miércoles, 25 de julio de 2012

Ernesto Ekaizer: “Hay varias estafas en esta crisis”

El escritor y periodista Ernesto Ekaizer analiza en su último libro, Indecentes. Crónica de un atraco perfecto (Espasa, 2012), la disolución ética y la desfachatez moral que ha llevado a España y a Europa a una crisis sin precedentes, y que él califica de "estafa". En su último trabajo desvela los nombres de los autores intelectuales, económicos y políticos que ha llevado al país a esta encrucijada de difícil salida.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN
FOTO: MIGUEL ÁNGEL LEÓN

Sobre la actual política del gobierno es contundente: “Si seguimos por el camino de la llamada austeridad, me temo que nos queda un largo trecho”. Sobre la intervención de Bankia es aún más explícito, y augura que, si los políticos son capaces de cubrir un agujero de 23.465 millones de euros, el peligro es claro: “Si esto se consuma, nuestra existencia misma como país está en cuestión”.

Periodista de larga trayectoria, obtuvo en el año 2000 el Premio Ortega y Gasset por sus trabajos de investigación sobre el caso Pinochet. Es autor de cinco libros: José María Ruiz Mateos, el último magnate; Banqueros de rapiña; Vendetta; El Farol, la primera condena de Mario Conde; y Yo, Augusto. En la actualidad, participa en programas sobre actualidad política en Radio Nacional de España, Televisión Española o Antena 3 Televisión.

—Leo en la portada de su libro: "Por qué lo llaman crisis cuando es estafa". Dígamelo usted.

—Hay varias e importantes estafas en esta crisis. Las más evidentes: las que se lo llevaron crudo en cajas de ahorro, comunidades autónomas, empresas y bancos. Los que dieron el dinero, como la Comunidad Autónoma Valenciana de Francisco Camps y la Alcaldía de Rita Barberá, o la de Baleares de Jaume Matas, y se lo dieron a la trama Gürtel de Correa y Cía, o a Iñaki Urdangarín. Pero la estafa mayor es la justificación del desmantelamiento del Estado de Bienestar, los recortes en sanidad y educación, en base a una premisa falsa.

—De qué premisa habla, sea explícito hombre.

—Pues la de que somos un país periférico y manirroto que despilfarró las finanzas públicas hasta 2007, el umbral de la crisis. Es fácil desmontarlo. En 2000, la deuda pública bruta española representaba el 59,3 del Producto Interior Bruto. Siete años después y creciendo a lo loco, esa deuda se redujo en más de veinte puntos, hasta llegar al 36,2. Y no le digo si tomamos el indicador quizá más relevante que es la deuda neta, que se rebajó en 2007 hasta el 26,5% del PIB.Toma castaña. Ya quisieran Alemania y Francia deudas públicas de esta proporción. Y eso que por la crisis ha subido 35 o 40 puntos desde 2007 y ahora está en el orden del 70%. Aun así, diez puntos largos por debajo de la alemana o francesa.

—Entonces por qué tanto escándalo con la deuda pública española.

—Porque, claro, si pones el énfasis en la deuda privada (familias, empresas y bancos), ¿cómo justificas ante la opinón pública el recorte de la sanidad y la educación y la brutal paralización de la inversión pública? Majo, tienes que criminalizar a los funcionarios y a las instituciones públicas. Este es el “relato” importado desde Alemania.

—¿Por qué subraya tanto Berlín en sus comentarios?

—Lo diré con una analogía. Hay una gran ventrilocua. Se llama Angela Merkel. Ella habla sin que se le muevan los labios y la voz sale de sus muñecos o marionetas. Los gobernantes de la periferia europea. Unos por imposición, como Zapatero, y otros por convicción, como Rajoy. La que habla, hágame caso, es ella.

Indecentes. Así titula su libro. ¿Caben todos en 190 páginas?

—Son una menos: 189. Cabe bastante. Hasta ahora había escrito cinco libros. La media deben ser 700 páginas. Y sabe. Cuando escribí, en 1994, Banqueros de rapiña fueron 538 páginas. Reconózcame que fue pedazo de título sobre Conde, Javier de la Rosa y sus muchachos. Bueno, a lo que iba. He escrito una medida de 700 o 750 páginas. Pero, la radio, el programa de Juanra Lucas [RNE “En días como hoy”], me ha enseñado a disciplinarme en aquello de Gracíán, de que lo bueno si breve dos veces bueno. Y aquí tiene usted una narración completica en 189 páginas. La idea es que el lector se lo beba como un vaso de agua. Pero agua pura. De la naturaleza a sus ojos.

—Intenta desmontar en su libro la teoría de que la crisis era imprevisible. Pero era previsible. ¿Verdad?

—En el relato, uno de los hombres que se esforzó por abrirle los ojos hasta a Alan Greenspan, el famoso Maestro, el entonces presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (banco central), lo explica muy bien. Se llama William White, economista canadiense al frente del servicio de estudios más completo del mundo, el del Banco de Pagos Internacionales de Basilea, banco de bancos centrales. El me dice: “Los intereses creados es el otro gran motivo que explica la razón por la que nadie quiso escuchar: la cantidad enorme de dinero que hizo mucha gente durante estos años. A nadie le interesa preguntar si un ciclo alcista puede durar o cuestionar su lógica cuando puedes ganar gran cantidad de dinero”.

—Según usted, Zapatero se lo preguntó a David Taguas, responsable de la Oficina Económica del Presidente, en octubre de 2006. Y el economista le advirtió al presidente.

—Sí. Para más señas es el 31 de octubre de 2006. El presidente le invita a acompañarle en helicóptero a la fábrica que tiene Nissan en Ávila. Y a bordo le pregunta cuánto tiempo de boom económico le queda. Por la inercia, un año, le advierte Taguas, que propone un “aterrizaje suave”.

—¿Pero dónde estaban el ministro Solbes y el gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez? ¿O qué hacía Rodrigo Rato al frente del Fondo Monetario Internacional? ¿Mirar a la playa?

—Zapatero, con el respaldo de Solbes y Fernández Ordoñez, escribe una neolengua a lo George Orwell en su famoso libro 1984. En ese diccionario se prohibe el uso de la palabra “crisis”. Cuando el Congreso del PSOE nombra, en julio de 2008, a Octavio Granado, responsable de economía y empleo, lo primero que éste hace es coger a Zapatero y decirle: “No me sigas negando la crisis, presidente”.

En cuanto a Rato, durante la gestación de la crisis, entre 2004 y 2007, tiene la cabeza en otras cosas. La auditoría de la Oficina de Evaluación Independiente (OEI) del FMI no puede ser más dura con su gestión. “El mensaje general fue de continuo optimismo”. Y en cuanto a los gobernadores Jaime Caruana, cuando nace la burbuja inmobiliaria y de crédito, y Fernández Ordoñez, que la había criticado desde la oposición, ambos practican lo que llamo una política de homicidio negligente. Practican la peor de las negligencias. La que es voluntaria.

—Si se hubiesen tomado medidas a tiempo, ¿habríamos evitado el naufragio?

—En el capitalismo la crisis es recurrente. Sin embargo, no estamos en una crisis o recesión cíclica más o menos frecuente. En España lo que ha estallado es una triple burbuja: crédito, inmobiliaria y bursátil. La de crédito estalla por la crisis financiera iniciada en agosto de 2007 en Estados Unidos. Y como tenemos una deuda exterior neta de casi un billón de euros, en su mayor parte contraída por el sector privado (bancos y empresas) se produce un cortocircuito con descargas violentísimas.

Por supuesto, el Banco de España de Caruana y el de Fernández Ordoñez podían frenar la expansión del crédito y haber exigido más capital a los bancos para disuadirles. Ya lo solía hacer Mariano Rubio. Pero es que Caruana y Fernández Ordoñez bailaron, como las cajas y bancos, al ritmo de la orgía especulativa.

—Esta es una crisis sin precedentes desde la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. ¿Hay futuro?

—Depende de lo que hagamos. En Japón, una crisis similar por la acción devastadora de esta extraña criatura que yo llamo triple burbuja, algo que suele darse una vez en un siglo, como la Gran Depresión de los años treinta, duró, por errores de política, veinte años. Todavía se sienten sus efectos. Y si seguimos por el camino de la llamada austeridad, me temo que nos queda un largo trecho. La devastación es enorme. En España. Mire lo que pasa en Grecia, Portugal e Irlanda. El euro se derrumba. Ladrillo por ladrillo.

—Dígame por qué los ciudadanos siempre pagamos la factura de una fiesta que otros disfrutaron.

—Porque tenemos orejeras, como los caballos. Pero a ellos se le ponen porque tienen una vista extraordinaria, panorámica, y requieren concentración en ciertos trabajos. Y entonces nos tragamos lo que nos echan. Indecentes busca a través de un relato, de escenas y diálogos inéditos, aguzar la vista. Es el comienzo para plantear que no se pague la factura.

—¿La presidencia de Hollande en Francia puede ayudar a romper esta disciplina de austeridad que nos ahoga?

—Todo lo que diga ahora Hollande está en función de las elecciones legislativas del próximo 10 y 17 de de junio. El partido socialista necesita ganar. Y ganará porque la derecha heredada de Sarkozy está hecha unos zorros. Hollande no cuestiona la austeridad sino que quiere acompañarla de “crecimiento”. Pero nadie sabe qué quieren decir los políticos cuando hablan de crecimiento. Será quizá eso: decrecimiento.

—Dígame algo para convencerme de que es normal que ninguno de los autores indecentes de este atraco perfecto esté en la cárcel.

—Si los ciudadanos lo impiden, este atraco va a ser imperfecto, como el desastre en el que termina el atraco al hipódromo de la película de Stanley Kubrik conocida en español con el nombre de Atraco perfecto. Pero depende de nosotros. Los políticos son capaces de cubrir un agujero de 23.465 millones de euros (¡3,9 billones de pesetas, oiga!) en Bankia negándose a formar una comisión de investigación. Si esto se consuma, nuestra existencia misma como país está en cuestión.

Publicado en el diario Córdoba el 17 de junio de 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario