domingo, 30 de diciembre de 2012

Joaquín Berges: “El humor es ese prisma que uno se pone como unas gafas”

Joaquín Berges (Zaragoza, 1965) publica su tercera novela, Un estado del malestar (Tusquets, 2012), una obra que él define como un cuento de hadas para adultos. Le resulta imposible prescindir del humor en sus textos. Podría escribir una tragicomedia, pero no “un drama dramón”. “La cabra tira al monte”, se justifica.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN
FOTO: MIGUEL ÁNGEL LEÓN

La familia es de nuevo el escenario más pintoresco para situar la acción, y en su seno la lucha de poder entre hombre y mujer. Una productora ha comprado los derechos de autor de su anterior novela, Vive como puedas. Además, tiene en cartera dos proyectos de futuro. El primero, escribir una novela “muy gamberra”. “Venderme al humor por el humor”, dice. El segundo, una novela más seria, confiesa muy serio. Después, reinventarse de nuevo.

—Define su novela como un cuento de hadas moderno. ¿Necesitamos este tipo de historias en estos tiempos que nos ha tocado vivir?

—Pues seguro que en estos tiempos más que en ninguno porque, de alguna manera, estos tiempos tan oscuros nos han quitado un poco la ilusión. Y la ilusión era aquella cosa que teníamos cuando éramos niños y nos contaban cuentos. Entonces, de alguna manera esto es un cuento para adultos. A ver si nos animamos.

—El asunto que trata en la novela es muy serio, pero salpicado de momentos muy divertidos. ¿Todo se puede contar con humor?

—Casi todo. Todo, todo, no. Casi todo. El humor es ese prisma que uno se pone como unas gafas. De pronto, no se ve bien cuando uno se hace mayor, tiene presbicia, y de pronto se pone uno unas gafas y ve las cosas de otra manera. Pues es un poco eso. Hay que ponerse unas gafas para ver las cosas de otra manera porque hemos mirado demasiado tiempo desde un solo prisma y hay más formas de mirar. Y el humor es una de ellas.

—A usted le sería muy difícil prescindir del humor. ¿Nunca ha intentado escribir algo serio?

—Sí. Lo he intentado y cien por cien serio soy incapaz. La cabra tira al monte. Tengo un proyecto de una novela más seria, pero me sale un personaje que ya voy viendo que va a ser el bufón de la trama. Digamos que, como mucho, puedo llegar a escribir una tragicomedia, pero no un drama dramón.

—La familia es también en esta novela el escenario principal en el que desarrollan su vida los protagonistas. ¿Tan absurda y pintoresca le parece la institución familiar?

(Ríe). Pero, bueno, es que todos vivimos en una familia. Por eso mis personajes también viven en una familia. Porque la fuente de inspiración cuando te preguntan dónde te inspiras, yo digo que me inspiro en el día a día y en el día a día yo lo que veo son familias. Yo vivo en una familia, mis amigos viven en una familia y todo el mundo vive en una familia. Entonces, es el escenario natural de mis personajes. Es la familia, donde todo el mundo vive. Lo que pasa es que la familia se ha modernizado y ahora las familias pues no son solamente lo que eran antes: el papá, la mamá y la abuela. Ahora hay primera mujer, segunda mujer, niño de primera mujer, de segunda, niños adoptados. Bueno, las cosas han cambiado pero la familia es el escenario donde vivimos todos.

—Pero le resulta un escenario muy pintoresco.

—Yo hago que sea pintoresco. Yo no podría escribir sobre una familia normal a la que no le pasa nada. Yo necesito que mis familias sean pintorescas para que potencialmente den lugar a una trama que se desarrolle con comicidad y con hilaridad. O sea, mis puntos de partida tienen que ser familias muy pintorescas para poder desarrollar a partir de ahí una trama con humor.

—Su protagonista, Ricardo, es 12 años mayor que usted. Le costó meterse en su piel porque la edad vuelve a uno más sarcástico. ¿Le va ocurriendo también a usted?

