martes, 24 de diciembre de 2013

La fantasía

Cuando despertó. El dinosaurio ya no estaba allí, ni había estado nunca. Desconcertado, volvió a releer las páginas de Augusto Monterroso. Comprendió que la magia de la literatura estaba dentro de uno mismo. Que, en definitiva, la fantasía es auto de fe.

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