mano.

—Para tiempos de crisis, usted imposta la fórmula de Juan Palomo: “Yo me lo guiso, yo me lo como”.

—No nos queda otra. Me temo. No están los tiempos para muchas estrellas Michelin.

—¿Le perdonarán algún día los chefs tradicionales que esté enseñando a cocinar a todos los que siempre fuimos unos inútiles?

—Mucha gracia no les hace.

—¿Esos chefs tan conocidos, además de mucho nombre, tienen mucha jeta?

—Los muy conocidos, no. Los que van a rebufo de los muy conocidos, muchos sí.

—“Voy mucho a los supermercados porque me inspiran”. ¿A eso dedica el tiempo libre?

—Sí. Básicamente. Los supermercados son los museos de arte moderno del siglo XXI.

—Tiene platos inspirados en Obama, Sarkozy, la tía Julia de Vargas llosa, Uma Thurman. ¿Le inspiran los famosos?

—Me divierte hacer recetas con famosos. Y a la gente le gusta.

—Esta noche ceno con Sacarlett Johanson. Écheme una mano en el menú.

—¿La mano no puede ser con Scarlett Johanson en vez de con el menú? (Ríe).

—Le tiene manía al microondas. ¿Cuestión de principios?

—Es un aparato inútil, maléfico. Le tengo manías.

—Los López no teníamos una receta hasta que usted la inventó. Gracias en nombre de la familia.

(Ríe). Era de recibo hacerles una receta a los López. Hay tanta gente extraña por ahí con recetas propias.

—“La receta perfecta sería aquella que la haces en nada y queda maravillosa”.

—Sin duda. Y que encima fuera barata.

—Los cordobeses son buenos comensales. Hágales una receta con dos tonterías.

—Abrir unas sardinas de lata, quitarles las espinas, darles un golpe de plancha por los dos lados con un chorrito de limón, un poquito de sal gorda, sacarlas y un hilillo de aceite de oliva. Quedan muy ricas.

Publicado en el diario Córdoba el 15 de agosto de 2012

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