(Ríe). Sí, sí. Simplemente tuve que hacer una proyección, recordar como yo era hace 12 años y cómo soy ahora, y trasladarlo 12 años después. Sí, yo creo que la vida te va haciendo más sarcástico, vas teniendo peor humor, más mala leche; o sea, el humor se va volviendo más agrio. Y yo creo que eso es lo que le pasa a mi personaje. Y el humor que tiene mi personaje Ricardo es 12 años más ácido que el que tenía mi personaje Luis de Vive como puedas, mi anterior novela. Y me tuve que disfrazar de él, hacer un poco ese ejercicio de traslación, por decirlo así.

—Las relaciones de sus personajes con las mujeres también ocupan un lugar destacado en su obra. A Ricardo, por ejemplo, le atrajo el físico de su mujer. Pero ella también envejece.

—Bueno, es un caso extremo. Es como lo de la familia pintoresca. Esto es un caso extremo. Pero también pasa. En este caso, él dice que le gustaba su mujer antes cuando su piel era tersa y sus vestidos tenían arrugas. Ahora sus vestidos están perfectamente planchados, pero su piel tiene arrugas, y entonces ya no le gusta. Es un caos un poco extremo, pero es verdad que la guerra doméstica entre hombres y mujeres está presente en mis novelas, pero porque también está presente en las familias, al menos en las que yo conozco. Hay como una especie de lucha de poder dentro del hogar entre el hombre y la mujer. Y eso es lo que yo reflejo también en mis novelas.

—Los hijos también aparecen en sus libros. ¿Es más fácil comunicarse con los hijos por WhatsApp que hablar con ellos directamente?

(Ríe). Sin duda. Lo que hay que hacer es mandarles un whatsap. Exacto. Tú ves a tu hijo adolescente que está en el sofá de al lado viendo el mismo programa que tú y tu única opción de comunicarte con él es mandarle un whatsapp, que se integre junto con los whatsapp que está recibiendo de sus amigos, así por lo menos te va a hacer caso. Si le hablas, es inútil, porque él está conectado a su matrix particular.

—A su protagonista la prejubilación, en el estado del bienestar, le produce malestar. ¿Se contagia de la realidad?

—Lo que le pasa a mi personaje es que se prejubila porque le obligan a prejubilarse y a todos nos han contado que la prejubilación es el estado ideal de la vida pero a mi personaje no le parece así porque es un luchador. Él dice que el que no tiene nada por lo que luchar no está vivo, no se siente vivo. Y si a él lo prejubilan, no tendrá nada por lo que luchar, tendrá todo, se lo darán todo el estado del bienestar. Y esa situación, de encontrárselo todo hecho, le producirá un profundo malestar personal.

—Una productora española ha comprado los derechos cinematográficos de Vive como puedas. ¿Sabemos algo más?

Vive como puedas es una novela que puede ser llevada al cine para ser una película muy sabrosa, y los productores y nosotros hemos estado hablando de una feel good movie, como se dice ahora en inglés, que es una película que cuando el espectador salga de ver el cine se va a sentir muy bien. O sea, mis lectores, que han leído Vive como puedas, me han informado y escrito para decirme lo bien que se han sentido después de terminar la novela. Pues los productores querían trasladar esa misma euforia al cine, que la gente cuando salga de ver la película pueda sentirse feliz. Yo creo que es una novela muy cinematográfica.

—¿Por dónde va a seguir ahora después de Un estado del malestar?

—Tengo dos proyectos que son, casi te diría, diametralmente opuestos. Uno es escribir una novela muy, muy gamberra, con muchísima guasa y sin darle tregua a la emotividad. Venderme al humor por el humor. Ese es uno de los proyectos. Y el otro es hacer una novela un poquito más seria e incluso profundizar un poco más. Y luego me reinventaré nuevamente.

Publicado en el diario Córdoba el 1 de diciembre de 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario