domingo, 4 de octubre de 2015

Libros

Aquí, delante de estos libros, me siento todos los días. Hojeo alguno, releo otros. Aquí mido la velocidad circular del tiempo, el instante repentino con la consciencia de que ya –como le ocurre a la mosca del pescado- feneció. Aquí, sentado, cubro los días con un manto de ensimismamiento que necesito y que me ayuda a esquivar las lluvias grises y los corazones malintencionados. No hay reproches en los actos de los demás. Tampoco interés alguno ni adulaciones inmerecidas ni condenas taxativas.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

Los libros miden la vida con vara de acero capaz de doblegarse en los momentos esquivos y en los encuentros equivocados. Se puede vivir aquí tirado en el sofá mientras el mundo da vueltas alrededor de los demás, sin nadie que violente la intimidad propia o compartida, escuchando la lluvia recurrente de los inviernos de los que huyo y las voces acompasadas de las serpientes que buscan retórica hueca y músicas sibilantes que nacen tan adentro que cuesta apagar o contrarrestar sus melodías.

En cualquier caso, si miras más allá, aquí el cielo siempre es azul y limpio. Pero, a veces, cuando las nubes lo cubren de vertiginosas tempestades y los vientos arrasan la paz buscada, leo tu nombre en cada página y cada imagen recobrada me transporta al tiempo compartido. Y ahí me quedo, con el libro entre las manos, con los sueños interrumpidos por tu memoria, y tu sombra vagando tan cerca de mí que sé que pronto llamarás a la puerta. Y yo sabré que eres tú, porque nunca espero a nadie. Y esa certidumbre, hasta ahora, me permite sobrevivir más allá de los libros en que me pierdo y donde habito cuando tú no estás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario