lunes, 31 de marzo de 2014

Paisaje roto

La imaginó sola en la habitación, desvistiéndose para encamarse, encerrada en sus propias obsesiones, extraviada en los desbarajustes de la noche. Se prometió, como cada vez, huir de aquellos sueños que la hacían feliz y que la abandonarían al radiar el día. Estaba convencida de que habría otro método para sacarle punta a la vida que no pasara obligatoriamente por aquellos desequilibrios oníricos. Pero tampoco aquella vez pudo ordenar sus sentimientos.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

Se vio caer sin renuncia en un campo poblado de amapolas y se vio corriendo sin que nadie la persiguiera y feliz en su huida, con una sonrisa de niña traviesa que le atravesaba el alma. Cuando despertó no acertó a interpretar aquella imagen que se le grabaría nítida para casi toda la vida. Se preguntó desde entonces quién le perseguiría en esos sueños sin sentido o si realmente corría contra el viento y contra ella misma en aquellas praderas de ensueño.

Vio todo el paisaje rojo a su alrededor y no supo discernir si todo aquello tenía sentido o guardaba alguna relación con la realidad. Un día aquella imagen se le fue de los sueños y no regresó. Buscó alguna razón dónde no la había y le inquietó sobre todo aquella obsesión terca por adivinar visiones desvaídas. Se acostumbró a vivir más vacía y a caminar más despacio, porque ya no tenía prisa por llegar a ninguna parte ni acertijos que desenredar.
leer más

domingo, 30 de marzo de 2014

Nadie ve

Hay una línea que no divide fronteras. Invisible e inmóvil está ahí, aunque nadie la ve. Viene de la noche al día, y del día a la noche, y va gestando, sin privaciones, una araña de probabilidades que miden nuestras vidas de una a otra punta. Desde antes de haber nacido hasta después de fenecer. Es nuestra sombra o nuestra estela, va más allá de donde nunca imaginamos, atravesando espacios físicos o imaginados, o mundos que nadie alcanzó a sospechar de su existencia. Es ahí donde los pies abandonan el camino y el fuego torna en cenizas los límites de toda aspiración.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

Después, nos volcamos sobre nuestro propio cansancio y observamos el abismo que nunca cruzaremos, esa línea frágil y liviana que nos aleja de ese otro mundo que sabemos que existe y que nadie conoce. Encendemos unas velas para ver lo que no hay. Incluso así, la luz es refulgente a nuestras espaldas. Después hacemos el equipaje y volvemos por el camino andado donde esa línea que buscábamos en nosotros mismos tampoco está. O está, y nadie la ve.
leer más

sábado, 29 de marzo de 2014

Te espero

Dame un axioma, verdadero o falso, en que creer. Dame una razón o motivo para no mirar atrás, para no romper el paisaje con los pies desorientados. Dame tus manos para saber que no estoy solo. Después, dejaré crecer la escarcha en el jardín y aliviaré las horas muertas con música que no conoces. Afuera, la primavera insinúa días que nunca fueron alentadores. Acaso más allá, donde el mar agota contra las rocas su tiranía de invierno apagado, abunda una arena blanca que nunca has visto, sin rastrojos ni raíces, pura como nieve tibia, dorada al sol inclemente.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

Allí te espero sin cadenas, fumando y bebiendo, tal vez con una mujer a la que no le importa compartir la incertidumbre de un hombre acabado, a la que le gusta vivir fortuitamente un tiempo que no es suyo pero que quiere como propio. Dame mientras una palabra para parar mis pasos, para esperar sin antojos en este otro tiempo que es nuevo y ya no es nuestro. Aquí, donde todo se ha acabado, es posible reconstruir un momento que nunca hubo, ni siquiera en aquellos rincones en los que la felicidad, usurpada al azar a cualquier transeúnte, era puro artificio, quincalla en un mercado ficticio que creímos real y propio.

Te espero sin nada más que estos andrajos que visto. Todo lo demás lo he extraviado a propósito o me lo han manoseado los bancos, usureros coetáneos que se alimentan del brillo del oro y que mueren a la sombra de sus propias rapiñas, inmisericordes y solitarios, como poetas sin inspiración. Te espero aquí, donde el lujo no es moneda válida, donde el privilegio es la palabra bien escrita, la música bien acompasada, tu cintura perturbando mi paz tan cerca. Aquí nadie nos encontrará. Los sabuesos no huelen cuando el oro ajeno y robado les tapa las narices de sus propias miserias.
leer más

miércoles, 26 de marzo de 2014

No es poco

Aquí queda escrito cuanto pienso, cuanto he vivido y soñado. Percances menores que a nadie atañe, momentos compartidos que alguien rememorará en mi ausencia. No es una despedida. No hay pretensión de testamento ni mármol de epitafio. No es crónica al detalle ni pincelada para el olvido. A quién le podría interesar una memoria sin recovecos, un puzle irrecuperable, un crucigrama sin solución previa.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

El enigma guía las palabras, edifica frases que antes no fueron patrimonio del pensamiento ni de la intuición. Tampoco el sentimiento estuvo a la altura de los hechos. Vivimos reducidos a posibilidades inocentes, a probabilidades mínimas, a sospechas infundadas, a sueños desvaídos.

Están estas palabras que te escribí por miedo al vacío y la ausencia, a la nada que nos habita y que llena las horas de espuma gris, por donde se puede caminar sin ver y sin tropezar, como si pisaras nubes inexistentes y la tierra estuviera a distancia de nuestros pies. Aquí, sin poder volar, suspendido sin ataduras en el aire, construimos el futuro que nunca tuvimos.

Nada más disponemos de palabras y acaso esa sea poca argamasa para persuadir a tantos dioses que nunca existieron y que atolondraron nuestra existencia allá por donde fuimos. Ahora que soplo sobre el papel y las palabras rompen su orden interno, sé que cada amanecer es otro día y una oportunidad. Y no me parece poco.
leer más

martes, 25 de marzo de 2014

Contigo

No hay nadie en las calles. Es de noche y es primavera. Hay una luz en la ciudad que envidian las culturas nórdicas, los alemanes de Merkel, los rusos que invaden Crimea, los esquimales que persiguen focas en esos sueños sin luz. No hay almendros nevados en estas calles. Los bares están cerrados o clausurados. Hay privacidad en los bolsillos, un vacío metafísico en las conductas, una actitud de servidumbre que no lleva a ninguna parte. La noche llama a la perdición, a los excesos, a la búsqueda inmediata y necesaria de otro cuerpo semejante al nuestro. Y no hay nadie en las calles.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

Hay un toque de queda en nuestras almas, un estado de sitio decretado contra nuestra propia voluntad que no podemos aceptar. Ando estas calles observando las aceras sin nadie, los rótulos apagados de la fiesta, los confetis pisoteados de la algarabía abortada. No sé adónde fueron todos. Tampoco puedo afirmar si volverán algún día y menos aún sé si los reconoceré cuando los vea de nuevo, si repetirán las bromas manoseadas de otros días y divagarán sin sentido sobre el sentido de nuestras vidas.

Es lo que tiene estos de trasnochar, esta costumbre vieja y sana de perderse por la ciudad a esa hora en que nadie duerme y todos huyen de sus pesadillas más íntimas. Yo subo, me meto en la cama, tú duermes, me abrazas sin saber si soy yo quien vulnera tu intimidad desmadejada, y te dejo hacer porque quiero y lo necesito, y porque abajo no nadie para tomar un gin tonic a esa hora en que -ahora lo sé- solo me apetece estar contigo.
leer más

lunes, 24 de marzo de 2014

Otro mundo

Lo que queda son cenizas, olvido en polvo, agua congelada, tierras desiertas y desérticas, árboles secos que resisten al viento que no sopla con furia. Hay libros con anotaciones a lápiz en sus márgenes, fotografías de alguien a quien ya nadie reconoce, puertas que no se cierran ni se abren, pautas sin sentido, direcciones de ciudades inexistentes. En frente, donde tal vez alguien habite sus calles, hay un lugar ignoto y tal vez recóndito.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

De él no existen mapas, ni travesías que lleven al viajero al corazón de sus casas, porque probablemente tampoco haya casas, y quienes las habitaron habrán huido más al norte, donde se dice que la vida es posible y donde presumiblemente muchos infelices hayan montado sus tiendas y hayan planificado un futuro sin sorpresas. Aquí, mientras tanto, todos buscan el mar desaparecido, el cielo alto e inalcanzable, la torre derruida que nos llevaría a él. Ahora, cuando todo está destruido, el hombre, una vez más, se empeña en sacar de estas ruinas otro mundo habitable.
leer más

domingo, 23 de marzo de 2014

A la espera

Tiene la arrogancia de los animales acorralados. Tiene la mirada triste de los animales enjaulados. Tiene las maneras indomables de un caballo asustado y libre. Los tiempos le fueron adversos; las circunstancias, huidizas; la añoranza, deliciosamente perjudicial. Hoy busca, como ayer, su propio territorio, a esa edad en que todas las tierras están alambradas y correr, sin dirección alguna, es deporte innecesario. Tiene un concepto de la libertad limitado y una necesidad de amor tal vez equivocada. Es lo que traen los años: unas prisas que no ayudan a desvalijar el alma de objetos innecesarios.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

Cualquier viaje, ahora lo sabe, debe emprenderse con la mochila ligera y la ambición colmada. El camino siempre será un medio y un fin al mismo tiempo, porque nadie sabe dónde se encuentra la primera posta o dónde el camino llega a su fin. Tampoco se puede ir siempre caminando, como si la vida fuera un coche de circo, siempre itinerante incluso en las horas calmas.

Ahora que lo sabe, ella se ha quedado aquí. Esta vez, esperando. No sabe a quién o qué. Pero observada de modo científico, es decir, con la paciencia y la sabiduría que dan la edad pero también los momentos rotos, tiene una elegancia aprendida en el andar que la embellece, y una pátina de tristeza controlada en los ojos que la hacen atractiva y diferente, y una ternura en las manos que dibujan la paz que quiere. Yo me siento a su lado, y me pongo a esperar con ella ese tiempo feliz que ella ve tan próximo.
leer más

jueves, 20 de marzo de 2014

Silencio

No la reconocí a primera vista, porque los años la habían cambiado. Era más bella aún que entonces, cuando la sangre le palpitaba desordenadamente y las tardes de primavera, como ahora, se eternizaban sin pautas lógicas. No sé por qué volvió y tampoco sé a qué ni por cuánto tiempo. Desde que está aquí y entra a beber al mismo local que yo frecuento cada noche, el tiempo me parece distinto. Como si ahora volviera la adolescencia, clandestino, viajando en otro cuerpo que ya no es tan joven ni busca los momentos que no fueron, sé, sin embargo, que sigo siendo el mismo.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

A ella no le importa haberme encontrado. Es más, creo que le gusta estar a mi lado, reír cualquiera de mis ocurrencias, abrazarme de vez en cuando, sin pretensiones. Todo es natural. Nunca habla de nosotros, de aquellos jóvenes que ya no son ni quisieron ser más de lo que obtuvieron por sus propios méritos. A veces, cuando me abraza, se queda quieta apretada contra mi cuerpo, como si no quisiera desprenderse. Yo olfateo su perfume nuevo y siento en mi pecho sus formas que nunca tuve en mis manos, y que ahora ella pone a mi disposición.

Nunca dice nada. Cuando éramos muy jóvenes tampoco decía nada. Pero ahora no huye, ni planifica estrategias erradas. Se deja llevar por las insinuaciones que alberga la noche y que proyecta el alcohol. Yo tampoco digo nada. Creo que las palabras joderían el encuentro. Le gusta besarme sin prisas y besarme con una vocación que había olvidado. Me gusta su técnica tan depurada. Me pregunto dónde la aprendió o si estuvo esperando hasta ahora para conocerla conmigo. Poco importa. Cuando se desnuda y se tiende a mi lado, me dice que no le ha importado esperar todo este tiempo y que ha valido la pena esperar. Yo no digo nada, porque ella ya se preocupa de que las palabras no importunen esta hora. El silencio, quién lo diría, es a veces tan misterioso como necesario.
leer más

miércoles, 19 de marzo de 2014

No dije nada

¿Importa acaso que no le escribiera durante estos años? A ella le parece algo primordial. Me fui porque ella andaba con dudas metódicas. Ya se sabe: no sé, necesito un tiempo, soy demasiado joven, la vida es demasiado larga. No le dije nada. Para qué. Sobre todo, porque lo entendía. Me fui sin decirle nada, claro. Solo por estar lejos de allí. Y lejos de ella, claro. No sé si fui feliz en ese tiempo. Tampoco importa. Apenas tuve tiempo para meditar. O no quise. O no pude. Qué más da. Volví. No por nada. También yo era de allí.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

La encontré hermosa. Siempre fue. Le dije también que no vine a arreglar el pasado. Ya poco importaba. Eso no se lo dije. Me dijo que, si le hubiera escrito, si le hubiese dado muestras de interés, ella no habría iniciado otra vida. No le dije nada. Para qué. Me dijo, desafiante, si no estaba dispuesto a recomponer aquello que no había sido. Si no estaba dispuesto a enfrentarme a duelo con aquel hombre que la amaba, que le había robado un amor que fue mío. Le dije que no recordaba y que tampoco importaba ya.

Ella no entendió. Fue siempre su actitud. Aislar actitudes y contextualizarlas en el entorno más próximo. Pero yo ya estaba muy lejos. No le dije que no era tan joven como ayer, ni que su mirada había perdido el brillo de aquel tiempo en que me amaba más que a ella misma. Es lo que pasa con el tiempo, le dije, el futuro es imprevisible. La besé sin pasión. Ella lo entendió como una despedida definitiva. No le dije nada. Últimamente la vida me ha dejado sin palabras.
leer más

domingo, 9 de marzo de 2014

Los 87 años de Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez ha cumplido 87 años. Lo vi sonriendo, sin memoria, ajeno al mundo que había inventado y llevando los años como mejor puede. Cuando lo conocí en Sevilla en 1986 era un hombre lleno de energía, pletórico, consciente de que había escrito una novela que había roto todas las fronteras hasta entonces invulnerables. Le dio por meter la ingeniería del reportaje en ese género literario y condimentarlo con una imaginación sin parangón posible. El Premio Nobel se le resistió solo unos años.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

Entonces andaba metido en la que él considera su mejor novela, aunque ahí yerra. El amor en los tiempos del cólera era todavía un amasijo de folios sin título siquiera. Intentaba también poner orden en un libro de relatos. Tenía esbozos de más de más de 70 textos, pero al final se quedaron en muchos menos. El libro se titularía Doce cuentos peregrinos. Pero el libro que no le dejaba en paz era un texto periodístico con título definitivo: Cuba: la vida durante el bloqueo. Como el bloqueo a la isla por parte de Estados Unidos nunca alcanzaba el final, abandonó el manuscrito en un bloqueo definitivo hasta que la propia realidad le pusiera el punto final.

El libro sobre Cuba, hasta hoy, no ha llegado a publicarse y, probablemente, ande cogiendo el polvo que la propia historia desempolvará cualquier día. No es el único manuscrito que espera un mejor destino. Volví a reencontrarme con él en México en 2006, y unos años antes en Cuba. Me dijo que Memoria de mis putas tristes no sería su última novela. Me confesó que tenía otra ya terminada, pero le gustaba después de escribirlas dejarlas unos años que maduraran por sí solas. También tiene publicados algunos relatos de un libro inacabado.

Pero la vida le ha quitado la memoria y vive feliz en un mundo sin recuerdos posibles, probablemente en una ficción que no reconozca como propia y por la que vaga sin rumbo como si fuera una novela interminable. Tal vez Mercedes no quiera que esa novela navegue por el mundo sin la consciencia del escritor. Sin que su legítimo autor le dé el pistoletazo de salida para su impresión. Mientras esperamos esos libros de los que no sabemos más, él ha celebrado su cumpleaños con la sensación soberbia, tal vez, de que la vida y la ficción son una misma cosa.

Maestro, nunca dejo de leerte. Es mi regalo por tus 87 años sin soledad.
leer más

viernes, 7 de marzo de 2014

Llueve

La lluvia le había pillado desprevenida a medio camino de la casa. Pese a la intensidad del temporal, no apresuró sus pasos. Se dejó llevar por una sensación de placer inmediato que no le disgustó. Se cerraba la tarde y el cielo estaba espeso y negro. Ella presintió esos síntomas como un mal augurio, pero al instante se le fueron los malos pensamientos. No le importó deambular entre los árboles de todos los días, con los zapatos sucios de barro. El camino zigzagueaba estrecho hasta donde se perdía entre un manto de agua tibia.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

A ella le gustaban estas primaveras prematuras y tormentosas, desequilibradas y bienvenidas, que después dejaban un paisaje limpio y un aire puro. Le gustaba andar con los pensamientos desordenados, con una sensación nueva de libertad que le oxigenaba el alma. Cuando abrió la puerta, tenía la mirada transparente. Comenzó a denudarse en mitad de la habitación, sin pudor y sin dudas. Me pidió una toalla, con una naturalidad que quiero. Se frotó el pelo, se secó el cuerpo con una suavidad aprendida. Después se sentó a mi lado, todavía desnuda, buscando el calor que le doy cada noche y se quedó durmiendo en mi regazo.

Está aquí, tendida en el sofá, metida en un sueño que ignoro, con una sensación de placidez que quisiera compartir. Observo sus brazos y su cabeza acurrucados en mis piernas, y voy buscando con la mirada un cuerpo que no escatima el deseo ni la belleza. Despierta muy poco a poco, pidiendo más atención, dejando a un lado a Morfeo y a todo dios, haciendo con la realidad que encuentra cuanto su antojo intuye y cuanto ha dibujado en los sueños. Yo me dejo hacer. Ella sabe dónde hincar las uñas y dónde meter los labios. La lluvia ha cesado, aunque ya me importa bien poco.
leer más

lunes, 3 de marzo de 2014

Llegó para quedarse

Un día llegó. Dijo que venía para quedarse. Apenas presté atención a cuanto me prometía. La vida, ya se sabe, te va protegiendo con caparazón de tortuga y, allí escondido, las ves venir con menos perjuicio. Ella se hizo al lugar antes que yo. Parecía que hubiese nacido en aquel paraje. Ella decía que no, que ese paraíso no era el suyo, pero que no le importaba estar allí. Decía que solo quería estar a mi lado y que eso le bastaba. Lo había escuchado tantas veces, que el escepticismo en este caso me engañó.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

Le gustaba, por las mañanas, mientras yo escribía, pasear por el río y escudriñar las pocas esquinas de aquel pueblo. Después se metía en la cocina y llenaba la casa de olores a los que ya no estaba acostumbrado. Le gustaba beber vino conmigo y leer los libros que yo ya había leído. Se detenía en cada página buscando las huellas de otros lectores, traduciendo no solo el contenido de esa obra, sino adivinando todo cuanto aquel lector alcanzó a imaginar. Después me preguntaba sobre pasajes que yo había olvidado y que ella pensaba que yo rememoraba cada tanto.

Siempre le gustaba imaginar qué hacían los demás, qué sentían con una melodía determinada, qué actitud adoptarían si la vida les fuera esquiva y adónde huirían si el destino retorcía sus expectativas. Cuando indagaba en los intestinos de algunos de nosotros, lo hacía como quien juega a abrirte las entrañas de par en par y dejarlas expuestas para siempre a la vista de los otros. Nunca le importó escudriñar nuestros adentros, porque ella era transparente como el agua.

Un día le vi el semblante cambiado, como si hubiera roto una promesa o intentara compartir el secreto más íntimo. Te lo diré sin titubeos, me dijo. Me voy. No dijo nada más. No hubo explicaciones. Yo tampoco dije nada. Creo que alcancé a decir lo siento, o algo así. Ella se volvió. No tenía expresión. Nunca te dejaré, me susurró. No sabría qué hacer lejos de aquí. Después de ti, creo, me dijo, no hay nada. Después salió, como cada mañana, a pasear por el río. Tenía la misma sonrisa infantil del primer día.
leer más

domingo, 2 de marzo de 2014

Tráfico

Cuando miró a su alrededor, comprobó que no había nadie en el local. No sabía qué hora era ni cuánto tiempo llevaba allí. Había bebido más de lo normal. Pero qué es lo normal, se decía siempre. Dejó en el mostrador el último billete. El camarero le miró con aires de despedirse o despedirlo. En la calle tampoco había nadie. La noche era fría y húmeda. No había tráfico. Tampoco tenía trabajo y, como consecuencia, no había ninguna razón para madrugar. No tenía sueño. Es más, desde hacía meses sufría insomnio. Era lo peor. Las noches inagotables, los amaneceres grises, los días largos como serpientes celosas.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

Cuánto tiempo seguiría así, se decía siempre. Y cuánto tiempo sería capaz de soportar esa vida advenediza. Cualquier día, el destino le daría un vuelco. Ése era el único sueño que acariciaba. No había más sueños. No sabe tampoco cómo comenzó todo. Cómo le tuvo que tocar a él. No sabe cómo ingresó en las colas del paro. Ahora que estaba allí, al otro lado, donde se sientan quienes no tienen futuro, supo dónde se había equivocado, adivinó que los días vividos no vuelven y que los errores pocas veces son propios. Se sentó sin esperanzas en la acera, ajeno a todo cuanto le rodeaba. A esa hora, el tráfico comenzaba a ser intenso.
leer más

Ella mira el mar

Ella mira el mar. Desde hace mucho tiempo, ella mira el mar. Mira como si esperara a alguien o algo, como si su destino estuviese sumergido en las aguas. Siempre mira más allá de donde alcanza la vista, donde no se divisa apenas esa línea que separa o une cielo y mar. La veo cada tarde sentada en la arena, paciente, sin importarle el viento racheado que desordena sus cabellos. Está allí sin importarle no poder estar en otra parte. El mundo queda muy lejos del mar. O mejor dicho: su mundo es el mar.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

Alguna vez he querido acercarme a su sombra y decirle algo. Pero anda ensimismada en ella misma, en ese laberinto de sensaciones donde nadie tiene cabida. A veces, me siento muy cerca de ella, sin importunarla. Sé que a ella no le importa. Me mira sin decir nada, como si le gustara mi silencio. Ayer vine y no estaba. Me senté en la arena blanca, esperándola tal vez. Ella se acercó en silencio y se sentó a mi lado. En la arena, con el dedo, escribió algo. Mi nombre. Apenas tenía una sonrisa en los labios. Después, miró al fondo del mar, donde el agua borra todas las huellas en la arena.
leer más