jueves, 21 de noviembre de 2013

La lluvia

Cuando despertó, llovía. Era un día gris y espeso. De esos que empujan a no salir de casa. Desechó la posibilidad del viaje proyectado. No le gustaba conducir con el asfalto mojado, la niebla y el viento de tormenta que la noche anterior anunciaban los telediarios. No obstante, dedicó parte de la jornada a preparar el equipaje. Quizás escampe pronto, pensó. Pero no fue así. Esperaría al día siguiente. Pero también amaneció con lluvia. Durante treinta días, parecía que toda el agua estuviese concentrada en el cielo. Esa misma noche se acostó con la intención de aplazar el viaje. Deshizo el equipaje de la maleta y se metió en la cama sin ganas. Pero durmió como un lirón. Cuando amaneció era un día radiante y limpio. A través de la ventana percibió la luz del sol, que le devolvió parte de la vida. Volvió a abrir la maleta para meter el equipaje, pero desechó la idea. La mañana invita a pasear, pensó, cuando bajaba por la escalera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario