viernes, 27 de junio de 2014

Inocencio Arias: "España sin fútbol sería un país diferente"

Inocencio F. Arias (Almería, 1940) fue director general del Real Madrid, pero le hubiese gustado ser director de teatro. Cuenta con una de las carreras diplomáticas más destacadas de la historia reciente de nuestro país. Ya jubilado, publica Mis mundiales. Del gol de Zarra al triundo de la Roja. Es autor, además, de Confesiones de un diplomático (2006), Los tres mitos del Real Madrid (2002), La trastienda de la diplomacia, junto a Eva Celada (2010), y Los presidentes y la diplomacia (2012).

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FOTO: Miguel Ángel León

- ¿Qué le debe España al fútbol?

- Muchas alegrías y mucha ilusión y muchos sueños.

- ¿España seguiría siendo la misma sin fútbol?

- No. Sería un país diferente. El fútbol tiene más importancia sociológica que la que piensan los que lo desprecian.

- Mis mundiales. Concretamente 17. Usted y el fútbol. ¿Nunca quiso ser futbolista?

- Sí. También quería ser director de teatro. Tenía las cualidades para ser mediocre, pero no para ser bueno.

- ¿La diplomacia y el fútbol tienen algo en común?

- Pues el fútbol puede unir y desunir. Y la diplomacia está para cuando el fútbol desune. Pensemos en la rivalidad Madrid-Barcelona.

- Recuerda más claramente el gol de Zarra del 2 de julio de 1950 que la muerte de su padre. ¿No exagera?

- No, no, no es efectista. Aunque ocurrieron en la misma época, yo era un niño de nueve o diez años. La muerte de mi padre me la ocultaron en un primer momento, me la dieron por dosis. Y el gol de Zarra es que lo estoy viendo y oyendo.

- El gol de Zarra fue un momento glorioso, pero también se vio potenciado por el régimen franquista.

- Sí, sí. Pero hubiese sido casi igual de glorioso. Al régimen, que no tenía qué echarse a la boca en el terreno deportivo, le vino fabulosamente. Pero los españoles lo hubieran sentido con el mismo entusiasmo.

- Lloró cuando Pujol metió el gol de cabeza frente a Alemania en Sudáfrica.
- Estaba detrás de la portería. La importancia del gol, la belleza del salto de Pujol y lo que significaba el enterrar muchos años de frustración en los Mundiales, me hizo que se me saltaran las lágrimas. No me da vergüenza.

- Usted fue también director general del Real Madrid. ¿El fútbol se ve mejor desde fuera o desde dentro?

- Ciertas cosas del fútbol, como el conocer a los jugadores, se ve mejor desde dentro. Otras cosas se ven mejor desde fuera. Y, desde luego, mi contacto con los despachos fue agridulce.

- Dígame cinco jugadores, con sus calificativos, sin los cuales el fútbol español hubiera sido otra cosa.

- Di Stefano, omnipresente, majestuoso; Xavi Hernández, el mejor medio atacante de nuestra historia; Casillas, increíbles reflejos, el mejor portero del mundo a lo largo de un lustro; Zarra, un ídolo para toda una generación por su nobleza, pundonor, sencillez y gol; y Andrés Iniesta, un muchacho de una familia modesta con enorme clase y que metió un gol histórico, y no es un tópico.

- La selección abandonó un estilo de fútbol tradicional y obtuvo dos Eurocopas y un Mundial. ¿En qué cambió?

- En que hubo una generación de jugadores espléndidos a los que los dos técnicos, Luis y Del Bosque, supieron alimentar y cohesionar. Y cambió el estilo de juego. Pasamos de la furia a la clase y al equipo técnico.

- ¿La problemática que atraviesa Brasil se verá reflejada en el Mundial?

- Por primera vez podrá verse reflejada, porque allí sí que el fútbol es una fiebre nacional, en todas las clases, en todas las edades. Pero por primera vez en la historia el fútbol no tapa los problemas de Brasil.

- No descarta que Iker Casillas se vaya del Madrid. ¿Tan claro lo tiene?

- No, no, no. Yo creo que está debatiéndose en una duda kantiana, metódica, pero no lo ha descartado.

(Publicado en el diario Córdoba el 26 de junio de 2014)
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jueves, 26 de junio de 2014

El tiempo, una invención inútil

Tal vez no exista el mañana. Tal vez, quién lo diría, el tiempo sea una invención inútil. Pero ahí está, a nuestro pesar. Te quieres caer, tirar la toalla, rendirte. Decir: Hasta aquí llegué. Y no puede ser. Lo sabes. Hubo un tiempo mejor, incluso feliz. Otra edad, también, que ya delata la piel. Eso piensas. Aunque no quieres pensar. Lo llamas. Quieres escuchar su voz. Él no es de tu mundo. Sabes que pertenece a otro mundo, a un mundo que ahora conoces y deseas.

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Esa otra vida no es mejor que aquella que dejaste a un lado. Pero sabes que es verdadera, sencilla, apasionada. Miras al frente. No hay dirección. No es una noche cerrada. Al contrario, aquí al lado beben y ríen, sin razones. Cuando alguien sonríe sin razón alguna –sospechas- la felicidad le ronronea. Dices al taxista que te deje en esa esquina. Caminas ahora por una calle iluminada. No quieres detener el paso. Y esa sola sensación te alivia.
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lunes, 23 de junio de 2014

Algunas frases

Amo a aquellos escritores que miden las palabras milimétricamente y después la envuelven de un aura que perdura en la memoria inexorablemente, aquellos escritores que, de vez en cuando, sueltan una frase tremenda o lapidaria, en mitad de una narración, que se queda clavada en las vísceras como una bala perdida en alguna guerra de la que no tenemos conocimiento. El mar, escribe Javier Aparicio Maydeu, es el símbolo de esa literatura de exactitud y de sutilezas de que hablo.

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En esta obra, escribe su autor: “Sigue ahí, ese puente, justo detrás de la estación. Sí, las cosas perduran, mientras la vida pasa”. John Banville es así. También lo es Benjamin Black. Más que su seudónimo, su alter ego. Vas leyendo, sin privaciones, la historia, te dejas llevar por un bosque penumbroso que anuncia un cielo azul y, sin que puedas evitarlo, te golpea con de vez en vez con frases hechas para perdurar, para conmover. Como flechas invisibles, no sientes que atraviesan la piel y se incrustan para siempre muy adentro. Después, adivinando un camino sin indicación alguna, sabes que el dolor y la luz que provocarán ya son inevitables.

Hace unos días fue distinguido con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, y andaba confuso, pues no sabía si el galardón lo recibiría de manos del Príncipe, ya rey, o del rey, ahora también rey. Igual le da lo mismo. Porque andará abriendo en canal el alma humana por si se tropieza con engrudos aprovechables para aliñar una trama detectivesca o si se muestra capaz de deslumbrarnos con ángulos invisibles desde donde retratar la existencia humana. Es lo que les pasa a los grandes escritores: que los premios los despistan en ese instante, pero después agachan la cabeza y se tropiezan con una frase que no saben muy bien qué hacer con ella, como no sea buscarle una narración que en ese punto comienzan a escribir.
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viernes, 20 de junio de 2014

Solos

Estaban solos, espiando los días futuros, obsesionados con no alterar el orden cronológico de los acontecimientos. Rehuían de gurús y magos, de las adivinanzas y las profecías. Apenas se rozaban con los dedos –si no era por un descuido-, por miedo a provocar una reacción contraria a los sentidos. Ni se miraban a bocajarro, por miedo a descubrir en el otro un corazón diferente e ignoto. En el fondo, sin saberlo, esperaban una señal mágica en el cielo que les abriera el camino de la felicidad.

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Ambos se mantenían vírgenes en sus insinuaciones, desviaban las tentaciones por otros derroteros para domeñarlas como a un perro cautivo. El tiempo, obviamente, iba pasando, y les fue poniendo a ambos una capa de un barniz invisible en la piel que ensombrecía sus bellezas y un halo de soledad en los ojos que mataba el deseo.

Un día se miraron frente a frente, como dos extraños, y no se reconocieron. Se abrazaron con un miedo salvaje, sabiendo ya que eran otros. Hicieron el amor hasta la agonía, pero a ninguno se le iluminaron las pupilas ni desearon seguir explorando un cuerpo ajeno a sus sueños. Habían pasado tantos años que no quedaba ni rastro de los días en que eran jóvenes y la vida les palpitaba incontrolable y alegre, pero contenida. Ahora tampoco podían hacer nada más. Estaban solos, sin nadie más, como siempre, pero solos también en lo más hondo de ellos mismos.
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jueves, 19 de junio de 2014

Pedro Bravo: "La bici sigue siendo una herramienta de libertad"

Nacido en Madrid en 1972, a Pedro Bravo le gusta la agitación social, la empresa social, el periodismo o la literatura. Se mueve a pedales y también escribe sobre la bicicleta. Biciosos es su segundo libro, en el que su autor se plantea por qué vamos en bici y otras preguntas que cualquiera se hace cuando va a pedales. Es autor también de La opción B (2012).

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FOTO: Miguel Ángel León

- Biciosos. Una declaración de amor a la bicicleta. ¿Nunca le ha dado por escribir sobre dos ruedas?

- Lo he intentado pero ya estoy suficientemente torpe montando solo en bicicleta o escribiendo solo. Combinar las dos cosas me parecería una heroicidad a la que yo no estoy capacitado.

- En el libro no explica cómo montar en bici. ¿Se da cuenta de la cantidad de lectores que ha dejado fuera?

- Estoy convencido de que he dejado muchos fuera, pero el libro quiere ser los ruedines para los que saben montar en bicicleta pero no terminan de atreverse a hacerlo.

- La bicicleta está de moda. ¿La crisis ayuda a que su uso sea más común cada día?

- Sin duda. Al precio que está la gasolina, incluso también los bonos-transporte, al final acabarán yendo en autobús y en metro los jugadores del Real Madrid y del Barça, porque son los únicos que podrán pagarlo. Los demás iremos en bici o andando.

- En las ciudades que se ha implantado el carril-bici, ¿a veces no se le ha robado demasiado espacio al peatón en las aceras?

- La movilidad está planteada como una especie de batalla piedra, tijera y papel entre coches, que serían piedra, tijera, que serían los ciclistas, y papel, que serían peatones, solo que sin la posibilidad de ganar a la piedra. Y es verdad que el peatón es el que siempre pierde. La clave de la movilidad es respetarnos unos a otros, porque en el fondo todos somos peatones en primer lugar.

- ¿Córdoba es para ir a pie o pasear en bici?

- Córdoba es para perderse de cualquier manera. Perderse en bicicleta está muy bien porque te permite conocer sitios a los que no llegarías andando. Y viceversa también.

- Igual que los ayuntamientos han creado el carril-bici, ¿por qué no han hecho lo mismo creando aparcamientos seguros?

- Esta es una parte en los procesos de ciudades que están cambiando su política de movilidad. Los aparcamientos es el siguiente paso. Una vez las ciudades ya se han llenado de bicis y la gente las ha adoptado como transporte, el aparcamiento es casi lo siguiente. Pasará en Sevilla y en Córdoba también.

- No solo es partidario del carril-bici, sino que le gustaría llegar a todas partes. ¿Adónde, por ejemplo?

- Yo quiero llegar a ser bastante feliz y consciente de estar en la tierra. Y no siempre puedes llegar ahí a través del carril-bici. El carril-bici está bien, pero también está bien que te dejen la libertad para ir adonde te dé la gana.
- ¿Por qué algunos ciclistas creen que la ciudad es suya?

- Igual que algunos peatones piensan que la ciudad es suya o algunos conductores o incluso algunos políticos. Porque están equivocados.

- Los políticos viajan en coche oficial, y eso les aleja de la realidad. ¿Inventarán algún día la bicicleta oficial?

- (Ríe). Es muy difícil. A los políticos habría que quitarles el coche oficial, la clase business y el chaleco reflectante que se ponen cuando van en bici. Los políticos tenían que ser uno más porque es lo que son.

- La bici fue una herramienta necesaria para la emancipación de la mujer. ¿Hoy ha perdido toda simbología?

- No. La bici sigue siendo una herramienta principal para la emancipación de la mujer en países donde está mucho menos emancipada que aquí, como en Afganistán. Y la bici sigue siendo una herramienta de emancipación y de libertad en general. Pregúntale a cualquiera que vaya en bici lo libre que se siente.

- ¿Casco o no casco en la ciudad?

- Casco para el que quiera casco. Nunca obligatorio.

- ¿El ciclismo es el deporte más duro?
- El ciclismo es uno de los deportes más duros. Pero en ciudad la bici no es deporte, es transporte.

- Dígame algo inconfesable que haya soñado hacer en lo alto de la bici.

