viernes, 17 de agosto de 2012

Risto Mejide: “Se enamoran de mí, pero se les pasa cuando me conocen”

Es publicista, quiso dedicarse al periodismo y lo que más le gusta es escribir. Se lo rifan los programas de entretenimiento. Ahora publica la novela Que la muerte te acompañe. Autor también de El pensamiento negativo y El sentimiento negativo, reflexiona en su primera novela sobre la vida y la muerte, el éxito y el fracaso, la brillo de la intuición y la efectividad de la incoherencia, y su influencia en nuestras vidas desde que nacemos hasta que la muerte nos acompaña.



—Me gusta cómo trabaja la ironía en su novela: inteligente, a veces grosera, incluso surrealista. Se ve que su oficio de publicista nunca le abandona.

—Muchas gracias. Pero en realidad fue al revés. Empecé a trabajar en publicidad porque era la única forma de ganar un sueldo decente dedicándome a lo que más me gustaba: escribir. Si no me hubiera importado el salario, me habría dedicado al periodismo.

—Sin embargo, en la tele le veo más borde aunque, según usted, solo dice lo que piensa.

—En la tele me ven juzgando el presunto talento de otros de la forma más honesta que sé. En mis libros, en cambio, dirijo esa honestidad hacia mí mismo, y paso de ser jurado a ser juzgado.

—Pose de policía malo, gafas oscuras, frases cortantes que podrían hacer estallar la pantalla del televisor. ¿Qué más se necesita para ser un subidor de audiencias?

—No me considero un subidor de nada. Si destaca la honestidad, jamás es mérito del que la practica sino más bien demérito de su entorno.

—¿Se lo rifan los programas de entretenimiento o no le gusta ser una pelota de pin pon?

—En televisión nadie es imprescindible. Y fuera de la televisión, tampoco.

—Huye de las entrevistas. Dígame algo que nunca haya contado, si no mis lectores creerán que me he inventado esto.

—Mejor, así entenderán por qué huyo de las entrevistas.

—Toca el piano y formó parte de un grupo llamado Om. ¿Por eso le ficharon para Operación Triunfo?

—Espero que no. Toco peor que mal, y la mejor decisión que tomé para que triunfasen mis compañeros fue precisamente abandonarlos.

—¿Olvidó que quiso ser una estrella del rock o cuando escucha a Mick Jagger le cosquillea el gusanillo?

—Si tuviéramos que convertirnos en todo lo que queríamos ser de pequeños, en el mundo sólo habría futbolistas y enfermeras. En mi opinión, ser feliz es cumplir la última actualización de tus sueños.

—También estudió algo de chino. ¿Ya desde joven intuía que China sería un país emergente que nos compraría la deuda externa?

—Cuando lo estudié, China ya era una potencia emergente. Pero no lo hice por eso. Lo hice por el simple placer de aprender. Para mí, ser joven consiste en no dejar nunca de aprender. La gente se hace vieja cuando se cree que lo sabe todo.

—Intenta hacerse el desagradable y, por el contrario, las chicas se enamoran de usted. ¿No se siente confuso?

—Las confusas serán las que se enamoren. Allá ellas. De todos modos no se preocupe, se les pasa en cuanto me conocen.

—Empiezo a leer su novela y tiene la paginación al revés. Ahora me dirá que no es un error de imprenta.

—Los equivocados son los demás autores. Qué bonito sería un mundo donde todos los libros tuviesen las páginas numeradas en orden inverso, y así los lectores lentitos como yo pudiésemos saber en todo momento cuánto nos falta para acabar un libro, sin andar restando todo el día…

—¿Piensa que la fama le ayudará a vender novelas?

—Eso espero. Si la admito en mi vida es para poder seguir escribiendo, publicando y vendiendo libros. En el momento en el que no me reporte ni eso, estará despedida.

—El protagonista de su novela es un recién fallecido. Sube al cielo y se tropieza con El Corte Inglés. No me diga que allí hay más de lo mismo.

—No se lo digo. Se lo invento.

—Y ella, Paula, que estaba buena desde que tenía uso de razón, no tiene orgasmos. ¿No le parece demasiado realista?

—Puede ser. Pero detrás de esta pregunta hay una entrevista al que la formula.

—Pero yo me quedo con esta frase: “Las cajas registradoras son los únicos confesionarios reales que nos quedan… donde la gente sigue diciendo la verdad”.

—Vale, pues yo con ésta: “Aquí, como en todas las altas instancias, no importa lo que realmente pasó, sino más bien cómo lo vendes”.

Publicado en el diario Córdoba el 2 de enero de 2012

2 comentarios:

  1. Creo que está persona, dice la verdad y con ella genera una polémica, pues la verdad en si misma es generadora de conflictos y desavenencias. Si tuvieramos más políticos como RISTO, tendríamos una verdadera democracia.

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  2. Creo que es muy digno el decir la verdad, que al fin y al cabo es lo que queda.

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