domingo, 4 de noviembre de 2012

Ian Gibson: “La gran España culta y rica no ha nacido todavía”

Ian Gibson (Dublín, 1939) publica su segunda novela, La berlina de Prim, obra galardonada con el Premio Fernando Lara 2012. El biógrafo de Lorca asegura que si Prim no hubiese sido asesinado, habría cambiado el rumbo de la historia de España. Advierte también que se ha investigado poco sobre el Sexenio Liberal y culpa de este asesinato al duque de Montpesier y al general Serrano. Ya proyecta escribir su tercera novela, pero esta vez ubicada en la Inglaterra del año 2000. Todo eso, después de poner punto final a la biografía de Luis Buñuel. En cualquier caso, revisará también la biografía de García Lorca y le inquieta, sobre todo, encontrar alguna grabación con la voz del poeta granadino.

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FOTO: MIGUEL ÁNGEL LEÓN

—Sobre Prim no podía escribir un libro histórico convencional, así que optó por mezclar la trama detectivesca con la investigación.

—Sí. Vi claramente que no había tiempo para hacer una investigación en profundidad. La dificultad del acceso al documento que está en el Tribunal Supremo, que no está digitalizado, y, luego, el hecho de que el sumario está medio destrozado. Está microfilmado pero todo esto necesita mucho tiempo y no lo tenía. Quería escribir mi novela pero vi que un libro convencional en aquellos momentos no podía.

—¿Siente el escritor a veces la necesidad de cambiar el rumbo de la historia a través de la imaginación?

—Hay un género nuevo en el que tú te inventas todo. Es decir, no matan a Prim, qué pasa con Amadeo. Ese libro no lo he hecho. Pero me encantaría hacerlo. En ese no haría falta investigar en la búsqueda de documentos, porque tienes que inventar todo. Yo ahora tengo la tentación de hacer una novela sobre esto.

—¿Si Prim no hubiera muerto, habría cambiado el rumbo de la historia de España?

—Yo creo que sí, porque sin Prim a su lado Amadeo no puede hacer nada. Tiene tantos enemigos. Pero con Prim a su lado es posible que se hubiera consolidado. Con lo cual España se hubiera tranquilizado un poco antes.

—¿Qué le fascinaba de Prim? ¿Qué buscaba en el siglo XIX, en la primera república, un periodo de nuestra historia que no había tanteado antes?

—Yo, no. Muchos, tampoco. El sexenio es fascinante. De repente, de la noche a la mañana, se abren ventanas de libertad. Hay libertad de imprenta, de religión, de cátedra. Hacen una constitución muy liberal en el año 69. Es importantísimo. Si aquello se hubiera consolidado, no hubiera pasado lo que pasa después. Habría sido muy diferente todo, pero por desgracia no pudo ser. Pero a mí siempre me ha fascinado. Y la falta de libros de la época.

—La muerte de Prim es un caso no resuelto. No se sabe quién lo asesinó ni quién dio la orden. Pero usted tiene su propia teoría.

—Yo creo que hubo un contubernio en las alturas. Creo que el duque de Montpensier tuvo su participación y también el general Serrano. Prim tenía muchos enemigos. Hicieron todo lo posible por suprimir la verdad después. Y lo han conseguido hasta hoy.

—El padre de su protagonista, Robert Boyd, está enterrado al lado de Gerald Brenan. Sobre este personaje no hay mucha documentación. ¿Pero qué hay de realidad y de ficción en su personaje, Patrick?

—El padre es un personaje histórico fusilado al lado de Trujillo en la playa de San Andrés de Málaga. Es un personaje histórico que muere con 27 años. Da su vida y su dinero a favor de las libertades y contra Fernando VII. Es un personaje sobre el que no hay mucha documentación. Y el hijo es inventado por mí. Es un hijo ilegítimo, fruto de su relación con una andaluza en Gibraltar. Me he tomado la libertad de inventar al hijo y hacerlo protagonista de mi novela.

—En su novela aparecen personajes históricos: Galdós, el padre de los Machado…

—Sí. El padre de los Machado es muy importante porque yo, cuando hacía la biografía sobre Antonio Machado, estuve investigando en Burgos y uno de los documentos de Burgos procede de la viuda de Manuel Machado. Hay un documento del abuelo donde explica su opinión sobre Montpesier. Él cree que Montpesier fue uno de los tramaron el asesinato. Yo he convertido a Machado en un personaje clave en este libro por varias razones. Entre ellas, la política, por supuesto.

—Entre otros proyectos suyos, está terminar su biografía sobre Buñuel y ya piensa en una próxima novela. ¿Tiene pensado el tema?

—Bueno, yo ya tengo una idea para una segunda novela. Realmente sería la tercera novela, porque yo hice un intento de novela hace algunos años, que se llama Viento del Sur. Tampoco tuvo mucha presencia en los medios. Yo ya siento la convención de hacer una novela contemporánea, y creo que tendría que volver al inglés para escribirla, porque sería una novela con argumento desarrollado en la Inglaterra de 2.000 más o menos. Es el mundo universitario que yo he conocido y tengo una idea que no te puedo decir porque la estoy elaborando.

Eso sería para después de la biografía de Buñuel. Lo que te puedo decir es que no voy a hacer más biografías. Llevan demasiado tiempo. Es muy complicado. Yo ya tengo 72 años y no soy tan joven como cuando tenía 18. No me quedan tantos quinquenios, porque a mí me lleva cinco años cada biografía.

—Proyecta también revisar la biografía de García Lorca.

—Mi sueño es terminar el primer tomo de Buñuel porque el segundo va a ser muy difícil. El primero abarca hasta el año 1939, y dejar el segundo a otra persona. Yo he hecho el gran trabajo de la infancia, que no había hecho nadie. Luego, revisar la trilogía, porque sobre Lorca hay mucho más. Yo estoy todavía dentro de la telaraña. Creo que sería mi obligación revisar el libro. Algo que no he hecho todavía. Se ha reimpreso muchas veces. Últimamente por Crítica. Pero ahí no fue posible la revisión de los contenidos. Eso me llevaría un año probablemente. Habría que pasar unos meses en Fuente Vaqueros, donde está mi archivo. De modo que yo espero hacer eso. Se lo debo a don Federico García, que ha enriquecido mi vida, y no me refiero al dinero, me refiero al señor Gibson como ser humano. Y quisiera hacer eso.

—Pero lo que más le inquieta del poeta granadino es encontrar alguna grabación de su voz.

—Hombre, yo creo que puede haber algo. Este algo no se ha encontrado todavía. Dijeron que sí, pero si se hubiera encontrado, lo sabríamos tú y yo. Yo no me quiero morir sin oír la voz de Lorca, porque a mí los suyos me han dicho cómo era. Que él no era un tío que recitaba un poema, era el poema en persona. Era un genio. Y, claro, la gente escuchándolo, viéndolo, recibiendo ese efluvio, nunca olvidó aquello. Era mágico y escalofriante. Siempre con el temblor de la muerte, la idea de la muerte rondando. De modo que yo no quiero morir sin oír su voz. Si está en algún sitio, está en Buenos Aires, en un sótano, en una etiqueta, incluso sin etiqueta. Allí tiene que estar. Él estuvo mucho en la radio.

—Ha dicho usted: “Creo que España no ha nacido todavía, es decir, la gran España culta y rica. Quiero verla antes de morir”.

—Bueno, he dicho más o menos eso. Sí. Tienes razón, claro, yo sé que eso es muy difícil, pero mi idea del país, la cultura soterrada, todo lo que está allí, las raíces de las palabras, del árabe, por ejemplo, que no se enseña para nada. Es una locura. Bueno, todo eso es recuperable. Y quisiera ver una España culta. Ahora tenemos estabilidad. Vamos a crear cultura. Y si es posible, yo quiero que venga la república federal ibérica, con Portugal incluido. Es mi sueño.

—También ha dicho: “Me gustaría formar una escuela para futuros biógrafos, enseñar a la gente a investigar”.

—Exacto. Yo lo haría si me tocara la lotería. Montaría una fundación. Sería mi gran contribución. Yo quiero ayudar a formar biógrafos, porque yo soy biógrafo sobre todo. Y es que aquí no hay tradición biográfica, y hace falta. De modo que sí, me ratifico.

—Siempre se vuelve a la niñez. También usted piensa escribir un libro sobre su infancia. De hecho, ha dicho: “Yo soy mi próximo libro, soy lo que escribo”.

—Es un posible libro. Un libro muy breve sobre mi infancia, sobre mi difícil familia, buena gente, protestante en Irlanda del Sur. Yo no pertenezco a nada pero ellos tenían la sensación de ser minoría. Eran una minoría no del todo aceptada por el catolicismo circundante. Yo he vivido lo que es nacer en un sitio y no pertenecer del todo. Tener una inquietud. Eso me convirtió en un hombre que vive en sus libros y que ha encontrado mucho aquí en España. Y quisiera investigar un poco, no mucho, mi infancia, un poco sobre mis padres y sus problemas. Es un posible libro. Y hay otros posibles libros.

Publicado en el diario Córdoba el 6 de octubre de 2012

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