domingo, 28 de abril de 2013

Nadie es nadie

No sabe a ciencia cierta si el mal presagio de estos tiempos que le ha tocado vivir se prolongará en el tiempo, si cualquier día se abrirá un paréntesis que necesita, un paréntesis que haga olvidar los días que ahora mastica con ansiedad, sin lograr salivar el alimento que ingiere por puro mecanismo, por simple necesidad.

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No sabe hasta cuándo la paciencia le guiará en este camino difuso del porvenir. Se agota cada posibilidad a cada trago, pero también se van agotando los tragos de vino barato, el único que puede consumir en tiempos de estrecheces materiales.

Mira otro tiempo como si nunca hubiese sido suyo, como si nunca lo hubiese vivido, como si le hubiesen trasplantado otra vida que no es suya y que tampoco quiere. Ya apenas reconoce el mundo que le han dejado como propio, pero él lo ve distinto y ajeno.

Cruza las mismas calles de otra vida que le perteneció, cuando aún proyectaba metas inaccesibles a otros. Pero ahora mira el mundo que un día le perteneció y no le parece correcto abrir otros ámbitos que ni conoce ni quiere. Piensa que le han cambiado la vida, que ha sufrido un trueque cuando el sueño le podía, que alguien se llevó un halo de viento que había en el aire y que él necesitaba para respirar.

Así lleva para cinco años y no sabe si su mal tiene solución. Pero mira a los otros y les detecta la misma sensación. Y eso todavía le gusta menos. Desde que así lo hizo cierra los ojos para no ver el mundo, pero el mundo se le ha metido adentro y no le deja el alma en paz. Le ocurre de vez en cuando, pero esas intermitencias cada vez se reproducen con más asiduidad, con intervalos de tiempo más próximos.

Teme que un día ese mundo que le han dejado le cambie de lleno y que, al despertar, no se reconozca y que sea parte imprescindible del paisaje. Mientras tanto, ahorra para comprar y beber vino barato. El consuelo siempre lo encuentra dentro de una botella. También en la botella busca un mensaje. Cuando mira la botella, no hay vino ni mensaje. Un día tampoco habrá botella. Otro día tampoco estará él. Este mundo le es prescindible, y él para el mundo hace tiempo que lo es. Las piezas ahora se ensamblan a la perfección. Sabe que no es nadie.

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