miércoles, 26 de diciembre de 2012

María Dueñas: “Los lectores quieren personajes llenos de humanidad”

Con El tiempo entre costuras vendió un millón de libros y en 2013 sus lectores podrán verla como serie televisiva. Ahora publica Misión olvido. Y sueña con vender también muchos ejemplares. No piensa defraudar a sus lectores, que probablemente se confundan con su cambio de registro, con este viaje que emprende a California en su nueva obra. María Dueñas vuelve tres años después con la única aspiración de seguir vendiendo millones de ejemplares y, sobre todo, de seguir seduciendo a estos y a nuevos lectores.

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FOTO: MIGUEL ÁNGEL LEÓN

—Después de haber vendido un millón de ejemplares de El tiempo entre costuras, ¿no le da vértigo sacar al mercado otra novela?

—No. Es un reto. Lo sé. Pero es un reto ilusionante.

—En Misión olvido abandona las aventuras de la modistilla Sira Quiroga para marcharse a California. ¿Lo entenderán sus lectores?

—Lo han entendido ya perfectamente.

—Pidió una excedencia en la Universidad para dedicarse a escribir. No sabe si volverá, pero no quiere hacer las dos cosas a la vez. Si la gente piensa que los funcionarios no trabajan.

(Ríe). Los funcionarios de la Universidad, desde luego, yo doy fe de que sí trabajamos.

—En su novela recupera las aventuras de los misioneros españoles en California entre 1769 y 1823. Un tema del que se ha escrito poco.

—Poquísimo. La verdad es que poquísimo. La primera sorprendida al conocer aquel mundo fui yo. Y así lo trasladé después.

—¿Qué le llamó la atención de aquellas misiones?

—Me llamó la atención, sobre todo, conocer la última de las misiones, San Francisco Solano, que es la más norte, y que tiene una historia muy particular por el momento histórico en el que fue establecida.

—“Conecto con la gente porque cuento historias que rozan la piel”. ¿Será también que la gente vive en sus libros lo que la vida no le ofrece?

—Lo que la vida no o lo que la vida sí, pero al fin y al cabo son personajes llenos de humanidad, y eso es lo que los lectores quieren.

—Usted es ahora el sueño de cualquier escritor. ¿No le han hecho ninguna propuesta inconfesable?

(Ríe). Cero, cero, cero. Me ven muy fiel a mi casa.

—Toda una vida buscándole el revés a las palabras, como lingüista que es, y de golpe se nos pone a escribir. ¿Qué es lo que no nos ha contado?

—Muchas novelas que me quedan por escribir todavía. Esas llegarán.

—Su libro reivindica también a los exiliados en las universidades norteamericanas, como Ramón J. Sender, hoy tan olvidados.

—Sí. Les rindo un pequeño homenaje tributo. Yo que he conocido sus universidades y he sido alumna y colega de los discípulos de algunos de ellos, me apetecía que estuvieran en mi novela rindiéndoles un pequeño homenaje.

—¿Se recuerda a escritores como Sender?

—Se le recuerda a veces en los circuitos académicos. Fuera no.

—¿Para el desamor es mejor perderse en el olvido antes que curar las heridas?

—Mis personajes creen que refugiándose en el olvido van a sanarse y al final se dan cuenta de que no.

—Con este libro, dice usted, quiere rendir un tributo a la posibilidad de reinventarse cuando la vida ha tocado fondo. ¿Así lo ha vivido usted también alguna vez?

—No. Yo afortunadamente no he tenido golpes como los de Blanca Perea, golpes tan duros. Pero, bueno, todos hemos tenido nuestras pequeñas derrotas y todos hemos peleado por salir de ellas, y eso te va curtiendo también.

El tiempo entre costuras llegará a televisión en forma de serie. ¿Para cuándo y para cuándo el cine?

—Está terminada la grabación de la serie y esperemos verla a principios de 2013. Y en el cine hay proyectos posibles sin confirmar.

—“Lo mejor de la vida a menudo está por venir”. Después de vender un millón de libros, ¿qué espera de la vida?

—Además de seguir vendiendo muchos más, seguir seduciendo a los lectores.

—En determinadas circunstancias, la literatura puede ser reparadora. ¿Usted lo intenta con sus libros?

—Por supuesto. Estoy convencida de que la literatura tiene mucho más poder que el nuevo entretenimiento, la mera evasión, y ojalá lo consiga.

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