martes, 3 de septiembre de 2013

Nada

No esperes que te venza la noche para pasar desapercibida ante los demás. No finjas que la soledad no te importa, si lo sigues echando de menos. No rompas con la rutina, cuando el valor no es tu fiel aliado. Nunca digas que borrarías todo el tiempo pasado, cuando el futuro es un puzle irresoluble.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

No me vengas con que puedes vivir sin su aliento, cuando mueres en cada esquina que te cobija. A estas alturas, cuando la edad echa raíces y te empujan hacia la tierra con un ritmo lento y pertinaz, buscando su origen y su destino, no puedes caminar indiferente obviando los matices irresolubles de la felicidad. Siempre hay, justo a tu lado, una mesa vacía a la que sentarte para observar el paisaje. Y en esa quietud que no encuentras, hay también una serenidad deseada que no te empuja sin buscarla.

Después, cuando cruces la esquina y te adentres en esos parajes donde no conoces a nadie, todo te parecerá nuevo e innecesario, y volverás a la misma fuente para observar tus ojos reflejados en el agua estancada, y pedirás el mismo vino de cuando éramos jóvenes y el tiempo nos parecía infinito y la vida un milagro portentoso. El vino no era exquisito. Es cierto. Pero en cada trago adivinarás los paréntesis indescifrables de la adolescencia y el primer beso que se cruzó en tus labios como un tornado invisible.

A la vuelta, en esta otra calle, está la casa, los árboles que te dieron sombra, los discos que ya no escuchas, el perro que no te ladra, la chimenea sin fuego. A la sombra del árbol, está él, sentado, leyendo otros libros. No te espera, pero sabe que cualquier día verá tu perfil al fondo, distinto, difuminado en la luz blanca de la mañana, cuando el día, como cualquier día, se abre ancho y monótono. Y tú sabrás, al verlo, ahora sí, que nunca entendiste nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario