jueves, 22 de agosto de 2013

Rutina

La lluvia nunca viene si se la mira de frente. Del mismo modo que el sol reta toda mirada fortuita o pertinaz. Este hombre observa la lluvia y a veces también el sol. Sobre todo porque ahí donde lo veis, sentado, con el periódico abierto y una tentación que no tiene nada en común con la prisa, lleva tantos años repitiendo la misma ceremonia, que ahora no tendría ningún sentido preguntarle por una costumbre tan antigua y monótona. Pero a él se le ve feliz. A veces alguien se lo cruza por la ciudad y le pregunta: de dónde vienes. Y él siempre responde con una alegría invencible: de ahí del parque, como todas las mañanas.

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Tal vez sea lo único que le quede de una vida que se le fue irremediablemente. La mujer falleció. La hija trabaja en un país europeo. No recuerda cuál. Lo dice siempre que le preguntan para no remover la memoria. Nadie le visita. En Navidad, que es la fiesta que más detecta, no se le ve por las calles. En verano, porque no soporta las altas temperaturas, o a saber por qué, igual. Ya en septiembre vuelve con los días más livianos. Sus conversaciones no duran más de dos minutos. Sus convecinos le aburren, aunque él no dice nada. Ellos, en cambio, hablan muy bien de él.

Dicen, por ejemplo, que fue infiel a su mujer. Y que cuando ella murió, la otra, la amante, se fue de la ciudad por miedo al qué dirán. O a saber. Recibe, eso sí, una correspondencia periódica que le alegra la existencia. Todos dicen que es de ella. Que aunque se fue y lo dejó plantado, lo quiere de corazón. En los pueblos, ya se sabe. Y nadie sabe.

Lo cierto es que cada mañana desayuna en el café de la esquina. Después compra el periódico y se va al parque a leer algunas cartas que alguien le escribe. Dicen también que según lee se le dibuja una sonrisa libidinosa en los labios y que, más tarde, cuando vuelve a casa, trae una juventud indescriptible que borra más tarde. A él no le importa lo que digan. Cuando vuelve, siempre tiene la esperanza de que ella haya puesto el vino a enfriar y ya esté poniendo la mesa.

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