sábado, 11 de mayo de 2013

La ambición narrativa de Eugenio Fuentes

El protagonista de la última novela de Eugenio Fuentes, Rubén, un joven pintor, logra exponer sus primeros cuadros en el año 1936 y de inmediato vende su mejor obra, titulada Maternidad. El comprador, un tal Jerónimo de las Hoces, quema el cuadro en su presencia. El estallido de la guerra, sin embargo, precipita los acontecimientos. Desde hace casi veinte años, llevaba este escritor extremeño dándole vueltas en la cabeza a la historia que narra en Si mañana muero. Con esta obra, Fuentes se aleja, en cierto modo, de los títulos de género negro a los que nos tiene acostumbrados, pero a los que también hace un guiño en estas páginas a través de algún personaje.

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Pero que nadie se confunda. No se trata de una novela histórica ni de una novela de guerra, dice él, aunque sí es cierto que la erupción de este conflicto bélico en nuestro país condicionará la acción y la actitud de sus personajes. “Más que buscar los hechos pequeños de grandes figuras, busco grandes hechos de pequeños personajes”, ha aclarado en este sentido.

De cualquier manera, una de las características propias de sus novelas es el tratamiento minucioso de los personajes. Ocurre en esta novela y ocurría en las anteriores. Todas las novelas que él ama –El Quijote, Ana Karenina, La Regenta- son novelas de personajes. Más que el argumento de lo que acontece y de su propio desenlace, él fija su atención en quienes encarnan sus propias historias. Y él mismo se esfuerza porque estos respondan a una definición muy completa, a un perfil muy concreto. Y tampoco en este sentido excluye, como es lógico, a las figuras secundarias.

Pero junto a estos personajes de la calle, anónimos y sin historia oficial, también es cierto que en por Si mañana muero desfilan otros de nombre conocido. En este sentido, al retrato del general Franco, por ejemplo, no le falta ninguna pincelada. Eugenio Fuentes escribe: “Nunca improvisó una arenga que emocionara a sus tropas o enardeciera su valor en el combate. No tuvo la claridad de Mola, ni la seca contundencia de Yagüe, ni la venenosa ironía de Queipo de Llano, ni dejó para la posteridad una frase brillante con la que ser recordado. Alejó de sí a la gente elocuente para que no se advirtiera la torpeza de su palabra, y para ocultar su mediocridad se rodeó de una áspera y sumisa corte de mediocres que tampoco encontraron las palabras adecuadas para expresar sus razones”.

Tal vez esta no sea una novela de guerra, como advierte su autor, pero sería otra historia si le faltaran el tronar de las bombas, el estruendo de los obuses, el silbido de las balas, la angustia de la trinchera, las víctimas del espanto que describe con detalles minuciosos, los fusilamientos de compañeros que debieron luchar en la misma trinchera frente a un único enemigo. También la historia de amor entre Rubén y Marta, una joven que toca la viola, sería otra si la guerra no hubiese precipitado se destino por otros barrancos.

Somos, de alguna manera, lo que fuimos. Tal vez por esta razón, Eugenio Fuentes remueve nuestro pasado, sobre todo este trozo de historia en el que las reacciones del ser humano afloran provocadas y fulminadas por las situaciones dramáticas que envuelven a los personajes y que, a su juicio, “dan pie a activar lo mejor y lo peor del ser humano”.

La novela, como alguien ha escrito, es una historia de renuncias, de supervivencia y de refugio inesperado en el arte. Porque como confiesa su protagonista de estas páginas, “es más fácil pintar la guerra que contarla”. Es lo que dice Rubén, pero su autor, sin embargo, Eugenio Fuentes, ha optado por contarla. Por contarla en tercera y en primera persona. Para dejar, en este caso, a Rubén que marre y que él mismo sea narrado. Y, por supuesto, ha optado por contarla bien. Eugenio Fuentes es un escritor de prosa fluida y sólida y, también en esta novela, como en las anteriores, su estilo depurado y su ritmo narrativo acaban por seducir al lector más hostil.

La acción transcurre en Breda, un lugar ficticio en el paisaje del norte de Extremadura, de un valor estratégico de primera magnitud para los ejércitos combatientes, porque desde allí las fuerzas republicanas están obligadas a detener el avance de las columnas golpistas que ansían unir la zona sur de la Península con la bolsa del norte.

