domingo, 12 de agosto de 2012

Olga Rodríguez: “La mujer ha sido clave en las revueltas árabes”

Las revueltas árabes de 2011 no surgieron del vacío, sino como consecuencia de una larga lucha silenciosa. Detrás de la caída de dictadores como Ben Alí, Mubarak o Gadafi, se perciben movimientos colectivos ya incontenibles. Esta es la teoría que la periodista Olga Rodríguez desarrolla en su último libro: Yo muero hoy. Las revueltas en el mundo árabe.


FOTO: MIGUEL ÁNGEL LEÓN

Para esta periodista, Egipto y Yemen rescataron la acampada como modelo de protesta, que después tuvo su reflejo en el 15-M y en el movimiento Occupy estadounidense. Destaca también el papel protagonista de las mujeres en estas protestas, su desconfianza en las bombas humanitarias, el papel crucial, aunque no definitivo, de las redes sociales en estos movimientos insurgentes. Movimientos que, por otra parte, están ayudando a cambiar la situación en el mundo árabe.

Como consecuencia, están surgiendo sindicatos independientes y movimientos culturales ligados a las reivindicaciones de estas revueltas. Advierte también Olga Rodríguez del abuso que los países occidentales suelen hacer del fantasma del islamismo para justificar el apoyo a dictaduras en la región.

Olga Rodríguez ha trabajado como enviada especial en Afganistán, Estados Unidos, Egipto, Irak, Irán, Israel, Jordania, Kosovo, Líbano, México, Siria, Territorios Ocupados Palestinos y Yemen. Es autora de los libros El hombre mojado no teme la lluvia: Voces de Oriente Medio (2009), Aquí Bagdad. Crónica de una guerra (2004) y del libro colectivo José Couso, la mirada incómoda (2004).

—El suyo es un libro sobre la vida y no sobre la muerte. A diferencia de lo que parece, Yo muero hoy era uno de los gritos creados en las plazas árabes.

—Efectivamente, Yo muero hoy ha sido uno de los eslóganes coreados en las plazas árabes, coreados no desde la voluntad de morir sino desde la voluntad de recuperar la dignidad y la libertad. Estas revueltas han sido impulsadas de algún modo a través del optimismo, no desde la ingenuidad, sino desde la voluntad real de cambio.

—Egipto y Yemen rescataron la acampada como modelo de protesta, que después tuvo su reflejo en el 15-M. ¿En que más influyeron las revueltas árabes?

—Yo creo que en muchos aspectos. Inspiraron a las sociedades europeas y también el movimiento Occupy estadounidense, que en su propia página web dice de sí mismo que está inspirado en las técnicas revolucionarias de las revueltas árabes.

—El positivismo de los jóvenes fue el principal motor de la primavera árabe. Un cambio de mentalidad que, según usted, es irreversible.

—Todo es reversible. La revolución francesa desembocó en Napoleón, pero la revolución francesa sigue siendo la revolución francesa. Y las revueltas árabes han marcado un antes y un después en la región.

—Usted destaca el papel protagonista de las mujeres en estas protestas.

—Están siendo muy importantes. Hay mujeres líderes, organizadoras de reuniones, de manifestaciones, mujeres que llevan el megáfono ideando eslóganes que luego corean detrás miles o cientos de miles de hombres. Y eso es muy esperanzador, porque puede allanar un camino para la emancipación de la mujer en el mundo árabe.

—¿Por qué el mundo árabe ha esperado hasta ahora para sublevarse contra una situación injusta que los ahogaba desde muy atrás?

—Esa es la pregunta del millón. Esa es la cuadratura del círculo. ¿Por qué ahora y no antes? Evidentemente, una de las causas fundamentales es el empeoramiento de la situación económica marcada además en los últimos años por medidas económicas impulsadas por el Fondo Monetario Internacional o por el propio Washington, que han tenido como consecuencia el aumento de la brecha entre ricos y pobres.

—Usted está en contra de la doctrina denominada “responsabilidad de proteger”, porque entiende que es una forma de prolongar la guerra y de injerencia extranjera, como ocurrió en Libia.

—Sí. No creo en las bombas humanitarias. Y con la excusa de proteger a poblaciones civiles, hemos visto continuamente que las intervenciones militares se prolongan y, detrás de ellas, se suelen esconder intereses geoestratégicos o económicos de potencias extranjeras.

—¿Es cierto que las redes sociales han jugado un papel crucial en estos movimientos insurgentes?

—Crucial pero no definitivo. En el sentido de que el porcentaje de usuarios de internet todavía es muy bajo en el mundo árabe. Evidentemente, han rajado el mundo de la censura y a través de las redes sociales se han podido divulgar pruebas de la represión de las fuerzas de seguridad de estos regímenes, pero no ha sido fundamental. De hecho, en los días clave de las revueltas los regímenes habían tumbado internet y la gente siguió movilizada.

—¿En qué sentido estas revueltas están ayudando a cambiar la situación en el mundo árabe?

—A través de las revueltas se ha logrado crear un tejido social muy sólido, con capacidad de presión y movilización, que sigue trabajando día a día y al calor de este tejido social están surgiendo desde sindicatos independientes hasta movimientos culturales ligados a las reivindicaciones de las revueltas. Y evidentemente esto está provocando cambios sociales muy importantes. E insisto: con capacidad de presión en el ámbito de lo político.

—¿Las reformas llevadas a cabo en Marruecos han detenido la primavera árabe? ¿O solo estamos hablando de un paréntesis en el tiempo?

—Yo creo que deberíamos mirar las cosas un poco más a largo plazo. De cinco en cinco años. Y todo suma. El otro día vimos nuevas manifestaciones y protestas en Marruecos y, lógicamente, también en Marruecos se está creando un tejido social que puede jugar un papel importante en el futuro de cara a la búsqueda de un cambio real.

—Otro de los eslóganes rezaba: “No queremos democracias importadas”. ¿Tal es el cansancio de la injerencia extranjera en estos países?

—Sí. Porque cualquier ciudadano de a pie en estos países ha sentido la injerencia extranjera en su propia piel. Las consecuencias de la injerencia extranjera, primero a través del colonialismo y ahora a través del neocolonialismo, el intervencionismo político y también económico en estos países, es muy grande, a través de potencias occidentales o a través del propio Israel. Y la existencia de Israel también marca a estos países en el día a día.

—¿Se suele abusar del fantasma del islamismo, del argumento del fundamentalismo, para encubrir otros intereses más turbios?

—Sí. Lamentablemente, sí. Desde mi punto de vista, airear el fantasma del islamismo para justificar el apoyo a dictaduras en el mundo árabe, como han hecho muchos gobiernos occidentales, yo creo que eso es injustificable. Y estas revueltas no han tenido detrás reivindicaciones religiosas, sino sociales y económicas. Otra cosa es ahora cómo desemboquen, hacia dónde vayan y los resultados electorales en elecciones que, en el caso de Egipto, desde mi punto de vista es muy sui generis.

—Desde aquí el panorama se ve muy difuso. ¿Cómo acabará todo?

—Mencionaba antes la revolución francesa, que desembocó en Napoleón, pero la importancia de la revolución francesa es incuestionable en nuestra historia y en nuestras civilizaciones. Del mismo modo, yo creo que, independientemente de dónde acabe, la importancia de las revueltas árabes es notable. Ha allanado el camino para la conquista de derechos fundamentales en la región y ha movilizado a millones de personas, y esto de por sí se ha convertido en un capítulo de la historia importantísimo.

Publicado en el diario Córdoba el 15 de julio de 2012

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