domingo, 2 de marzo de 2014

Ella mira el mar

Ella mira el mar. Desde hace mucho tiempo, ella mira el mar. Mira como si esperara a alguien o algo, como si su destino estuviese sumergido en las aguas. Siempre mira más allá de donde alcanza la vista, donde no se divisa apenas esa línea que separa o une cielo y mar. La veo cada tarde sentada en la arena, paciente, sin importarle el viento racheado que desordena sus cabellos. Está allí sin importarle no poder estar en otra parte. El mundo queda muy lejos del mar. O mejor dicho: su mundo es el mar.

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Alguna vez he querido acercarme a su sombra y decirle algo. Pero anda ensimismada en ella misma, en ese laberinto de sensaciones donde nadie tiene cabida. A veces, me siento muy cerca de ella, sin importunarla. Sé que a ella no le importa. Me mira sin decir nada, como si le gustara mi silencio. Ayer vine y no estaba. Me senté en la arena blanca, esperándola tal vez. Ella se acercó en silencio y se sentó a mi lado. En la arena, con el dedo, escribió algo. Mi nombre. Apenas tenía una sonrisa en los labios. Después, miró al fondo del mar, donde el agua borra todas las huellas en la arena.
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domingo, 23 de febrero de 2014

Tal vez

Se quedó pensando qué había sido de su vida anterior. La sintió como un trozo desgajado del tiempo presente. No le intimidó esa posibilidad. Caminaba sin prisas y en un escaparate, sin haberlo pretendido, se miró un rostro que no reconoció, aunque sabía que era ella. No sabe exactamente qué vio que la extrañó. Era una mujer aún joven y bella, de una delgadez envidiada y un brillo en los ojos que no tenía antes. No le preocupó la aparición de aquellos rasgos de felicidad inusitada, sino la razón de por qué estaban ahí. Nunca se había percatado de tal ardor en la piel, ni se supo mejor persona de lo que pudo haber sido antes.

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Miró en la agenda el número de teléfono de alguien que hubiera olvidado, intentó recordar un beso furtivo entre las sábanas de alguien que no recordó. Buscó sin hallar cualquier huella que la pusiera en el camino certero. No encontró indicios suficientes para rechazar la idea de que era ella sola quien había optado por asumir un nuevo destino. No le desilusionó la idea de que pudiera estar sola en la vida. Estaba en esos pensamientos cuando oyó el timbre del móvil en el bolso. Cuando leyó el número, sonrió. Tal vez entonces supo por qué.
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miércoles, 19 de febrero de 2014

Así

Tierna y mojada como un bizcocho empapado en chocolate cuando estás tan cerca y no hay nadie; diferente sin pretenderlo; bronca si la adversidad te golpea; siempre pendiente de mis movimientos por si lleno la mochila y huyo del hogar; blanca si hay luz, blanca si es noche cerrada, blanca confundida entre las sábanas.

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Abajo el río alimenta tu melancolía y luego subes, ligera de ropa, a demandar un puñado de caricias que necesitas. No hay medida que calme esta pasión y es imposible vivir al margen de ella. Tú lo sabes y me disuades con poca pericia, con armas nada útiles en estos percances de la piel. Estás ahí de pie, desnuda y sin intenciones, con la paciencia marcada en las uñas, y con los ojos vueltos a la ventana, que no miran pero ven si alguien se mueve a tus espaldas.

Estás ahí con tu presencia rotunda, a veces casi invisible, otras hurgando en cada rincón de la casa la parte de mi vida que ya nunca fue tuya. Estás ahí: huraña a veces, conflictiva otra, entregada siempre, segura en tus aspiraciones, inquietante si te miro, perturbadora como una tormenta nunca anunciada. Y sobre todo mía. Así te quiero.
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lunes, 17 de febrero de 2014

Tan joven

Después de todo, ella no sabía quién era él. Se habían conocido esa misma noche. No sabía de su pasado tormentoso, ni de las consecuencias de no meditar los pasos cuando los impulsos los guían. Es cierto que es muy joven y que a esa edad el corazón borbotea sin espesuras, a una velocidad invisible y acelerada que todo lo confunde. Que no era su hombre lo sabe ahora, pero ella no se arrepiente de nada. Era un miserable, un delincuente, un impostor. Ya te leí su currículum. La policía lo buscaba.

