sábado, 7 de diciembre de 2013

Frente a la pantalla de televisión

Este hombre está sentado frente al televisor. Busca un programa que acapare toda su atención. Pero no hay manera. Hasta ahora le gustaba esta versión filtrada de la vida. Sin embargo, desde hace unos días siente una profunda insatisfacción cuando se pone frente a la pantalla para matar la desidia, el aburrimiento y el sopor de todos los días. Ahora, por el contrario, no encuentra el confort y relax perdidos, y no sabe muy bien la razón. Practica el zapping indiscriminadamente y de manera compulsiva.

Un día, sin venir a cuento, desconectó el aparato y, sin apenas embalar, decidió deshacerse de él. Desde entonces se sienta frente a la pared en blanco y, en ese vacío enorme que ha dejado la televisión, imagina escenas que inventa, o bien que antes vivió y ahora las recompone como mejor puede o quiere. Más tarde, las apunta en una libreta. Después, las redondea: corrige el estilo, busca un arranque eléctrico y un cierre desconcertante. Le gusta escribir historias. Incluso le han propuesto rodar una serie para televisión. Para ver el resultado el final, ha tenido que volver a comprar otra pantalla de plasma.

Ahora la enciende solo para ver sus propias historias adaptadas a esa serie. Después, apaga la televisión, abre la libreta y se pone a corregir aquellas escenas que no le gustan y que son supuestamente mejorables. Ya en el ordenador, ultima la versión definitiva. No rechaza la posibilidad de publicar un libro con sus relatos. Para que nadie le toque ni retoque las ideas, ni suplante su estilo e imagine en el papel impreso todos los avatares que a él se le ocurrieron frente a una pared vacía.

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