- Seguramente lo que hayas soñado tú, pero no contigo (ríe).


(Publicado en el diario Córdoba el 17 de junio de 2014)
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domingo, 8 de junio de 2014

Tiempo interior

Se quedó sentado a que anocheciera, como quien espera el tren a una hora determinada, pero ahora nadie iba a bajar de ningún coche. Por primera vez en muchos años, no tenía prisa. Miraba al frente, por mirar a alguna parte. Sabía que la libertad era también eso: esperar a quien nunca vendría. No importaba. Llevaba ya una vida cargada de confesiones que nunca podría contar a nadie, y eso a veces le turbaba.

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A su alrededor, todos habitaban una existencia común, con demasiado orden y escasas perspectivas. Él, ahora, había optado por desacelerar el ritmo de su aliento y observar, con detenimiento y paz, el paso inequívoco del tiempo en la piel de los demás y en sus propios huesos. Comprobó, sin demasiado entusiasmo, que nadie percibe ese susurro inevitable que nos va haciendo viejos a cada instante, a cada paso que damos, aunque no vayamos a ninguna parte.

Eso es lo peor, pensó, que no vamos a ninguna parte. Cual si el tiempo fuese un paseo circular sobre nosotros mismos. A lo lejos, oyó el silbido de un tren. Se puso en pie y compró un billete para emprender el próximo viaje. Sabía que no sería el último. Y solo esa sensación de alivio le hizo entender que hay otro tiempo que siempre está adentro de nosotros, sin moverse, quietecito como un gato asustado.
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viernes, 6 de junio de 2014

Rafael Santandreu: La vida debería ser algo muy sencillo y la complicamos"

Psicólogo y estudioso del famoso psicólogo Albert Ellis. Especializado en ayudar a las personas a desarrollar su fortaleza personal, Rafael Santandreu publica ahora Las gafas de la felicidad. Descubre tu fortaleza emocional, un libro en el que pretende enseñar al lector a graduar las lentes tanto del corazón como de la mente. Sus declaraciones no dejan indiferente a cualquiera.

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- Titula su libro Las gafas de la felicidad. Igual somos infelices porque somos miopes.

- A nivel emocional, en estos momentos, sí. Supermiopes. La vida debería ser algo muy sencillo y la complicamos que te cagas.

- Su libro esconde un método práctico para ayudar a superar los problemas. Cuál sería uno de los más comunes.

- El primero que vemos los psicólogos son los relacionados con el amor, con el desamor y con el mal amor. Y procede de la creencia de que necesitamos pareja para estar muy bien.

- Cuando hablamos de amor, no estamos hablando de sexo. ¿O también?

- No es lo mismo y casi te diría que no tienen relación.

- Además del amor, qué otro problema nos atormenta.

- El segundo es la necesidad de ser respetado. Hay una excesiva necesidad a ser respetado.

- Su libro va dirigido a un público masivo: desde quienes sienten celos a los que sufren ansiedad, desde los que están en conflicto permanente a quienes no ven el lado positivo de la vida. Vamos, casi todos.

- Una cosa que yo he visto con mi trabajo es que todas las neuras están conectadas por un proceso que yo llamo terribilización. Son miradas exageradas de la realidad. Todas las neuras son superexigencias.

- ¿Qué nos hace fuertes o débiles? ¿O ya nacemos fuertes o débiles?

- Nos hace fuertes tener una mente humilde, necesitar poco. Y nos hace débiles autoexigirse en exceso y exigir a los demás.

- “Creer que se necesita aprovechar la vida o tener hijos es tan absurdo como creer que se necesita un Ferrari”. Creo que me he perdido.

- Nosotros creemos que necesidades exageradas y materiales, como tener a alguien que me quiera o tener hijos, no son absurdas porque son benéficas, pero cualquier necesidad exagerada está mal.

- “En Occidente somos insaciables también en referencia a las virtudes”. Me da la impresión de que el ejemplo no cunde.

- Sí. Ahora hay mucha gente que hace ultratrail, carreras de cien kilómetros y por la montaña. ¿Qué persiguen? La superioridad, la fortaleza, ausencia de dolor. Y eso es fatal para el cuerpo. O la monogamia en la mujer. Hay un exceso de virtud también.

- En El arte de no amargarse la vida decía usted: “Vivir con menos es vivir mejor”. Igual se lo roba el PP para la próxima campaña.

- Mi frase no se aplica a la solidaridad, por ejemplo, que es algo que el PP está recortando.

- “Tener agua y comida es lo único que nos debería preocupar”. Créame que le leo y me preocupo por usted.

- No deberías preocuparte porque es una gran noticia. Una vez que entiendes esto, la vida se vuelve mucho más sencilla.

- “Deberíamos trabajar una hora al día y vivir con muy poco”. ¿No nos aburriríamos viendo la tele todo el día?

- Hay miles de cosas que hacer por uno y por los demás. Los indios del Amazonas trabajan una hora al día y son personas felices, armónicas y no hay televisión. Tendríamos que volver a la selva.

- Convénzame de que la crisis es una oportunidad.

- Para la gente más fuerte y sana, que haya tantos quejicas, les da una gran ventaja comparativa.
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miércoles, 4 de junio de 2014

Aquí hay que estar

Cualquiera puede pensar que este hombre se equivocó. Él mismo lo confiesa sin necesidad de que un verdugo le apriete las tuercas. Sabe de sus errores y sus aciertos. Aciertos que, por cierto, tampoco fueron pocos. Pero los errores echan raíces como las malas hierbas en cualquier lugar y crecen sin necesidad de riego y, contra todo pronóstico, esquivan tiempos grises y trampas encubiertas. A veces, sin embargo, un mal golpe rompe toda expectativa y nos desvía de la ruta que pretendidamente nos acercaba a un destino ya inabarcable.

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Nadie se percata de estos pequeños fracasos, pero anidan en lo más hondo de cualquier ser humano, se alimentan de las vísceras y muestran sus secuelas bastante tiempo después. Entonces ya es tarde. Un día, el cielo se nubla y alrededor nuestro no hay nadie que conozcamos. Miramos el reloj, y ya no importa la hora, porque no hay a dónde ir. Después, este hombre se sienta, sin pensar, pero está pensando.

Posiblemente no lo sabe y tampoco le importe. Tal vez, más que pensar, esté recorriendo su vida como si fuese la vida de alguien que no conoce. No se reconoce ni en los recuerdos ni en los días que le quedan por estar aquí. Piensa que le han cambiado la vida. Y, en efecto, la vida ha cambiado demasiado en muy poco tiempo. No es que le preocupe. Le acongoja. Tiene ganas de vivir, pero no sabe cómo. La muerte, en cualquier caso, no tiene cabida en sus propósitos. Y ahí está el dilema. Estar sin saber por qué ni para qué. Y sobre todo, hasta cuándo.
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domingo, 1 de junio de 2014

Sombras

No descuides los días vacíos, en los que la mano izquierda acecha movimientos ajenos sin que lo perciba la mano derecha, o bien penetra en agujeros insalubres y cruza túneles sin luz que conducen a ninguna parte y, al final, donde nadie habita, tal vez reine la noche de modo indefinido. Mejor será esperar el día, que la luz inunde la habitación y el olor a café recién hecho nos despierte del abismo.

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Afuera, donde ahora no estás, la ciudad fluye en su tráfico insondable de caos orquestado, y en los escaparates donde nadie se detiene un maniquí viste el traje que nadie quiere y que las revistas de moda anuncian con intenciones comerciales y a todo platillo, pero sin música. Entre esta y otras calles, hay un mundo reciclado que pasa desapercibido a los viandantes, que huyen hacia donde ellos mismos se dirigen, en una espiral sin control que define sus vidas sin que, generalmente, alcancen a entenderlo en toda su complejidad.

Más allá, donde los sueños se venden a precios de costo, envueltos en papel de estaño, sin fecha de caducidad, los mismos ciudadanos que desecharon otras posibilidades, adquieren estos productos sin leer la letra pequeña y después, cansados de andar extraviados en ellos mismos, se encierran en sus hogares dispuestos a desembalar la mercancía con la prisa de una parturienta.

Y allí, solos con ellos nada más, abren esos sueños rotos como si fueran parte de ellos mismos, y se disponen a ingerirlos sentados a la mesa, con una copita de licor amargo y unas cucharadas de resignación. Más tarde, buscan la cama, y ya inmersos en aquel mundo onírico que no es suyo, creen imaginar una vida que nunca existirá. Después, duermen como recién nacidos, hasta que un nuevo día les golpea con luz las sombras que les pierden.
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