Allí en Breda irá destinado Rubén al Servicio de Propaganda, y allí conocerá a Marta, esa joven que toca la viola, y a su compañero Marcelo. Pero allí reside también un terrateniente aficionado al arte, Jerónimo de las Hoces, que ha construido un monumental mausoleo en memoria de su esposa fallecida, y quien quemó una de sus obras en su primera exposición.

Tampoco en esta ocasión el escritor extremeño abandona a Ricardo Cupido, ese detective que ya nació como personaje en su primera novela, cuando todavía no alcanzaba a imaginar que acabaría siendo el detective de sus próximos relatos.

En sus novelas negras, Ricardo Cupido no es un detective al uso. Es un hombre equilibrado, pausado, reflexivo, poco amigo de la violencia. Al contrario que sus compañeros de profesión o de novelas, no interroga, no soborna, ni extorsiona para obtener información.

Uno de sus referentes es el padre Brown, aunque ambos tengan personalidades distintas. Cupido no comparte ideológicamente las creencias del padre Brown. Pero Eugenio Fuentes asegura que en sus novelas de género negro su protagonista huye del tópico de que un detective tenga que pegar tiros o dar mandobles, o ser un tío inteligentísimo con la intuición. Cupido es un hombre normal, quizás con cierta lucidez en la mirada. Observa el rostro de los otros e intenta comprenderles. En este sentido, sí se aleja de la figura tópica del detective.

Pero Si mañana muero no es una novela que tenga que ver con sus títulos de género negro por los que se le reconoce a Eugenio Fuentes, ni Ricardo Cupido es aquí detective todavía. El escenario es otro, la guerra civil, que servirá a su autor para situar a sus personajes al borde del abismo, en ese espacio sin límites que es el hoyo de la trinchera, el arte como arma de liberación cuando la realidad se muestra terca o vulnerable.

Pero la tensión de la historia pende, sobre todo, de un hilo a veces invisible: una prosa tallada con el mejor estilo, porque, como él dice, si a una historia no le das un tratamiento literario, no es nada. La palabra, a fin de cuentas, es el último juez y el principal protagonista de sus historias, esa herramienta que divide lo que es puro entretenimiento de aquello otro que es literatura. Eugenio Fuentes procura y consigue hacer literatura, y se esfuerza en que su estilo sea creativo y preciso al mismo tiempo.

Eugenio Fuentes nació en Montehermoso (Cáceres) en 1958. Sus novelas han merecido, entre otros galardones, el Premio Extremadura a la Creación, el IX Premio Alba/Prensa Canaria y el Premio Brigada 21. Es autor del libro de cuentos titulado Vías muertas (1997), del volumen recopilatorio de artículos periodísticos Tierras de fuentes (2010) y de los ensayos literarios La mitad de Occidente (2003), así como Literatura del dolor, poética de la bondad, publicado este mismo año.

En cualquier caso, es en la novela negra donde Eugenio Fuentes ha alcanzado un consumado prestigio y donde se le considera un renovador del género con proyección en el extranjero, gracias a su detective privado Ricardo Cupido, protagonista de novelas como El interior del bosque, La sangre de los ángeles, Las manos del pianista, Cuerpo a cuerpo y Contrarreloj, su anterior novela, publicada en 2009. Es autor también de Venas de nieve, una emocionante historia en torno a la lucha contra la fatalidad.

Este año, además de la novela Si mañana muero, publica, como ya hemos dicho, el ensayo Literatura del dolor, poética de la bondad, un ensayo en que su autor guía al lector por una trayectoria que confluye en la novela negra y en el que hace convivir a los clásicos griegos y al padre Brown, a los romanos y al Plinio de García Pavón. En definitiva, un recorrido que nace en los grandes textos clásicos y que alcanza a la novela negra como encarnación de una singular teoría sobre el dolor y la bondad.

Si mañana muero es su última novela y su obra más ambiciosa. Ambientada en los albores de la Guerra Civil, deja a un lado el género negro para construir una historia coral de pérdidas y de renuncias, de supervivencia en medio de la barbarie, y del refugio inesperado que puede proporcionar la pintura y la música, en definitiva, el arte, en mitad de la masacre.

Intervención con motivo de la presentación de la última de novela del escritor Eugenio Fuentes, 'Si mañana muero', 
en el Patio Cajasol con motivo de la celebración de la Feria del Libro de Sevilla, el día 9 de mayo de 2013.

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