sábado, 23 de noviembre de 2013

Ausencia

Cuando ella se fue, el apartamento se le quedó vacío de golpe. Percibió un silencio ligero que atravesaba de punta a punta la habitación, pero que le penetraba tan adentro que no lo dejaba respirar. Se le quedó todavía su olor durante varios días. Incluso cuando pasaron varias semanas, no pudo del todo evitar esa sensación que anunciaba su falsa presencia. No le había dejado el número de su móvil, así que no pudo localizarla. Desde ese día empezó a frecuentar el bar donde se conocieron, pero allí nadie supo nada de ella. De modo que desistió de volver al local. Con los días empezó a comprender que tendría que olvidarla. No le importó restituir su memoria a un tiempo anterior a cuando se conocieron. En cualquier caso, ni quiso ni pudo. Así que la dejó ahí, enconada en sus vísceras, consciente de que nadie ocuparía su lugar y de que tampoco había modo de adelgazarla hasta esconderla en el olvido.

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