jueves, 13 de junio de 2013

Esperando que pasen los días

Se levantó muy temprano. No podía dormir. Ordenó el equipaje: ropa, bolsa de aseo, libros, ordenador, alguna carpeta, su diario. Antes de cerrar la maleta, abrió el diario y escribió: “No sé si volveré”. Después bajó a la calle, desayunó un café cortado con unas gotas de leche, leyó el periódico, pero nada le pareció trascendente. Después, se acercó al río, y le pareció que el río era la vida, como la vida, un lento peregrinaje sin horizonte en lontananza. Cuando subió, bebió un trago de vino. Le pareció un poco duro, cuando antes era tan afrutado. Llamó a un taxi. Mientras esperaba abajo, pensó en llamarlo, pero no lo hizo.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

A esa hora, como cualquier otro día, él trabajaba, ausente a su propio destino. Por la tarde, cuando volvió, no encontró una carta de despedida, pero las casas dejan un silencio distinto cuando alguien se va indefectiblemente. Se sentó mirando la lámpara, sin pensar, adivinando las aristas desajustadas de su vida. Cuando sonó el teléfono y conoció la noticia del accidente aéreo y de su fatal desenlace, agradeció la información. Después fue al cuarto de baño. No se reconoció el rostro porque las lágrimas le nublaban el corazón. Había llorado tan pocas veces que no se reconocía. Más tarde se tendió en la cama sin saber qué hacer ahora, sin saber qué hacer el resto de su vida. Fue al incorporarse cuando encontró en la mesa de noche su diario, el diario que ella había olvidado. Lo abrió y leyó su última anotación: “No sé si volveré”. Le pareció una premonición. Volvió a tenderse en la cama esperando que pasaran los días, que pasaran lo más deprisa posible.

Si lo desea, puede compartir este contenido:

No hay comentarios:

Publicar un comentario