sábado, 9 de noviembre de 2013

Noches de viernes

Cuando despertó, se extrañó de no encontrarse en su cama y reconoció, algo contrariada, que, en efecto, aquella no era su habitación. A sus espaldas un hombre, que tampoco conocía, roncaba pausadamente. Dónde coño estaré, se dijo. Miró por la ventana y observó el río de agua quieta y embarrada y los pequeños yates atracados en el muelle. Se metió en la cama para calmar una resaca que no la dejaba en paz. Cuando cerró los ojos, pensó: Jodidas noches de los viernes.

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