jueves, 4 de julio de 2013

Muchas sensaciones se pierden

Cuando le dijo adiós, todavía tardó en colgar el teléfono de mesa. Miró los papeles emborronados con apuntes inútiles, el vaso de lápices y bolígrafos, el reloj, varios libros. Después escribió un número, tal vez el de un móvil, y una dirección, probablemente la de ella. El papel lo guardó en el bolsillo de la camisa. Amontonó libros de ayer, fotografías, objetos diversos. Los metió en una bolsa de basura. O mejor, en varias bolsas de basura. Bajó al contenedor y tiró las bolsas. Sacó del bolsillo de la camisa el papel con las anotaciones últimas y también se deshizo de él en el interior del contenedor.

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Se acercó al bar más próximo. Allí le conocían. Pidió una cerveza. Raro en él. Y después un whisky. De pie y apoyado en la barra entendió que su vida había estado sembrada de errores fortuitos y equivocaciones buscadas. No se reprochó sus desaciertos. Tampoco a ella. Pero entendió al fin que al destino se lo puede doblegar sin maquinaciones y sin dobleces.

Cuando volvió a la casa, el teléfono sonaba. Era ella de nuevo. Le recordó el número de móvil y la dirección. Eres muy despistado, le dijo, siempre se te olvida o la pierdes. Esta vez no fue así. Volvió a anotar dirección y teléfono. Cogió el papel, lo dobló y lo guardó en el mismo bolsillo de la camisa. Como había hecho antes. Preparó la bolsa de viaje, liviana y exigente al mismo tiempo. Bajó al parking, arrancó el coche y emprendió el viaje que había demorado durante siete años.

Pensaba qué le diría al saludarla, si abrazarla o besarla o sencillamente decirle estoy aquí. Tampoco pensó en su reacción. Si lo recibiría con añoranza o con despecho, si le exigiría explicaciones o calor. Había pasado tanto tiempo. Solo pensaba que quería encontrarla, y verla y decirle el tiempo en vano que había corrido sin sentido en todas direcciones. Bajó el cristal de la ventanilla y sintió el aire fresco y próximo, y la sensación de que lo tenía que haber sentido mucho antes. Pero cuando uno va restando kilómetros, muchas sensaciones se pierden. Y eso le aliviaba, no sabía bien por qué.

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