sábado, 2 de noviembre de 2013

La sensación de sentirse acompañada

Cuando despertó, ella lo miraba sin parpadear, con una ternura casi estudiada y una serenidad de criatura feliz que a él le gustó. Le preguntó que qué hacía. Y ella le respondió sencillamente que le gustaba mirarlo mientras dormía, que le gustaba estar así, que adoraba esa quietud de hombre indefenso o herido. Él no entendió bien sus argumentaciones, así que volvió de nuevo a sus sueños interrumpidos. Ella lo seguía mirando con una paciencia incomprensible. Casi me gustas más, le dijo, así que cuando estás despierto. Él no escuchó o, si lo hizo, no dijo nada. Ella se incorporó en la cama, abrió un libro y, antes de comenzar a leer, descubrió a través de la ventana un día claro. Se sentía acompañada y segura, y eso le bastaba.

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