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Ella declaró que no sabía nada, que lo conoció esa misma noche, que no le contó nada de su vida, que ya no quiere saber nada de él ni de sus andanzas. Eso le dijo al juez, que no quería saber nada de ese hombre. Pero tú y yo sabemos que no es así. Se le metió adentro, por ese sitio por donde no cabe una aguja y por donde es imposible expulsar su recuerdo. La miro y sé que está pensando en él, que quiere estar con él. Miro ahora mis años de juventud y sé por mí por dónde ella se está muriendo.

A él un día lo pillarán, muerto o vivo. Está escondido en los montes. Le dispararán como a un conejo, le apuntarán con intención de matarlo y caerá como un saco lleno de ramas por esas rocas que dan al río. Ojalá logre escapar, para no escucharla a ella llorar cuando sepa que está muerto, que su vida son dos mitades sueltas e inconexas: una, que comienza a pudrirse; y otra, que conservará en formol, sin latir, como un dibujo inanimado. Después, cualquier día, la pena se le pondrá más gorda, como un puñado de sal húmeda, y querrá irse con él sin importarle el mundo que deja atrás. La miro joven, muy joven, y sé que ya se ha comenzado a morir tan pronto.
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domingo, 16 de febrero de 2014

El mundo es insignificante

El espigón de los sueños rotos que separa África de Europa es una línea invisible en la costa de Ceuta, donde el desastre y la mala fortuna se dan la mano con demasiada familiaridad. El 6 de febrero, 300 subsaharianos se echaron a las aguas del Mediterráneo buscando una salida digna a sus propias vidas. 15 de ellos encontraron la muerte. El resto, la desolación. Las versiones, como siempre en estos casos, tan dispares. Por un lado, el Ministerio del Interior. Ni sabe in contesta. O responde lo que quiere. Por otro, las ONG y los inmigrantes. Comiendo arena envenenada en las playas.

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Los inmigrantes se habían citado a media noche. Era una noche fría. Llegaron a la valla que aísla a la ciudad autónoma del resto de África. Bajaron las lomas del Auyal y alcanzaron la verja del paso del Biutz. Ahí se dividen. Un grupo se dirige a la costa. Decenas de ellos intentan llegar a nado a suelo español. Flotadores y chalecos hechos con botellas de agua para evitar el hundimiento es toda su logística. Apenas 30 metros para entrar en el paraíso. Ahí los guardias civiles les disparan bolas goma y cartuchos de fogueo. Esta intervención provoca el pánico y el pánico, a su vez, 15 víctimas. Regresan a Marruecos con los sueños truncados y ellos mismos sacan a los muertos del agua para rezarles y llorarles. Esta frase define la tragedia: “Nos disparaban como a pollos”.

Luego, ya se sabe, vienen las versiones, las disculpas, las acusaciones mutuas, la negligencia. En mitad, una raya en el agua y 15 ataúdes. Graham Greene escribió que él era reportero y que Dios solo existe para los editoriales. A mí me ocurre igual. Prefiero alagarme en los hechos que halagar o condenar los designios de dios en la tierra y las maldades de los hombres en las aguas fronterizas del infortunio. Duelen los hechos y sobran las excusas. Los desheredados del mundo bebieron esta vez café con agua salada. Es el precio de todo sueño imposible. Sus compañeros de epopeya lloraron los cadáveres. Dios andaba, como algunos monarcas, matando elefantes por las nubes. Visto desde arriba, el mundo es insignificante.
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sábado, 15 de febrero de 2014

No sabemos

De aquel día solo conservó la sensación perenne de que algunas experiencias nunca se repiten. Y que, como consecuencia, parte de esa vida transcurrida hace apenas horas o semanas es ya materia de la memoria y de la imaginación. Los recuerdos descomponen las vivencias en partículas mínimas que nosotros reconstruimos como un puzle siempre distinto y, por supuesto, tan diferente a cómo sucedieron los hechos reales. Él lo sabe con esa solvencia que dan los años y con esa educación sentimental que utiliza para apaciguar cualquier revés que le da la vida.

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Conserva, desde aquel día, una nostalgia lasciva y posiblemente algo enfermiza que le para los pasos a la hora de emprender empresas dispares o arriesgadas. En cualquier caso, no teme al fracaso ni a la pérdida, sino a la comparación irreparable, a saber que los días que ya se fueron no volverán o lo harán travestidos de momentos fugaces y de actitudes impostoras.

Lo dejó todo allí, entre aquellas paredes, con la certeza de que el tiempo posterior nada más sería una nota a pie de página, una prolongación imposible y falsa de otra época mejor e irrecuperable. Está ahí, sin más. Y no necesita nada. Quizás sabe que la sorpresa ya no es clave en su existencia y que el conocimiento reducido de su vida es combustible suficiente para atravesar esa carretera sin dirección que conduce a ninguna parte, a ese lugar en el que nunca sabremos si alguien nos espera.

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jueves, 13 de febrero de 2014

Valerio Manfredi: “La vida sin emociones no vale la pena ser vivida”

Después del éxito de Alexandros, su trilogía sobre Alejandro Magno, que ha sido traducida a 38 idiomas y publicada en 62 países, Valerio Massimo Manfredi se atreve ahora a desenterrar al héroe por antonomasia: Ulises. Un personaje muy manipulado a través de la Historia. En Odiseo. El juramento, el primer volumen de esta otra trilogía, recupera su vida desde su juventud en la isla de Ítaca hasta su trascendente papel en las guerras de Troya.

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Viste chamarra de piel y vaqueros, foulard al cuello. Tiene el pelo blanco con flequillo romano, las barbas color ceniza y las cejas negras salpicadas también de canas. Algunas incipientes arrugas, aunque ya consolidadas, no delatan los 69 años de vida ajetreada que acumula en su propio pellejo.

Su éxito como escritor no le resta tiempo para dedicarse a su otra vocación: la arqueología. Una trayectoria salpicada de anécdotas y de aventuras que no envidian demasiado a las de Indiana Jones. Pero él dice sencillamente: “La vida sin emociones no vale la pena ser vivida”.

Ha sido arrestado tres veces por la policía y por el ejército. Ha sido interrogado y cuestionado en países como Siria, Irak o Turquía Oriental. A veces, se ha perdido. Y en alguna otra ocasión ha arriesgado la vida. Ahora ha localizado unas tumbas casi invisibles en Israel de las que no quiere hablar. Y se excusa así: “Podría ser peligro hablar de eso”.

Nació en Módena (Italia) en 1943. Es académico especializado en la antigua Grecia y el Imperio romano. Ha sido profesor en diversas universidades de prestigio, y publica artículos y ensayos en revistas académicas. Es autor de 17 novelas, de las que se han vendido más de 12 millones de ejemplares en 39 lenguas y en 75 países.

También ha escrito guiones para cine y televisión y ha dirigido documentales y programas culturales. Habla un español correcto que condimenta con palabras en italiano y giros de ninguna lengua. Es un hombre dinámico, siempre risueño, y, cuando responde a cada pregunta, no olvida su condición de profesor universitario, en aras de que sus explicaciones minuciosas ayuden a su español algo más impreciso.

—En Odiseo usted recupera al héroe ya restaurado. Porque Ulises ha sido un personaje muy manipulado y adulterado. ¿Por qué?

—Porque siempre ha sido tan popular, que en todas las épocas cada generación lo ha reinventado y cada vez por cuestiones y por razones ideológicas, políticas, geopolíticas, lo que quieras. Al final, es un tipo de propaganda. Por ejemplo, en el siglo V antes de Cristo, los grandes dramaturgos lo recuperan para representarlo en forma totalmente negativa, como el prototipo de los sofistas, que utilizan la mente, la inteligencia, para prevalecer sobre gente que es mucho más que ellos.

—En cierto modo, le ha ocurrido como a Jesucristo, que en cada época lo han representado de manera diferente.

—Claro, pero por qué. Porque son muy populares, porque son personas que son vectores de ideas, porque se acercan a un gran número de personas. No olvidemos que los autores de la Odisea, la Ilíada y todos los temas del ciclo troyano son poetas orales. En los años veinte del siglo pasado, dos estudiosos americanos, Millman Perry y Albert Bates Lord, descubrieron que seguía existiendo poesía oral en los Balcanes, En una noche registraron con un magnetófono enorme, que tiraban con un carro y dos mulos, registraron un poema de 13.000 versos.

La técnica de los poetas orales serbios de los años veinte era exactamente la misma que se encuentra en los poemas homéricos. Qué cosa. Nos demostraron que estos poetas de calle están en condiciones de narrar con fidelidad histórica eventos viejos de 400 años atrás. Así que también los personajes homéricos podrían ser reales. El canto épico viene después para enriquecer el relato con la mitología y hacer más fascinante el cuento.

—La Odisea, para usted, es “la aventura perfecta”. ¿Todo está ahí?

—Sí. Es la aventura perfecta. Después de la Odisea no hemos inventado nada. Digamos que los recursos del poeta de la Odisea los podemos encontrar en la filmografía moderna. El fash-back, el mecanismo que empieza la historia con el héroe derrotado, desnudo. No tiene nada, nada, nada. Y después, vuelve a recuperar su poder, su fuerza. Y tú estás de su parte. Este mecanismo es elemental y se encuentra en toda la filomografía moderna.

Odiseo. El juramento es el libro que acaba de aparecer en España. Il retorno será la segunda parte. Verá la luz este año.

—Salió en Italia en septiembre. Y narra la segunda parte de su aventura, es decir, la vuelta a Ítaca. Empieza con el fin de la guerra de Troya y después sigue con todas las grandes aventuras hasta la masacre de los enemigos y la vuelta a Ítaca. Después continúa hasta emprender el último viaje.

—Desde la Antigüedad, hemos perdido mucha documentación original de Ulises. Con el material de que disponemos hoy, ¿podemos construir un perfil más o menos verídico de este héroe?

—Verídico, no. Primero, porque la verdad es un concepto abstracto totalmente. Se puede hablar de verdad en una obra histórica, donde digamos que el historiador tiene la carga de la prueba. Digamos que leyendo todos los fragmentos que sobreviven del ciclo troyano, se puede recuperar una secuencia completa de la vida del héroe y restaurar su figura, teniendo como modelo el héroe de Homero. Él es el inventor de Ulises como personaje literario, que ha sido el más afortunado de la literatura universal desde Homero hasta James Joyce. Es el único. No hay otro como él.

—Usted ha utilizado algunos de aquellos rastros olvidados y ha ido incluso más lejos que Homero, más lejos de lo que no se cuenta en la Odisea.

—Bueno, esto no se puede establecer con precisión. Por algunos fragmentos de poetas del ciclo troyano podemos más o menos datarlos. Pero hay mucho que no se puede datar. Porque, como he dicho, eran poemas orales. Todos eran poemas orales. Y así es muy difícil de datar. Se puede datar cuando hay referencias históricas, referencias que pueden conectarse con un ambiente de tipo histórico. Pero digamos que Homero es de los poetas más antiguos. Homero mismo cita otros poemas.

—Usted ha dicho. “Homero crea la gran emoción, el golpe del genio, pero no puede permitirse otra cosa, es un poeta de carretera”.

—Sí. Es decir, un poeta oral. No se sabe nada de Homero. Se sabe que la cuestión homérica ocupa bibliotecas enteras, pero de él no sabemos nada. Pero leyendo sus poemas y sabiendo que se trata de un poeta oral, yo pienso que esto se puede decir, que ha sido un poeta de carretera como pudiera haber sido tal vez un poeta de corte.

—En realidad, ¿cómo era Ulises? Es decir, de Ulises existe el mito. ¿Pero existió el hombre?

—Yo no creo que se pueda considerar un mito. Se tiene que considerar la narración de hechos que se verificaron, en los cuales pueden tomar parte también los dioses. Pero yo aquí lo he descrito de una manera realista. Si la guerra troyana ocurrió en realidad, como piensa la gran mayoría de los estudiosos, por qué no pensar que sus protagonistas han existido también.

—Me interesa mucho el éxito de Ulises con las mujeres, ya fuesen humanas o divinas.

—No podemos atribuir a este personaje idas y comportamientos que son típicos de la edad moderna. Eran personajes primitivos. Yo creo que el éxito es la complejidad del personaje, en el cual cada ser humano puede reconocerse. ¿Y esto de dónde viene? Viene del hecho de que, mientras que Aquiles es un monolito, es un héroe arcaico, Ulises es un personaje de paso de una época a otra, de la época heroica a la época humana. Y se ve muy bien cuando se encuentran él y Aquiles en el más allá, en los infiernos.

—A sus 69 años, escribe, hace documentales, da conferencias, viaja, excava ya cimientos arqueológicos. ¿A qué dedica el tiempo libre?

—Todo esto para mí es tiempo libre (ríe).

—Usted, además de novelista, es arqueólogo. Sospecho que su vida y la Indiana Jones son bastante diferentes. Aunque algunas anécdotas también le añaden a su biografía una pátina de aventura.

—Oh, sí. Muchas. He sido arrestado tres veces por la policía, por el ejército, interrogado, cuestionado en varios países, en Siria, Irak, en Turquía Oriental. Muchas veces me he perdido. Mis amigos estaban desesperados porque no sabían nada de mí. No había celulares en aquel tiempo. La radio estaba prohibida, prohibidísima, en todos estos países. Y al menos una o dos veces he arriesgado la vida.

Una vez en el interior de una pirámide mesopotámica, en un zigurat, otra vez en en el desierto del Neguev, en un lugar de mi excavación, penetré en unas grutas, y mis espaldas se quedaron encastradas, pero en el interior había polvo, fino como el talco. Haz un movimiento y estás asfixiado. Si haces un movimiento falso, estás muerto.

—Ahora excava en Sicilia…

—Es una acción preliminar para un proyecto de restauración de un gran templo griego, el mayor del Mediterráneo.

—Y en Israel ha localizado unas tumbas casi invisibles de gran valor arqueológico.

—Esa es cosa de la que no puedo hablar ahora. Es muy secreta (ríe).

—¿Por qué razón?

—Podría ser peligroso hablar de eso. Mejor que quede en secreto hasta ver qué es. Mejor. Es una cosa muy particular. No puedo decir dónde está. No puedo decir nada. Podría ser la más grande aventura de mi vida.

—Usted ha pasado de la vida gris de profesor de universidad a escritor de éxito, traducido a 39 lenguas y publicado en 75 países. Que le reconozcan por la calle, ¿le ha afectado a su vida personal?

—Bueno, primero, yo estoy muy conectado con la Universidad. Este es mi origen y siempre he vuelto a enseñar en muchas y diferentes universidades como profesor invitado. Pero el éxito de la trilogía de Alejandro me ha cambiado la vida por motivos que muy bien se pueden imaginar.

—Pero no solo escribe historia. La mitad de sus libros están ambientados en el presente. La noche de invierno, por ejemplo, cuenta la historia de su familia materna. Cuando se escribe, ¿se mira con igual perspectiva el tiempo pasado y el presente?

—Yo no hablo de historia. Si quiero hablar de historia, escribo un ensayo histórico de tipo académico, con notas, bibliografía y todo lo que necesita. La historia científica, digamos, responde a la exigencia del ser humano de una memoria común. Nadie puede vivir sin identidad. La narración literaria responde a otra exigencia del ser humano que es la emoción.

Hay hombres que viven en dos metros por dos toda la vida. Pero tal vez en su corazón, en su mente, hay las mismas aspiraciones que hicieron grande a Alejandro, Julio César o Ulises. Por esto, la literatura, el canto épico, la narración dan la posibilidad a cualquier ser humano de vivir más vida y más vidas. Porque la vida sin emociones no vale la pena ser vivida.

—Cuénteme por qué un arqueólogo como usted pasa de desenterrar piedras a ponerle música a las palabras.

—Fue totalmente una casualidad. Primero, yo nunca dejé de sacar piedras. Nunca. Esto se verificó por este caso. Yo colaboraba con una editorial de Bolonia haciendo pequeños trabajos para ganar un poco de dinero, y me pidieron escribir una novela ambientada en la Antigüedad. Y yo le dije no lo sé, porque nunca lo he hecho. Pero trata de hacerlo, me dijo el editor. Así que me puse en casa a leer a Herodoto, la guerra de las Termópilas. Y descubrí que había dos supervivientes de los 300 combatientes. Así nació mi primera novela, Talos de Esparta.

—Usted, que conoce la historia, sabe que los juegos olímpicos, en su origen, no se parecen demasiado a los nuestros. Entonces, las únicas normas eran no sacarse los ojos, no morder y no cortar los testículos del adversario. ¿No nos estaremos volviendo demasiado sofisticados?

—Yo creo que siempre ha habido una componente violenta en los Juegos. Digamos que los juegos griegos han contado con la parte más violenta, que es la muerte del oponente. Mientras en Italia continúa esta tradición de violencia hasta los combates de gladiadores. La violencia se convierte en espectáculo. Es una mácula para el Imperio de Roma.

—Usted escribió el guion para la película Memorias de Adriano, que iba a dirigir John Boorman, basada en la novela de Marguerite Yourcenar. ¿Es esta una de las grandes obras del género histórico?

—Yo no creo en los géneros. Yo creo en los buenos libros y los libros malos. No existe libro que no sea histórico, porque nada puede existir fuera de la historia, de lo que sabemos. Pero Memorias de Adriano es una de las más grandes obras literarias del siglo XX. Es magnífica. Escribiendo el guion, intenté permanecer fiel a la atmósfera más que a la letra del relato original. La reacción de la familia y de los abogados de Marguerite Yourcenar fur muy positiva y dijeron que este era el primer guion que respetaba el espíritu de la obra original. Pero no se ha hecho nada y sigue siendo un proyecto que está durmiendo.

—Le leen Fidel Castro, el rey Constantino de Grecia o el expresidente de Colombia Andrés Pastrana. ¿Cree que porque se ven reflejados en sus personajes?

—Creo que cada uno de estos personajes tenía una razón para leerme. El comandante Castro porque Alejandro Magno es su héroe preferido. Su nombre de batalla, cuando combatía en Sierra Maestra, era Alejandro. Así que hemos conversado toda una noche desde las 11 hasta las ocho de la mañana. Le gustaba sobre todo preguntar. Increíblemente curioso.

 El rey Constantino porque Alejandro es un rey de su país. El presidente Pastrana, no sé, creo que se entusiasmó leyendo un libro mío y me invitó inmediatamente al palacio presidencial. Yo volvía al hotel y en recepción una señora me dice, señor Manfredi, el presidente le espera para un café. Qué presidente, le dije. El presidente de la república, me dice. Subí a la habitación, me cambié y me convertí en un gran amigo del presidente Pastrana.

—Seguimos en el presente. ¿No le asusta esta Europa que hemos creado y que viaja sin rumbo a ninguna parte?

—Yo creo que la Unión Europea es el más audaz proyecto político de todos los tiempos y que ha tenido un éxito enorme que los propios europeos se olvidan de tener en cuenta. Un continente en el que los pueblos, durante 13, 14, 15 siglos, han combatido con una violencia enorme, con dos guerras mundiales, con 60 millones de caídos. De golpe, deciden sentarse alrededor de una mesa y poner todo el pasado detrás de sus espaldas, y todos juntos proyectar un futuro diferente para sus naciones y sus pueblos. Esto nunca ha ocurrido.

Y hoy la unión Europea es el área más tranquila, más pacífica, más estable, de todo el mundo. Claro, estamos pasando un momento terrible de crisis económica. Pero no la hemos provocado nosotros. Son los americanos los que han roto el mundo con 700 trillones de títulos tóxicos. No lo hemos creado nosotros. Ellos. Y ahora los bancos que han sido salvados, imprimiendo nuevos dólares, utilizan esta moneda para especular contra los estados.

Y, claro, que para salir de la crisis hay muy diferentes interpretaciones. Los alemanes piensan que lo mejor es desbloquear la deuda pública y así crear moneda para invertir en a economía. Porque, claro, creando deudas no se puede esperar un desarrollo. Otros piensan que mejor es una política más tolerante. Creo que, de todas maneras, podemos discutir pero no poner en discusión la existencia de la Unión Europea.

Publicado en el diario Córdoba el 26 de enero de 2014

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