domingo, 9 de marzo de 2014

Los 87 años de Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez ha cumplido 87 años. Lo vi sonriendo, sin memoria, ajeno al mundo que había inventado y llevando los años como mejor puede. Cuando lo conocí en Sevilla en 1986 era un hombre lleno de energía, pletórico, consciente de que había escrito una novela que había roto todas las fronteras hasta entonces invulnerables. Le dio por meter la ingeniería del reportaje en ese género literario y condimentarlo con una imaginación sin parangón posible. El Premio Nobel se le resistió solo unos años.

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Entonces andaba metido en la que él considera su mejor novela, aunque ahí yerra. El amor en los tiempos del cólera era todavía un amasijo de folios sin título siquiera. Intentaba también poner orden en un libro de relatos. Tenía esbozos de más de más de 70 textos, pero al final se quedaron en muchos menos. El libro se titularía Doce cuentos peregrinos. Pero el libro que no le dejaba en paz era un texto periodístico con título definitivo: Cuba: la vida durante el bloqueo. Como el bloqueo a la isla por parte de Estados Unidos nunca alcanzaba el final, abandonó el manuscrito en un bloqueo definitivo hasta que la propia realidad le pusiera el punto final.

El libro sobre Cuba, hasta hoy, no ha llegado a publicarse y, probablemente, ande cogiendo el polvo que la propia historia desempolvará cualquier día. No es el único manuscrito que espera un mejor destino. Volví a reencontrarme con él en México en 2006, y unos años antes en Cuba. Me dijo que Memoria de mis putas tristes no sería su última novela. Me confesó que tenía otra ya terminada, pero le gustaba después de escribirlas dejarlas unos años que maduraran por sí solas. También tiene publicados algunos relatos de un libro inacabado.

Pero la vida le ha quitado la memoria y vive feliz en un mundo sin recuerdos posibles, probablemente en una ficción que no reconozca como propia y por la que vaga sin rumbo como si fuera una novela interminable. Tal vez Mercedes no quiera que esa novela navegue por el mundo sin la consciencia del escritor. Sin que su legítimo autor le dé el pistoletazo de salida para su impresión. Mientras esperamos esos libros de los que no sabemos más, él ha celebrado su cumpleaños con la sensación soberbia, tal vez, de que la vida y la ficción son una misma cosa.

Maestro, nunca dejo de leerte. Es mi regalo por tus 87 años sin soledad.

2 comentarios:

  1. Que pena de vida, que lástima de mundo, nunca estaré de acuerdo con esta naturaleza infame que nos reduce a casi nada, lo considero además de crueldad, como una falta de respeto a la dignidad. Ese maestro de la palabra escrita muy pronto estará como su coronel, no tendrá quien ni una letra le escriba, aunque algunos como tu, como yo que le adoré desde siempre, continuemos leyéndole y quizás como una ofrenda, pongamos junto a nuestras respectivas camas, algunas de sus obras para aunque sea hojearlos en un descansillo nocturno. Un cordial saludo

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