jueves, 26 de junio de 2014

El tiempo, una invención inútil

Tal vez no exista el mañana. Tal vez, quién lo diría, el tiempo sea una invención inútil. Pero ahí está, a nuestro pesar. Te quieres caer, tirar la toalla, rendirte. Decir: Hasta aquí llegué. Y no puede ser. Lo sabes. Hubo un tiempo mejor, incluso feliz. Otra edad, también, que ya delata la piel. Eso piensas. Aunque no quieres pensar. Lo llamas. Quieres escuchar su voz. Él no es de tu mundo. Sabes que pertenece a otro mundo, a un mundo que ahora conoces y deseas.

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Esa otra vida no es mejor que aquella que dejaste a un lado. Pero sabes que es verdadera, sencilla, apasionada. Miras al frente. No hay dirección. No es una noche cerrada. Al contrario, aquí al lado beben y ríen, sin razones. Cuando alguien sonríe sin razón alguna –sospechas- la felicidad le ronronea. Dices al taxista que te deje en esa esquina. Caminas ahora por una calle iluminada. No quieres detener el paso. Y esa sola sensación te alivia.

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