domingo, 28 de septiembre de 2014

Una felicidad reciente

Tenía unos ojos hondos, con huellas de una felicidad reciente. Me dijo: todos merecemos otra oportunidad. No me miraba. O me miraba muy fijo. No recuerdo. El sol se ponía después de una lluvia intensa y, al final, donde la vista no alcanza, un día nuevo volvía a nacer. Sin duda, le dije, todos merecemos otra oportunidad. Tal vez se lo dije por decir algo. Qué otra cosa se puede añadir cuando la vida cava profundas las noches que no se olvidan. Claro, insistí, la vida siempre es una oportunidad. Sonrió.

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Tenía una sonrisa ancha, como de río crecido. Observé el cauce de sus ojos, allá adentro donde la memoria navega sin destino, y supe de su dolor olvidado y de un tiempo por hacer. Después no dijo nada. Para qué. Ya sabía a dónde dirigir sus pasos. Y esa sensación de alivio me devolvió una serenidad que buscaba sin saber por qué.

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