miércoles, 24 de abril de 2013

Juegue a ser Bárcenas. Y suerte

Alguien lo habrá dicho alguna vez, pero yo lo digo ahora. Esta crisis financiera y económica desarrolla la ironía y potencia la imaginación. Algo bueno debía depararnos este caos en el que estamos inmersos. El caso es que una empresa canaria ha diseñado una nueva línea de trabajo con el objetivo de crear videojuegos que reflejen las noticias de mayor actualidad. El periodismo siempre inspiró a los humoristas, así que el día en que este desaparezca –ya queda menos-, el humor también se irá al carajo.

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Mientras esto ocurre, la empresa 4D3 Animation Studio ha lanzado al mercado un videojuego titulado Dárcenas: El Tesorero Corrupto, obviamente inspirado en el extesorero del PP Luis Bárcenas. El jugador podrá jugar –valga la redundancia- a ser el propio Bárcenas, podrás repartir dinero entre los militantes de su partido y enviar fondos a sus cuentas privadas en Suiza antes de que Hacienda los pille.

El jugador debe repartir al menos la mitad de la cantidad donada y para ello debe lanzar a sus aliados distintos sobres sin que salgan de la mesa. El juego, como también es lógico, termina cuando un jugador descontento filtra sus libros de cuentas a la prensa.

El videojuego, a fin de cuentas, se parece tanto a la vida, que cualquiera podría pensar que alguien se lo inventó. En ocasiones, el hecho más verosímil se nos muestra como el caso más insólito. Nadie lo ha escrito, pero yo lo añado.

Para participar en este juego, que no es de azar, sino de encubrimiento, no se necesita manual de instrucciones, sino solo disponer de una cara dura que nadie te la rompa; tampoco se precisa de principios morales, pues se trata, no de joder a los demás, sino de enriquecerte tú mismo; y finalmente, es prescindible que el jugador esté al día de la actualidad política, pues la corrupción es hierba que crece tan a menudo que ninguna legislatura se salva de la quema.

En fin, en tiempos de crisis, está bien aprender a engañar a los demás con juegos de este tipo, pues la realidad nos da oportunidades, pero no nos enseña a aprovecharlas a fondo. Ahora siéntese y haga juego. Un golfo más no importa. Le aseguro que no estará solo en la partida, ni en el partido. Suerte.

Solo tenga cuidado con Hacienda. Porque Hacienda somos todos. Y todos –o casi todos- ya estamos un poco hasta los cojones. Dicho sin metáforas, que las figuras del lenguaje enturbian a veces el mensaje.

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