domingo, 29 de septiembre de 2013

Victoria Camps: “La filosofía es lo contrario de la autoayuda”

Catedrática emérita de Filosofía moral y política en la Universidad Autónoma de Barcelona, Victoria Camps publica Breve historia de la ética. Con El gobierno de las emociones obtuvo el Premio Nacional de Ensayo 2012. Es autora además de Virtudes públicas, El siglo de las mujeres o La voluntad de vivir.

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Ha sido senadora independiente por el Partido Socialista, consejera del Consejo Audiovisual de Cataluña y ha presidido el Comité de Bioética de España. Actualmente es presidenta de la Fundación Víctor Grifols i Lucas.

—Dice usted que las grandes preguntas filosóficas no tienen respuesta. ¿Por eso el ser humano anda perdido?

—En parte, sí. Pero también anda perdido porque no sabe preguntar bien. Es muy importante preguntar bien y plantear bien las preguntas.

—La moral se ha entendido como la represión de los sentimientos. ¿Qué culpa lleva en ello la Iglesia?

—Bastante, porque los sentimientos se han visto como pasiones, algo que el individuo padece y que debe ser extirpado. Pero también la Iglesia ha fomentado algunos sentimientos, como el de vergüenza. Hay sentimientos buenos y malos.

—¿También los corruptos se rigen por sus principios éticos?

—Yo diría que no. Me parece que esto es un engaño. Los corruptos se rigen por su beneficio privado cuando deberían buscar el beneficio público.

—¿Por qué los ricos son felices con tanta miseria a su alrededor?

—Pues esta es una pregunta ancestral de la filosofía. ¿Por qué el tirano es más feliz que el hombre justo? Hay que preguntarse qué significa ser feliz y cómo se busca la felicidad.

—Me da la impresión de que los bancos se rigen por este principio: “Haz a los demás lo que no quieras que te hagan a ti”.

(Ríe). Justo lo contrario de lo que dice la ética. En parte, es cierto. Los bancos o algunos banqueros.

—Dígame qué virtud rechaza y con qué pecado se queda.

—¡Uf! Yo rechazaría la virtud de la humildad. Después de pasar por Nietzsche, creo que la humildad es difícil recuperarla. El significado no me gusta. ¿Con qué pecado me quedaría? Con muchos moderadamente.

—¿Tiene algún valor la ética en tiempos de miseria moral y corrupción política?

—Teórico, todo. Y práctico, parece que poco. Pero quizás es lo único que nos puede salvar finalmente. Por lo tanto, valor siempre sigue teniendo.

—En Alemania una ministra dimite porque plagió su tesis doctoral. ¿Entiende ahora por qué nuestros políticos no son doctores en nada?

(Ríe). El pasado católico, en nuestro caso, pesa mucho y el no haber pasado por la reforma protestante, y el haber tenido, en cambio, una contrarreforma. Eso nos lleva a no dimitir por nada.

—Usted entiende que la ética es cuestión de sentido común. Ahora comprendo por qué la gente no sabe de qué va el tema.

—De todas formas, Descartes decía que el sentido común era el mejor repartido. Habría que entender la ética de esta forma, como sentido común.

—La indignación es un sustantivo que define o debería definir este momento histórico. ¿Pero usted ve a la gente indignada?

—Yo veo a la gente muy indignada. Sí. Pero pienso que hay que ir más allá de la indignación. La indignación es un revulsivo, pero la indignación tiene llevar a algo, a alguna acción. Algo de eso se ha visto en el movimiento contra las hipotecas.

Breve historia de la ética. ¿Su libro puede servir al ciudadano como manual de vida o libro de autoayuda en tiempos de desconcierto social?

—A mí no me gustaría que se viera como un libro de autoayuda y, además, creo que a ningún lector que le guste la autoayuda le guste mi libro. Yo creo que la filosofía es lo contrario de la autoayuda.

—En filosofía decimos que la ética es la reflexión sobre la moral. Explíquese que me entere.

—Cuando hacemos esa distinción, las moral son morales concretas: la católica, islámica. La filosofía no se refiere, en concreto, a ninguna de estas morales, sino que reflexiona en general. Por qué distinguimos el bien del mal. Cómo fundamentamos esa distinción. Hace preguntas más profundas que van al fondo de las cosas y no es doctrinaria. La moral es más doctrinaria.

—En filosofía del lenguaje se analiza el lenguaje moral. ¿No estudiarán ustedes a Cela?

(Ríe). No querría acusar a nadie. Lo cierto es que cuando la filosofía estudia el lenguaje moral, ha hecho una filosofía excesivamente aséptica y no ha entrado en el fondo de la cuestión.

Publicado en el diario Córdoba el 12 de agosto de 2013

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