miércoles, 31 de julio de 2013

Cuidado con las explicaciones de Rajoy

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, muy a su pesar, ha retrasado sus vacaciones este verano para comparecer en el Senado y explicarse. Digo bien. Explicarse. No he escrito dar explicaciones. Ambos verbos, en román paladino, significan cosas muy diferentes. Explicarse es subirse a la tarima con un tajo de folios que te han escrito los asesores y, como un mago con su chistera, sacar un conejo donde solo había un conejo, seguir las manos con la mirada para que todos miremos las manos y sorprendernos con una tórtola donde solo había una tórtola. Y también: nombrar al Guadiana por donde no corre el agua, decir que él ha retrasado su descanso por culpa de Zapatero, si le preguntan por Bárcenas dirá que él está ahí para hablar de cosas serias y que no conoce de nada a ese tipo aunque él mismo lo nombrara tesorero de su partido, que él nunca cobró tres sueldos y que con el que tiene apenas llega a final de mes. En fin, para concluir, dirá que esto de ser presidente es muy duro y que no vale la pena. Mejor ir al programa ese máster chef. Hay mejores formas de ganarse la vida. Nosotros, que nunca seremos presidentes, no nos contentamos con cualquier explicación, pero yo os aseguro que Rajoy está que no duerme.

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Otra cosa es subirse a la tarima donde todo el mundo te ve y dar explicaciones de lo que está pasando. Vamos, citar al toro por los cuernos o coger la sartén por el mango, que se dice. En este apartado, los refranes son variados y luminosos. Pero un hombre que está acostumbrado, rodeado de sus asesores, a convocar a los periodistas a ruedas de prensa sin preguntas, a rudas de prensa sin respuestas, a ruedas de prensa sin preguntas y sin respuestas, a ruedas de prensa con pantalla de plasma donde le sacan el perfil más peliculero, a ruedas de prensa de él pero sin él, a vetar a las cámaras de televisión en los mítines electorales, a difundir videocomunicados y a transmitir discursos por circuitos cerrados de televisión, no está preparado para subirse allí, solo ante el peligro, y leerse 54 folios que en los que no cree y que otro le ha escrito.

Ayer terminé de escribir un libro magnífico: Manual inútil de la comunicación. De haberme dado tiempo le hubiese enviado un ejemplar gratis al presidente. Le hubiese dado tantas pistas en un día como el de mañana. Pobre hombre, con el calor que hace, y sin un libro de autoayuda. No sé ustedes, pero yo lo veo muy mal. Igual en septiembre ni vuelve. Si no al tiempo. Experiencias como las de mañana pueden cambiar a una persona. Yo lo seguiré desde la playa por si nos corta las vacaciones. Este es de los que no le gusta joderse solo él.

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