miércoles, 23 de abril de 2014

Siete días

Después de apagar sus fuegos interiores, como quien hace el amor por primera vez, se quedaba mirándolo con una admiración que no disimuló nunca, sin decir palabra y sin pedir nada, como si necesitara tiempo para restituirse a la vida de ahora. Después se acercaba a la cocina y le preparaba un gin tonic como a él le gustaba a esas horas: con mucha ginebra y media rodaja de pomelo.

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Venía prácticamente cada semana, a veces sin previo aviso, con olor a perfume dulce, y ataviada para la batalla del amor. Mientras desbravaba al hombre que amó desde siempre, le decía palabras que había ido pensado en los últimos siete días. A veces se ayudaba con versos de Stéphane Mallarmé o de Pablo Neruda, o bien componía frases propias que anotaba en una carpeta de reflexiones profundas y de recuerdos condenados al olvido.

También buscaba en enciclopedias paisajes que nunca vería y que ella le descifraba en un lenguaje común mientras agitaba su corazón como si fuese una coctelera. Otras, incluso, componía sus propias estrofas, desprovistas de metáforas, y tan directas que enardecían aún más su fogosidad de amante usado. Ella no le pedía nada a cambio. Le bastaba con su cita semanal y su fidelidad intermitente de esposo confundido.

Al final se despedía apenas con un beso y una frase de circunstancias, y calle abajo, buscando el aparcamiento de su coche, y dueña de una felicidad sin paliativos, comenzaba a planificar la próxima cita, como si el tiempo hasta entonces nada más fuese un paréntesis en el tiempo imposible de atravesar.
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lunes, 21 de abril de 2014

Antonio San José: "Como en nuestra piel, no se está en ningún sitio"

El periodista Antonio San José ha dirigido y presentado decenas de programas de radio y de televisión. En 2011 publicó su primer libro: La felicidad de las pequeñas cosas. Su segunda obra ya está en la calle: Hoy no me cambio por nadie. Como en la anterior, también en esta se recrea en los placeres cotidianos. Y pese a la situación de crisis que atraviesa el periodismo, también como Gabriel García Márquez, piensa que los profesionales de la información son unos afortunados por dedicarse a trabajar en el oficio más bonito del mundo.

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FOTO: Miguel Ángel León

- Hoy no me cambio por nadie. No me diga que no le falta nada en la vida.

- Me faltan muchas cosas, pero creo que estoy a gusto con mis propias carencias.
- Tal vez cansado de anunciar siempre malas noticias, se ha refugiado en ese género que usted denomina “crónica periodística de la felicidad posible”.

- Efectivamente. Me estoy desquitando de aquellos tiempos en los que tuve que transmitir tantas malas noticias en la radio y en la televisión. Es una venganza literaria.

- El título es un guiño al lector. Pero, si pudiera, en quién se reencarnaría.

- Yo creo que ninguno nos cambiaríamos por ninguna persona, si lo pensamos bien. Porque tenemos nuestras luces y nuestras sombras y, como en nuestra piel, no se está en ningún sitio.

- “Creo que hay que aspirar a vivir bien con uno mismo”. ¿Incluso en estos tiempos de crisis?

- Especialmente en estos tiempos de crisis. Cuando vienen las dificultades y los problemas, yo creo que hay que intentar tener una actitud de optimismo responsable y positiva a pesar de las dificultades y de los malos tiempos.

- Ya lleva dos libros sobre los placeres cotidianos. Confiéseme alguno que no se ha atrevido a incluir en ningún volumen.

- Bueno, quizás alguno que tiene que ver con la intimidad personal (ríe).

- Le ha cogido maña a esto de escribir, hasta el punto de que no descarta otro libro. Pero esta vez con un registro diferente. Dígame en qué piensa.

- Pues mira, estoy pensando en una novela. Creo que estoy urdiendo los mimbres del argumento y de la historia, y puede que, si cristalice, sea una incursión en la ficción.

- Dice que ejercer el periodismo hoy es para sentirse afortunado, pese a la precariedad. ¿Un golpecito de ánimo en las espaldas a los compañeros?

- Siempre. Creo que estamos ejerciendo el oficio más bonito del mundo, que decía Gabriel García Márquez, y es verdad que el periodismo tiene una crisis ahora muy importante, tanto económica como de identidad. Porque no sabemos si somos analógicos, digitales o mediopensionistas. Pero en cualquier caso siempre existirá el periodismo. Siempre habrá que seguirle contando a la gente lo que le pasa a la gente, como decía Eugnio Escalfari, director de La República.

- Con la salida de Pedro J. de El Mundo, ¿cambia algo más que el nombre de un director de diario?

- El periodismo está en una transición hacia el modelo digital, pero soy de la opinión de que permanecerán algunos periódicos escritos, no tantos como ahora, no con tantas páginas, no con tanta publicidad, pero, eso sí, algo más caros. Pero volveremos a la prensa escrita de élite del XIX. Esta es mi opinión.

- Wert es inteligente como tertuliano. ¿Pero qué le parece como ministro?

- Pues que tiene luces y sombras y, probablemente, las segundas eclipsan las primeras.

- Comenzó haciendo prácticas en El Norte de Castilla. ¿El fantasma de Miguel Delibes deambulaba todavía por la redacción dando coscorrones a los novatos?

- Sin duda. Es un referente histórico y una figura absolutamente esencial para el periódico. Creo que de la misma manera Álvaro Cunqueiro habita en el ambiente del Faro de Vigo.

- El olfato como promotor de la felicidad. Habla del olor de la gasolina, del betún, el Vicks Vaporub, las tostadas de la mañana, el azahar. Veo que su nariz no discrimina.

- (Ríe). No. Soy bastante ecléctico en cuestión de aromas.

- Su libro no es de autoayuda. ¿Pero qué le diría a un parado que lo amenazan con el desahucio?

- No le hablaría de felicidad porque me parecería obsceno, incluso indecente.


(Publicado en el diario Córdoba el 17 de abril de 2014)
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Fernando Aramburu: "Se tiene mala imagen de Alemania porque les va bien"

Nacido en San Sebastián en 1959, Fernando Aramburu es novelista, poeta, autor de relatos y también ha escrito libros infantiles. Su última novela, Ávidas pretensiones, ha obtenido el Premio Biblioteca Breve 2014. El humor no está ausente en sus obras, pero en esta última campa a sus anchas. Una sátira que recrea lo que sucede en un congreso de poetas celebrado en un colegio de monjas. Después, igual vuelve a contar historias del País Vasco, esa tierra de su infancia adonde siempre regresa. Mientras tanto, se dedicará al periodismo deportivo.

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FOTO: Miguel Ángel León

- Una sátira sobre un congreso de poetas celebrado en un convento de monjas. ¿Le perdonarán sus compañeros de letras?

- Mis compañeros de letras no tienen que perdonarme. En todo caso, podrían agradecerme que los he tenido en cuenta.

- Escribe teniendo en cuenta al lector, calculando los efectos del texto. ¿Le gusta que el lector sea cómplice de sus lecturas?

- Exactamente. Soy el cocinero que prepara los platos para el comensal. El comensal es el lector. Yo quiero lectores cómplices, amigos en la broma.

- Dice usted que humor y poesía son incompatibles. Usted fue poeta. ¿Mantiene una relación conflictiva con la poesía?

- Mantengo un matrimonio conflictivo con remansos con la poesía. Nos llevamos a matar, pero no podemos vivir separados.

- “No puedo evitar que algún poeta se busque en el libro”, ha reconocido usted. ¿Tan claro ha pintado ese mundo?

- No. Es que, aunque este mundo lo hubiera pintado con colores oscuros, todo aquel que quiera encontrarse en mi libro, se encontrará.

- Su anterior novela versaba sobre la problemática en el País Vasco. Usted mismo ha manifestado su necesidad creciente de volver a escribir sobre el tema.

- Sí. Hombre, las historias situadas en mi tierra natal tienen que ver con mi memoria personal. De ahí, que yo no las elija por capricho. Forman parte de mi deseo de dejar un testimonio de lo que he visto personalmente.

- Usted vive en Alemania. Tal vez la política de Merkel ha favorecido una imagen negativa de aquel país. ¿Tenemos una visión deformada de Alemania?

- Yo creo que se tiene una visión negativa de Alemania que parte de la idea de que a ellos les va bien y a nosotros nos va mal. Por tanto, alguna trampa han hecho.

- El humor es vital para usted pero en ninguna obra se muestra tan patente como en esta. ¿Tenía necesidad de expresarse de otra manera?

- Lo que no puedo consentirme es la misma nota toda la vida. Necesito cambios. Necesito nuevos retos. Y hacía tiempo que no me expresaba con tanta intensidad en forma humorística.

- Su lenguaje es rico, recupera palabras perdidas e inventa otras. ¿El estilo es la columna vertebral sobre la que se sustenta su novela?

- Totalmente. Pero no solamente una novela. Cualquier obra literaria de cualquier género, si no tiene un estilo propio, la podría haber hecho cualquiera. O sea, el estilo singulariza las obras. Es fundamental.

- También le gusta escribir con una estructura fija. ¿No se le rebelan los personajes?

- No. Los personajes vienen a mis novelas a currar y a obedecer. Y yo les digo lo que tienen que hacer y lo hacen. Y el que no lo haga, a la calle.

- El humor era un ingrediente en nuestra literatura clásica. Durante muchos años ha estado desterrado de nuestras letras. ¿Sigue estando mal visto en nuestros días?

- Creo que se asocia el humor con la alegría, con el optimismo, con la fiesta, con lo superficial. No es ese el humor que a mí me interesa. A mí me interesa un humor avieso, retorcido, negro, que no prescinde de la inteligencia.

- Los poetas dan más juego que los novelistas, dice usted. ¿Tan narcisistas y desmelenados son los primeros y tan aburridos los segundos?

- Al novelista lo veo más como oficinista de la literatura. Los poetas son más complejos. La pasta humana del poeta es más provechosa para la creación literaria.

- ¿Qué escribe ahora?

- He decidido dedicarme un año entero al periodismo deportivo. Unas vacaciones literarias, por así decir.

- ¿Lo pagan bien el periodismo deportivo?
- Me permite pagar mis facturas mensuales, claro.


(Publicado en el diario Córdoba el 16 de marzo de 2014)
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domingo, 20 de abril de 2014

Adiós, Gabo

Llevo dos días leyendo informaciones, crónicas y artículos sobre Gabriel García Márquez. Ahora escribo escuchando boleros. ¿Cómo homenaje personal? ¿Cómo un método para no sucumbir a las tenacidades de la vida? Tal vez ahora poco importe. Lo conocí en 1986 en Sevilla, con la Torre del Oro como telón de fondo. El Correo de Andalucía fue el único diario local que lo localizó. Era un domingo de septiembre. Un camarero del restaurante Río Gran nos dio el aviso. En otros años, los taxistas eran delatores de la policía, y los camareros lo eran de los periodistas.

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Tenía unos ojos muy oscuros y una mirada penetrante y adivinadora. Sus manos eran femeninas; las espaldas, anchas; el bigote, denso; la palabra, precisa. Le gustaba hablar, pero siempre buscando la frase precisa, el aforismo inteligente no exento de ironía y de una sonrisa siempre presente que le marcaba un sesgo que nunca logró borrar del todo en ninguna fotografía. Yo tenía entonces 28 años, me había leído y releído su biografía y su obra hasta la saciedad, pero siempre acababa encontrando, por debajo de la epidermis de cada párrafo, una relectura encubierta que ampliaba el horizonte estrecho de la primera vez. Él había cumplido los 58, escribía El amor en los tiempos del cólera y algunos cuentos cuyo título aún no adivinaba.

Eran las 22.22 de este jueves santo cuando recibí un mensaje de Miguel Ángel León. Antes de leerlo, se lo dije a mi hermano: “Ha muerto García Márquez”. La noticia tenía que darla él, que fue el fotógrafo que ilustró aquella entrevista de 1986. Como nos enteramos por sorpresa de su presencia en Sevilla, le pedí que me dedicara el libro que llevaba en lo alto, de su amigo Julio Cortázar. Mercedes Barcha, su mujer, lamentó la pérdida del escritor argentino: “Julio, pobrecito, qué pena”. El libro, titulado Argentina: Años de alambradas culturales, era una recopilación de textos sobre la dictadura militar este país. Gabo me dijo que no lo conocía, y yo le dije que era una obra póstuma, recién aparecida en las librerías. La dedicatoria es distinta a todas y es hermosa: “Para Antonio, en nombre de Julio”.

Hace unas semanas escribí en este blog sobre su 87 cumpleaños. Fue como una premonición. Ahora ya no está con nosotros, o tal vez lo está como lo estuvo siempre: en sus libros. Me lo volví a encontrar en Cuba casi veinte años después. Como algunos curas, no me soltaba las manos y tenía el tono de su voz un cierto aire de predicador laico que no le reconocí en Sevilla. En 2006 volvimos a reencontrarnos en México y viajamos en el mismo avión de México DF a Guadalajara. Se apoyaba en el bastón para andar y se le veía ya en los años una vida marchita que no se decidía a abandonarle o que él bien la engañaba hasta hace solo unos días.

Un día de estos volveré a releer alguno de sus libros y esperaré a que la familia publique esas obras inéditas y póstumas para que me resucite un recuerdo que todavía no doblego al olvido. Tal vez ahora sea el momento de escribir todos aquellos proyectos que siempre fui abandonando al paso del tiempo, esas reflexiones sobre su periodismo y su literatura, sobre su modo disciplinado de trabajar y de renovar las técnicas de la escritura.

A los 15 años me leí El coronel no tiene quien le escriba. Esa escritura fría y contenida me atrapó para siempre. Ahora estoy en el restaurante Río Grande, escribiendo en una libreta de alambres sus respuestas a mis preguntas. El me observa mientras escribo y todos callan. Mercedes, su mujer, su hijo Rodrigo, Chamaco el torero, Miguel Ángel el fotógrafo. Él me dice, con los ojos fijos y profundamente negros, que está escribiendo la que será su mejor novela. Mi gesto de duda no le agrada, pero no dice nada. Lo repetirá después muchas veces, tal vez para desembarazarse de ese sambenito de que Cien años de soledad es su obra maestra. Pero ya sabía entonces que la sombra de ese libro es alargada e inmortal. Como su propia figura.

Adiós, Gabo, amigo.
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miércoles, 16 de abril de 2014

Treinta años después

Volvió al bar treinta años después. Lo encontró reformado con mejor gusto que entonces y con más euros. Como nuestros cuerpos, pensó. Pero no lamentó ver el paso del tiempo en sus paredes aliñadas de fotos que no le decían nada, y le agradó el trato de la camarera, tan joven como ella entonces, tan loca, y tan viva. Coño, es que la vida es así, pensó riendo para adentro. Miró a la calle y encontró la ciudad distinta, ajena a sus sentimientos, pero por los ángulos de las esquinas y por los pavimentos transformados logró reconstruir las ruinas de su memoria.

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Fue allí donde se besaron, donde se prometieron un amor eterno, donde se engañaron, donde quemaron un futuro en común. El paso del tiempo, sin embargo, no logró cicatrizar las heridas de una juventud malograda. No sabe como ocurrió, ni por qué. Sabe, eso sí, que escogió otro camino sin que este fuera el suyo, y después otro, y así. Como si la vida no sufriera en sus dudas y en sus divagaciones su propio desgaste.

Cuando recuperó el sentido común, o la cordura, o la nostalgia le pudo más que el desenfreno, se encontró maniatada en una edad que no admitía como propia. Sabía que no se puede volver atrás así como así. Y esa sensación no le disgustó, pero le dejó una amargura gelatinosa en la voz.

Pidió un gin tonic a la camarera. Por él, le dijo. La camarera, como es obvio, no entendió. Aquí le conocí, le dijo, aunque de eso hace ya mucho. Te veo y me veo, le dijo. La chica sonrió sin saber por qué. Si regresa sabrás quién es, le dijo. Lo reconocerás porque no pasa inadvertido. Ahora sospecho que tendrá más años, y el pelo canoso, pero no olvidarás su mirada. Pero no me hagas caso, concluyó. Mañana volveré, por si él vuelve, o por si no. Adónde ir, rió son sorna. Ya no importa, dijo, pero entonces era toda m vida. Tú no puedes entender. Y yo a tu edad, tampoco. Ese es el dilema. O lo tomas o lo dejas, le dijo, y ahí te juegas mucho más de lo que jamás sospechas.
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Carmen Amoraga: "Tenemos que asumir la pérdida como una parte de la vida"

La muerte fulminante de su marido deja a Giuliana devastada. El amor y la pérdida es el tema de La vida era eso, premio Nadal de Novela 2014. Carmen Amoraga (Picanya, Valencia, 1969) también fue finalista del Premio Planeta 2010 con El tiempo mientras tanto. Con su primera novela, Para que nada se pierda, obtuvo el II Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla y, con Algo tan parecido al amor, fue finalista del Premio Nadal 2007.

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FOTO: Miguel Ángel León

- La vida era eso. ¿Qué exactamente?

- Pues la vida es una pérdida. Desde que nacemos estamos perdiendo cosas. Y tenemos que asumir la pérdida como parte de la vida. Porque en esa misma pérdida está la riqueza.

- Escribe como haciendo fotografías. ¿Tan claro lo tiene?

- Sí. Mis novelas son como fotografías del mundo que veo y del mundo que me ve. Más que una fotografía es un espejo.

- En esta, como en otras novelas, sus protagonistas son mujeres. ¿La propia realidad demanda voces femeninas?

- Me preocupa más la paridad en los personajes de mis novelas que si estuviera haciendo una lista electoral (ríe).

- Su novela indaga en cómo las redes han cambiado la comunicación humana. ¿Tan solos estábamos?

- No. No estábamos solos, pero tenemos una nueva herramienta de comunicación que multiplica el efecto del mensaje. Las redes han revolucionado nuestra forma de comunicarnos. No estábamos solos, pero ahora es mucho más fácil.

- Twitter le pareció el Washington Post y después Sálvame. ¿Dónde está el peligro?

- El peligro en Twitter está en que deja demasiado espacio para la impunidad y a veces la impunidad de las opiniones roza el insulto.

- Su novela se inspira en la vivencia de una amiga que sufrió la pérdida de su marido. ¿Qué queda después de una pérdida insustituible?

- Queda aprender a perder para aprender a vivir.

- Usted es valenciana y periodista. ¿Cómo vivió la desaparición de Canal Nou?

- Con una tristeza infinita, pero más por valenciana que como periodista. Porque el cierre de Canal Nou ha sido un robo a los valencianos como sociedad.

- Su libro es también un homenaje a Diario de Ana Frank. ¿Tanto le impactó?

- Ese libro me impactó como lectora porque lo leí muy joven y porque fue la primera vez que fui consciente de hasta qué punto contar lo que te pasa alivia. Al margen de lo que ocurre luego con lo que tú has contado. Con todas las distancias, Giuliana escribe su propio diario, tal como hizo Ana Frank.

- Recibió el Premio Nadal de manos de Ana María Matute, todo un símbolo para la mujer escritora.

- Sí. Ana María Matute representa el triunfo de la mujer escritora en un mundo en el que la mujer tenía todas las de perder.

- Decía usted: “Aprender a perder es aprender a vivir”. Así de fácil y así de difícil.

- Así de fácil y así de difícil. De la misma manera que correr no es lo mismo que andar, pero para correr tienes que aprender a andar.

- Se presenta a premios para conseguir “un informe de los lectores”. ¿Le interesa la opinión de los otros?

- Cinco personas consideraron que esta novela merecía el Premio Nadal, pero desde que la novela está en la calle miles de personas pueden pensar que lo merece o no.

- Se define como inconstante y dispersa, por lo que necesita ponerse metas. ¿Cuál es la próxima?

- La próxima meta es difusa. Seguir haciendo algo que me hace feliz y ser capaz de hacerlo lo mejor que pueda, que es escribir.

(Publicado en el diario Córdoba el 15 de marzo de 2014)
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Agustín Fernández Mallo: "Toda mi literatura es una investigación sentimental"

María Kodama, viuda de Jorge Luis Borges, prohibió su último libro. Aunque Agustín Fernández Mallo reconoce, con sorna, que debió consultarlo en sueños con el maestro, pero que después hizo lo que le dio la gana; es decir, todo lo contrario. Conocido por el Proyecto Nocilla y por acuñar el término Postpoética, publica ahora Limbo, una novela poética y turbadora. Mientras tanto, trabaja en otras dos novelas y en un poemario, pero todavía no sabe exactamente qué serán.

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FOTO: Miguel Ángel León

- Del Proyecto Nocilla a Limbo, con parada en Borges. Una novela que es una “investigación sentimental”.

- Bueno, toda mi literatura es una investigación sentimental. Pero quizás aquí, como los personajes hablan en primera persona, parece más acentuado o más llamativo. Pero yo no concibo la literatura sin una investigación sentimental.


- Concibe la novela como un poema. No programa nada. ¿El azar siempre conduce a un buen guión?

- No. Hace falta además talento, y suerte, y unos nervios bien templados para acometer toda esa complejidad.

- Los números y las letras están ligados por su capacidad de humanizar. Dígame cómo se crea belleza con una o varias cifras.

- Bueno, la simple suma ya es una belleza. Pensar que se pueden sumar dos cosas es un acto eminentemente metafórico.

- “Solo la palabra es capaz de articular una mentira”. ¿Qué será de nosotros cuando los políticos descubran esta gran verdad?

- ¿Pero no la han descubierto ya? (ríe). Yo creo que ya la han descubierto.

- Su novela muestra una realidad ligeramente desenfocada. Dice que no existen situaciones raras, sino que la realidad es extraña.

- Sí. Es una realidad que se presenta ligeramente extrañada y que creo que es la base de la mirada científica y de la mirada poética, que ahí confluyen.

- Uno de sus personajes prefigura en la prosa del Nuevo Testamento la escritura de los blogs.

- El Nuevo Testamento tiene una estructura tremendamente moderna si se mira con detenimiento.

- ¿El sonido nos propone experiencias extremas?

- Yo creo que sí en tanto es una de las manifestaciones estéticas más abstractas. De hecho, a la gente, con la música, con los conciertos, o con el simple sonido, puedes llegar a volverla loca o a emocionarla de una manera exagerada.

- Limbo es un viaje entre un principio y un fin justo antes de la muerte. Pero ahora ya ni la Iglesia cree en el limbo.

- Cierto. Pero aquí estoy yo para revivirlo, para volver a fundarlo (ríe).

- No sé si se ha escrito algo sobre la sexualidad de una persona secuestrada. ¿Cómo se le ocurrió?

- Porque pensé que para alguien secuestrado necesariamente la relación con su propio cuerpo tenía que cambiar. Fuera mujer o fuera hombre. Y nunca había visto un relato en el que se narrara cómo un secuestrado o una secuestrada vive su sexualidad. Y me pareció interesante construir un personaje literario a ver qué pasaba.

- Tiene la suerte de contar con un libro prohibido. ¿Le dijo María kodama si había consultado con Borges esta decisión?

- Creo que la consultó en sueños y Borges le dijo que hiciera lo contrario. Pero, bueno, ella hizo lo que le dio la gana (ríe).

- No cuenta con el lector cuando escribe. De hecho, dice que “el mayor acto de respeto con el lector es ignorarlo”.

- Sí. Porque si escribes algo pensando en agradar a un determinado tipo de lector, eso, al final, siempre suena a falso. Yo pienso que hay que investigar tu propia poética, desarrollar tu poética. Y si gusta, fenomenal. Y si no, pues mala suerte. Ya está.

- ¿Sabe ya por dónde irá su próximo libro?

- Estoy trabajando en dos novelas y en un poemario, pero aún no sé hacia dónde van. Como siempre. Aún son un caos (ríe).


(Publicado en el diario Córdoba el 12 de marzo de 2014)
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domingo, 13 de abril de 2014

El rabo del mundo

Desde entonces se quedó sola, con una sensación amarga en la boca de haberse equivocado en algún momento. Ella sabía que todos los hombres no eran iguales y que, por esa misma razón, no podía culpar a todo el género de los tropiezos de un solo miembro de ese mismo sexo. Pero ya no quiso volver a las noches locas de la juventud, ni se atrevió a apostar por una relación, por sólida que aparentemente se mostraba a ojos de los demás.

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No le importó decirlo con pocas palabras y firmes, y repetirlo hasta la sociedad cuando todos intentaban convencerla de lo contrario. No le importó asumir esa condición de mujer extraviada que muchos le concedían ni interpretar el papel mujer hundida que otros entonaban. Cada día le gustaba menos aquella vida de apariencias frágiles y de relaciones impuestas o impostoras, inoportunas e insípidas. Se quedó el tiempo suficiente para no doblegarse ante los demás.

Cuando supo adónde ir, decidió el día de la partida. Se fue despidiendo de todos y de uno en uno, con una despedida estudiada y efectiva, sin melancolía ni indecisión. El día anterior al viaje, lo vio. Estaba, como siempre, sentado en la misma terraza, con una cerveza helada en la mesa y un libro abierto que no leía. Le dijo que se iba sin frases trascendentes, como quien sale a la calle para volver enseguida. Él no supo qué decir. En realidad, nunca supo qué decir. Ella se sentó y aceptó la cerveza que le ofrecía.

Cuando anocheció seguían hablando sin pasión, sin reproches, sin cerveza. Él le dijo que no entendía por qué se iba. Y ella fue sincera por primera vez, le dijo que no podría verlo con otra mujer, que no lograba olvidarlo, que no podría amar a otro hombre, y que con él tampoco quería correr ya ningún riesgo. A fin de cuentas, le dijo, estoy bloqueada, necesito verle el rabo al mundo, o coger al mundo por el rabo, no sé, dijo sonriendo. Era la primera vez que sonreía desde hacía mucho tiempo. A él le gustó que sonriera. Bueno, le dijo, igual agarro la maleta y mañana cojo tu mismo tren. No me digas que serías capaz de venir conmigo a cogerle el rabo al mundo, preguntó ella. Creo que sí, le dijo, siempre pensé que el mundo, como el perro, tenía rabo. No quisiera perdérmelo por nada.

A la mañana siguiente subieron juntos al mismo tren, se sentaron juntos en el mismo coche, cogieron sendos libros y pidieron dos cervezas muy frías. Ella, de golpe, se quedó muy seria, mirándolo fijamente, y le preguntó sin tapujos: y qué pasará si el mundo no tiene rabo o alguien se lo ha cortado. Él no acertó a decir nada. Menos mal. Y los dos empezaron a reír a carcajadas, como si el rabo del mundo les importara un huevo (con perdón).
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sábado, 12 de abril de 2014

Javi Osorio: "El buen sabor que da la cocina no lo da la música"

Javi Orozco publica su primer disco, donde mezcla pop y rock, funky y reggae, canción de autor y electrónica. De forma natural es un cedé alegre que mira con optimismo un mundo que se desmorona. No obstante, prefiere los programas gastronómicos a los concursos musicales. Siempre fue cantante de bares. Ahora aspira a que su música se escuche en todas partes, incluso donde no sirven copas.

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FOTO: Miguel Ángel León

- Un día tuvo una crisis musical, vendió la guitarra y quemó las letras de las canciones. ¿Qué pasó después? ¿Se sale de la oscuridad?

- El impulso es mayor cuando se toca el fondo para salir hacia arriba. Se sale de la oscuridad y con una luz completamente pura.

- Hizo las maletas y se encerró un mes en un estudio de Benicarló. ¿Todo surgió de manera natural?

- Cuando se está rodeado de gente mejor que tú, las cosas salen solas, de manera natural. Siempre me rodeo de gente mejor que yo, y así soy yo el mejor.

- Escribe canciones alegres en las que cuenta experiencias con las que la gente se identifica. ¿Tanto inspira la vida diaria?

- La vida diaria inspira pero también inspira la imaginación y los sueños. Decía Juan Ramón Jiménez que el dormir es como un puente que va del hoy al mañana y que, por debajo, como un sueño, pasa el agua. Esos versos me encantan.

- Once canciones diferentes: del pop al rock, del funky al reggae, de la canción de autor a la electrónica. ¿En todos esos moldes cabe Javi Osorio?

- Sí. Todos son moldes de mi alma, de lo que yo llevo dentro. Entonces, sí. Cabe perfectamente. Llenando los espacios.

- Le gustaría vivir de sus canciones. ¿En estos tiempos de crisis los sueños se cotizan más caros?

- El esfuerzo tiene que ser muchísimo mayor. Y la humildad, también. Es muy costoso. Y, por supuesto, sin dedicarte a eso completamente. Teniendo otro trabajo.

- Le gustan más los programas de cocina que aquellos que buscan talentos musicales. ¿No se habrá equivocado de oficio?

- (Ríe). A veces pienso que sí. Porque la tranquilidad que te da la cocina, no te la da la música. Y el buen sabor.

- Paraísos es la apuesta más arriesgada de este disco. ¿En qué proporción condimentó sus ingredientes para que no se quemara el producto final?

- Lo condimenté con las especias de la ilusión y lo cocí en la olla de las ganas de hacer algo y de la perseverancia. Y salió muy rico.

- Cayendo es un Red Bull para el alma, dice usted. Casi todas las canciones contienen letras de autoayuda. ¿Tan mal nos ve?

- Yo pienso que nos va peor de lo que realmente pensamos. Y creo que ahora es el momento de que los eslabones se unan y de que la gente se ayude unos a otros. Y la manera de aportar mi grano de arena es hacer canciones.

- Para componer, coge la guitarra y se pone a lo que salga. ¿Le funciona el método?

- Siempre. Porque lo que me sale ahí es la música. Pero para la letra me tiro más tiempo. Yo voy en el coche y se me ocurre algo, saco el papelito y voy escribiendo frases. Después llego a mi casa y las voy ordenando.

- Usted fue cantante de bares. ¿Cuesta hacerse un hueco en esta jungla de la música?

- Como un mono más, yo te digo que sí. Que cuesta muchísimo trabajo. Y mucho más sin padrino. Cuesta trabajo y dinero.

- Su nuevo disco, en el que ya estará pensando, ¿adónde nos llevará?

- Nos llevará al new folk y, sobre todo, al campo, al alma libre. Son canciones de la naturaleza para viajar y para enredarse con la madre naturaleza.

(Publicado en el diario Córdoba el 24 de marzo de 2014)
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Joaquín Leguina: "Los nacionalistas en toda Europa son un mal"

Durante doce años fue presidente de la Comunidad de Madrid. Ahora, Joaquín Leguina publica un libro que es una bomba, titulado Zapatero, el gran organizador de derrotas. Historia de un despropósito. Piensa que si, en aquellas primarias, José Bono hubiese vencido a José Luis Rodríguez Zapatero, las cosas hubiesen sido muy distintas. Sobre todo en torno a la cuestión secesionista de Cataluña.

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FOTO: Miguel Ángel León

- Zapatero, el gran organizador de derrotas: Historia de un despropósito. Su título no tiene desperdicio.

- Bueno, yo creo que sobra lo de las derrotas, porque también ganó algunas elecciones.

- Si José Bono hubiese ganado las primarias a Zapatero, ¿todo hubiese sido diferente?

- Desde luego, no nos hubiéramos metido en el baile estatutario de Cataluña.

- El mayor reproche que hace a ZP es precisamente su política territorial. Según usted, estas movidas separatistas de hoy viene de ahí.

- Ello ayudó, pero el veneno ya estaba dentro. Los nacionalistas en toda Europa son un mal.

- ¿Habrá consulta en Cataluña?

- Sí. De médicos, para ponerse bien. Pero no un referéndum de autodeterminación.

- Otro reproche son los nombramientos insólitos que hizo.

- Sin dudas. Pero me asusta dar nombres.

- Usted es demógrafo, pero ZP no le consultó acerca del cheque bebé. ¿Le molestó?

- No. Me sorprendió. Porque, en fin, uno ya tiene sus años y todo el mundo en el hemiciclo sabía que yo era el único demógrafo que se sentaba en las Cortes. Si se quería hacer una política natalista, con la cual esté de acuerdo, alguna consulta podía haber sido lo normal.

- Uno de los libros más críticos contra ZP lo escribe un compañero de filas del partido. ¿Eso es normal?

- Si por normal se entiende la distribución normal, estadística, no. Pero debería de ser corriente.

- Defíname a ZP como líder político.

- Una persona que cree en la suerte, o es un jugador con ventaja o es un inconsciente. Él no era un jugador con ventaja.

- ¿Con qué cinco adjetivos podría construir su perfil?

- Ocurrente, sonriente, escapista, aventurero y derrotado.

- La política de ZP supuso una purga de todo lo que sonaba a veteranía. ¿Ese fue su error?

- No. No fue el mayor error. Fue un error porque cualquier directivo de cualquier empresa, ya sea política, mediática o de producción de garbanzos, tiene que procurar utilizar sus recursos humanos a su disposición de manera óptima. Y esa es la manera de no utilizarlos de manera óptima.

- Ha dicho que, si le cabrean en el partido, igual ni les vota y se queda en casa. ¿Así están las cosas?

- Pienso que nadie me va a cabrear. Yo creo que las cosas en este momento no están tirantes dentro del partido. Están decepcionantes, que es otro calificativo muy distinto.

- Dice usted: “La práctica contra el pensamiento crítico en el PSOE es la indiferencia franciscana”.

- Sí. O ninguneo. En el mundo dicen ninguneo.

- “Lo peor de ZP es ZP el innovador”. ¿Mejor que se hubiese quedado quieto?

- Bueno, aquí en la política no te puedes quedar quieto. Pero mejor que no hubiera innovado nada. Mejor es lo malo conocido que lo bueno por conocer. Le viene al pelo. Refrán retrógrado.

- ¿Tiene en el cajón algún libro más cargado de dinamita?

- He iniciado un libro de pura literatura autobiográfica de mi niñez, en la que pienso recuperar esa niñez que no fue feliz y que se llama provisionalmente Domicilio familiar.

(Publicado en el diario Córdoba el 10 de abril de 2014)
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Luis Bassat: La gente se piensa las cosas antes de gastar su dinero"


Considerado el mejor publicitario del siglo XX en España y Latinoamérica, Luis Bassat publica nuevo libro, La creatividad, un patrimonio que no es exclusivo de la publicidad, pero en su día se lo apropiaron, y que va de la bombilla, a la cremallera o el bolígrafo. Aunque ha sido muy premiado, desconfía de los premios. Incluso se atreve a esbozar un slogan para salvar a la prensa del papel en blanco.

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FOTO: Elisa Arroyo

- Escribe usted en su libro: “No soporto que me mientan”. Pero la publicidad a veces tiene que ver algo con el engaño.

- La publicidad racional no puede tener nada de engaño. Pero la publicidad emocional es difícil de juzgar si es verdad o es mentira.

- Empezó vendiendo televisores a domicilio. ¿Qué aprendió en ese oficio tan poco creativo?

- Que la gente se piensa las cosas antes de gastar su dinero. O sea, que para comprar algo, tiene que realmente compensarle el dinero que tiene que pagar a cambio.

- “El camino más corto para crear es dar un largo rodeo”. Por ejemplo.

- Para decirle a los ciudadanos de Cataluña que el Gobierno cuidaba por igual a los inmigrantes y a los nacidos en Cataluña, yo escribí mil slogans y ninguno me satisfacía. Hasta que se me ocurrió: “Somos seis millones”. Y eso bastó.

- En todas las cosas que le gustan, la creatividad ocupa un lugar importante. ¿A qué no dedicaría ni cinco minutos de su tiempo libre?

- A leer la cotización de la Bolsa.

- Los publicitarios se han apropiado del concepto de creatividad, algo que era de todos.

- Porque lo inventaron en el año 1950 en América. Y a partir de ese momento nos lo quedamos. Pero reconozco que hay creativos mucho más importantes que los publicitarios.

- Dice a los políticos que contraten creativos para salir de la crisis. ¿Alguno le escucha?

- Últimamente, no. Antes, sí. Y hay maneras de salir de la crisis, pero no se les ocurre.

- Antes la publicidad convencía. Ahora consiste en hablar con la gente. ¿Por ahí va el futuro o es ya el presente?

- Eso es ya el presente. Las campañas en las que solo una marca les habla a los clientes ya no interesa. Interesa que tú digas algo, que el cliente te conteste, que los clientes hablen entre sí y que tu mensaje se convierta en un mensaje de la gente.

- Dos veces presentó su candidatura a la presidencia del F. C. Barcelona. ¿Le dolió no llegar a ser el hombre fuerte del Barça?
- Me dolió un momento. Cuando perdí las elecciones. Pero inmediatamente después, la misma noche, le dije a mi mujer: “Estoy triste pero me siento liberado, porque hay cosas que yo no hubiera hecho”. En el mundo del futbol hay que hacer cosas que yo no hubiera sido capaz de hacer.

- A los 72 años sigue entrando en la oficina a las nueve de la mañana. ¿Detrás de la creatividad siempre hay horas de trabajo?

- Siempre. Por muy brillante creativo que uno sea, si uno no trabaja, no va adelante. Yo he tenido creativos de un enorme talento, superior al mío, que he tenido que echar de la agencia porque no trabajaban.

- Promotor de arte y coleccionista. Ha logrado reunir 1.700 piezas. ¿El arte también sufre con la crisis?

- Muchísimo. Los artistas jóvenes están desesperados, no venden un cuadro. Yo creo que estamos perdiendo toda una generación de gente joven que acabarán dedicándose a otra cosa porque tienen que vivir.

- David Ogilvy, su padre profesional, decía que “la buena publicidad es la que hace sonar la caja registradora”. ¿Algo que añadir?

- Sí. Yo creo que la buena publicidad es la que hace sonar la caja registradora pero también la que construye la marca, más la que hace algo por la sociedad.

- ¿Sigue pensando que la mejor fórmula para ganar un premio es tener un amigo en el jurado?

- He visto tantas trampas en mi vida que me han decepcionado. Yo he ganado más de 400 premios en mi vida y no he tenido amigos en los jurados. Yo no estoy conforme con la publicidad que se está haciendo y mucho menos con los premios que se están dando.

- La crisis ha tocado de manera letal a la prensa. Se dice que el papel desaparecerá. Háganos un slogan para salvar al sector.

- El papel de la prensa es fundamental.


(Publicado en el diario Córdoba el 11 de abril de 2014)
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miércoles, 9 de abril de 2014

Un hombre espera

Esperó un atardecer que llegó, como el autobús, a deshoras y enigmático. Es lo que tienen las esperas: un vacío denso e incómodo que se mete irremediablemente en el estómago y que nadie puede doblegar. Llevaba tanta vida esperando que el tiempo, quién lo diría, era un elemento imprescindible en su existencia. El tiempo visto de frente, sin escondrijos ni chapuzas, sin relojes ni horarios. Un hombre frente a sí mismo, ayer y hoy, tal vez mañana. Nadie sabe. El tiempo como esencia de una posibilidad remota a la que nadie atiende, sino él.

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El hombre espera y, mientras tanto, tan solo el tiempo pasa de corrido, sin detenerse, aunque no haya nadie. Tal vez nunca hay nadie. Está sentado, al lado de una maleta. Y no le importa, cada mañana, acercarse con la misma maleta, con el aire de despedida que tiene en el rostro. Se sienta. Tal vez espera a alguien, para quedarse o para irse definitivamente. Nadie sabe. Dicen que espera a una mujer. Dicen que es rubia, que vendrá vestida de blanco, como las novias, con la piel inmaculada, sin equipaje y con un ramo de flores rojas y blancas, tal vez para quedarse o para partir de nuevo con este hombre que la espera, que la lleva esperando tanto tiempo, mucho tiempo.

Ahora tiene surcos en el rostro, de los años y del sol, del tiempo muerto que fue muriendo con él. Tal vez habría que decirle que desista de su actitud, que nadie vendrá a por él, que no puede vivir esperando toda una vida. Pero él diría, muy al contrario, que no se puede vivir sin esperanza y que su sitio es este, hoy y mañana, hasta que ya no pueda andar el camino de vuelta y se quede donde nadie le espera, donde está ahora mismo.
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viernes, 4 de abril de 2014

Probabilidades

Siempre que habla de probabilidades, le tocan todas aquellas que no tienen premio. No es que tenga mal fario, ni que la vida le golpee las espaldas más que a otros. Es que se deja vencer con las primeras lloviznas. Y cuando la tormenta arrecia, piensa que aquello es el final del mundo.

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Un día se le puso delante una rubia de envergadura, como esas de las películas, de ojos pícaros y tetas que desafiaban la gravedad de la tierra. Ella acometió sin temores, decidida. Posiblemente en su vida ningún hombre le hubiese dado un revés. Pero él, cauto, solo acertó a decirle: Perdone, pero creo que se equivoca de hombre. La tía se quedó con el labio torcido de la risa o de la vergüenza. Quién sabe. La vida está hecha de estos pequeños quebrantos. Se fue a la barra a beber como una posesa, incrédula ante el hecho de que un hombre cualquiera la hubiera rechazado con una sola frase que no entendió.

Él lo contó tal como sucedió, y pensamos que mentía o que había perdido toda cordura. Ante la duda, él fue explícito: A una mujer como esa no le puede interesar un hombre como yo. Ella, en cambio, decía a las amigas que no era posible haber errado con tanta precisión. Y cada vez que lo pensaba adivinaba en aquel hombre atormentado un mundo que se le escapaba a la razón. Ahí comenzó su obsesión y la decisión por hacerse con esa mercancía masculina aunque en la empresa invirtiera todas sus armas seductoras de mujer fatal.

Al final lo consiguió. Claro, a una mujer como ella la vida no se le debe hacer muy cuesta arriba. Ahora los vemos ahí sentados, ajenos al mundo, las dos mitades de una naranja que nadie hubiese pensado con anterioridad a los hechos que encajara como ha sucedido. Nosotros observamos la realidad y la describimos. Puede parecer sorprendente, es cierto. Pero nos dedicamos a escribir la vida, no la inventamos. Qué más quisiéramos.
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