miércoles, 8 de enero de 2014

Un regalo

Cuando despertó el día de Reyes, se encontraba en otra habitación, la que siempre había soñado, rodeado de sueños tangibles y de personas perdidas. Le pareció, más que un regalo real, un milagro divino. No podía creer que aquello le estuviera sucediendo a él. A él precisamente, que nunca había creído ni en reyes ni en dioses. Parecía una broma de la naturaleza. A sus 69 años, y después de tantos devaneos por donde lo arrastró la vida, aquella mañana se vio tan feliz como cualquier niño del barrio. Cerró los ojos para comprobar si no era una alucinación. Al abrirlos corroboró, efectivamente, que aquella mañana de reyes magos le condicionaría el resto de sus días./div>

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