sábado, 28 de mayo de 2016

Nostalgia

Deja la casa vacía ahora que no está. El perro se enrosca junto a los libros con las orejas gachas. En la calle alguien grita su nombre a nadie. Administro, mientras tanto, una prolongada espera sin otro objetivo que no destrozar los muebles con las huellas y los dientes. Hay momentos prestados a la incertidumbre que detesto. Afuera, la ciudad es un arco iris de posibilidades que rechazo, aun cuando sé que el éxito es cómodo y gratificante, y que hay otros cuerpos que rehúyen la melancolía y buscan con destreza profesional las probabilidades estadísticas de un encuentro inusual y reconfortante. Al otro lado de la noche, donde la lechuza acecha al incauto, una mujer avanza sola por las avenidas vacías, y los taxistas la observan como guepardos agazapados en la oscuridad.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

Los bares están abarrotados de hombres sin alma y ellas huelen ese vacío a distancia y dirigen la mirada a otro ángulo de la sala donde no hay nadie. Esta mujer, a quien no conozco, es diferente. Me pide fuego, pregunta mi nombre sin intención, bebe un trago largo de un cóctel indefinible, me observa sin parpadear, tal vez esperando una respuesta, una propuesta, un adiós. Le digo que estoy esperando, no sé bien a quién, a alguien que nunca llegará. Ella sonríe verificando mis palabras, degustándolas vocal a vocal, consonante a consonante. Y después dice sí, siempre es así. Me coge de la mano y me dice ven. Afuera, también me dejo llevar. Eso fue ayer. Ahora ha salido. La espero y no sé si volverá. El perro no dice nada. Para qué. A los dos nos puede la nostalgia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario