viernes, 16 de agosto de 2013

José Manuel García-Otero: “Messi llega un segundo y medio antes que nadie”

Dedicado al periodismo durante treinta años, José Manuel García-Otero publica ahora Messi. Sueños de un principito. A lo largo de su carrera cubrió los Mundiales de España-82, Italia-90 y EEUU-94. Siempre busca el lado humano del deporte. Trabajó en la Agencia Efe, El Correo de Andalucía, Nueva Andalucía, Marca, AS y Canal Sur TV. Es columnista de Elconfidencial.com y editor de El Diario Fénix. También ha publicado una novela: El arma de los invisibles.

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FOTO: MIGUEL ÁNGEL LEÓN

—¿Qué nos dice en su libro de Messi que no podamos encontrar en otras partes?

—Que no es una biografía, que descubre los sueños de un tipo sencillo como es Leo y se procura acariciar el corazón de los lectores.

Messi. Sueños de un principito. ¿Qué analogías encuentra entre Leo y el personaje de Saint-Exupery?

—Messi hace apología de las cosas sencillas. Como el Principito. El Principito cultiva y acaricia una flor. Leo cambia una flor por la pelota.

—Ni es el más rápido ni el más fuerte. Un físico menudo que no destaca. ¿En él todo es inteligencia?

—Leo llega un segundo y medio antes que nadie. Eso le hace ser un personaje único, un futbolista diferente.

—Cuando hizo la prueba para River le dejaron el último por pequeño. Pero después el entrenador quedó impresionado con su técnica.

—¿Y quién no quedaría impresionado con una pulga de 130 centímetros haciendo esas increíbles cosas? Leo hace maravillas ahora que está a punto de cumplir veintiséis años. Pero es que ya hacía magia con los pies con cinco, seis o diez años.

—Dice usted que Messi tiene un corazón hecho a base de golpes, palos y soledades. ¿Eso le hace invencible?

—Sí. La vida en sus inicios le fue tremendamente dura y sí, le tocó un poco las pelotas al genio.

—Era el español que iba a Argentina a jugar. ¿Le costó conquistar el corazón de sus compatriotas?

—Y le cuesta. En Argentina y por fortuna cada vez menos, cuando le quieren hinchar las narices, le llaman “gallego”.

—Un genio del balón escondido en el cuerpo de un chico corriente. ¿Es esa su mejor definición?

—Más o menos. Un genio que, enfadado, le forma un lío a su rival.

—Devorador de récords. Cuatro balones de oro. Capaz de superar los 91 goles en un solo año. ¿Qué se le resiste?

—Ganar un Mundial con Argentina. Lo que seguro hará un día.

—Dice usted: “Lo que lo diferencia de Maradona es que a este la historia le regaló la oportunidad de cambiar la moral de un país deprimido tras el desastre de Las Malvinas”.

—A Maradona se le apareció la Virgen.

—Eto’o se rebotó cuando le sustituyeron para que debutara Messi. ¿Adivinaba ya a quién tenía delante?

—No. Y esa fue su perdición.

—Sylvinho es el mejor amigo del argentino. Como un hermano mayor, asegura usted.

—Sí. El brasileño era como un hermano, alguien que le hablaba de las cosas sencillas de la vida. Leo lo anotaba todo. Porque nuestro personaje tiene un rasgo característico: es un tipo que escucha.

—Dígame algo de Messi que no le haya dicho a nadie.

—A veces le gustaría ser invisible, como amante de las cosas sencillas. Leo anhela hacer cola en un cine o tomar café con los amigos sin sufrir interrupciones; y, como cualquier tímido, daría lo que fuera por no ponerse rojo como un tomate cada vez que se ve obligado a hablar en público.

Publicado en el diario Córdoba el 22 de julio de 2013

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