sábado, 12 de abril de 2014

Javi Osorio: "El buen sabor que da la cocina no lo da la música"

Javi Orozco publica su primer disco, donde mezcla pop y rock, funky y reggae, canción de autor y electrónica. De forma natural es un cedé alegre que mira con optimismo un mundo que se desmorona. No obstante, prefiere los programas gastronómicos a los concursos musicales. Siempre fue cantante de bares. Ahora aspira a que su música se escuche en todas partes, incluso donde no sirven copas.

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FOTO: Miguel Ángel León

- Un día tuvo una crisis musical, vendió la guitarra y quemó las letras de las canciones. ¿Qué pasó después? ¿Se sale de la oscuridad?

- El impulso es mayor cuando se toca el fondo para salir hacia arriba. Se sale de la oscuridad y con una luz completamente pura.

- Hizo las maletas y se encerró un mes en un estudio de Benicarló. ¿Todo surgió de manera natural?

- Cuando se está rodeado de gente mejor que tú, las cosas salen solas, de manera natural. Siempre me rodeo de gente mejor que yo, y así soy yo el mejor.

- Escribe canciones alegres en las que cuenta experiencias con las que la gente se identifica. ¿Tanto inspira la vida diaria?

- La vida diaria inspira pero también inspira la imaginación y los sueños. Decía Juan Ramón Jiménez que el dormir es como un puente que va del hoy al mañana y que, por debajo, como un sueño, pasa el agua. Esos versos me encantan.

- Once canciones diferentes: del pop al rock, del funky al reggae, de la canción de autor a la electrónica. ¿En todos esos moldes cabe Javi Osorio?

- Sí. Todos son moldes de mi alma, de lo que yo llevo dentro. Entonces, sí. Cabe perfectamente. Llenando los espacios.

- Le gustaría vivir de sus canciones. ¿En estos tiempos de crisis los sueños se cotizan más caros?

- El esfuerzo tiene que ser muchísimo mayor. Y la humildad, también. Es muy costoso. Y, por supuesto, sin dedicarte a eso completamente. Teniendo otro trabajo.

- Le gustan más los programas de cocina que aquellos que buscan talentos musicales. ¿No se habrá equivocado de oficio?

- (Ríe). A veces pienso que sí. Porque la tranquilidad que te da la cocina, no te la da la música. Y el buen sabor.

- Paraísos es la apuesta más arriesgada de este disco. ¿En qué proporción condimentó sus ingredientes para que no se quemara el producto final?

- Lo condimenté con las especias de la ilusión y lo cocí en la olla de las ganas de hacer algo y de la perseverancia. Y salió muy rico.

- Cayendo es un Red Bull para el alma, dice usted. Casi todas las canciones contienen letras de autoayuda. ¿Tan mal nos ve?

- Yo pienso que nos va peor de lo que realmente pensamos. Y creo que ahora es el momento de que los eslabones se unan y de que la gente se ayude unos a otros. Y la manera de aportar mi grano de arena es hacer canciones.

- Para componer, coge la guitarra y se pone a lo que salga. ¿Le funciona el método?

- Siempre. Porque lo que me sale ahí es la música. Pero para la letra me tiro más tiempo. Yo voy en el coche y se me ocurre algo, saco el papelito y voy escribiendo frases. Después llego a mi casa y las voy ordenando.

- Usted fue cantante de bares. ¿Cuesta hacerse un hueco en esta jungla de la música?

- Como un mono más, yo te digo que sí. Que cuesta muchísimo trabajo. Y mucho más sin padrino. Cuesta trabajo y dinero.

- Su nuevo disco, en el que ya estará pensando, ¿adónde nos llevará?

- Nos llevará al new folk y, sobre todo, al campo, al alma libre. Son canciones de la naturaleza para viajar y para enredarse con la madre naturaleza.

(Publicado en el diario Córdoba el 24 de marzo de 2014)

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