domingo, 14 de febrero de 2016

Los sueños deshabitados (y XXXIII)

El hombre mira la quietud reinante en el dormitorio. La mujer le pregunta hasta cuándo se quedará con ella. El hombre observa ensimismado una tarde que es distinta a todas. Siente el cuerpo de esta mujer cada vez más próximo, como si fuera parte de él mismo. No dice nada. No sabría qué responder. Tampoco sabe si debe responder cualquier cosa. Hay preguntas que no tienen respuesta, porque no las hay, o no...
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Los sueños deshabitados (XXXII)

Este hombre ya no sueña. Para qué, se dice. Le gusta la realidad tal como es, tal como la pinta y se pinta. Ahora mira a la ventana, se acerca a la ventana. Desde allí el cielo se abre en un atardecer que se muere. Siente un cansancio alegre que le puede y que se queda. Hay una luz gris y roja afuera, y un viento tierno que mece los eucaliptos y los cañaverales del río. Los pájaros buscan acomodo entre las...
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Los sueños deshabitados (XXXI)

Hay sueños que nadie ha logrado escrutar. Son nubes que cruzan el firmamento de uno a otro lugar, pequeñas manchas que apenas dañan un cielo permanentemente azul. Son sueños deshabitados. Alguien, alguna vez, cruzó sus estancias vacías y las amuebló para ese instante, pero el óxido, que todo lo muerde, rompió el brillo de una eternidad extenuada por el miedo o la inconstancia. Hay sueños deshabitados, espacios...
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Los sueños deshabitados (XXX)

Este hombre se pone en pie y da unos pasos al frente. Tiene a la mujer solo a unos centímetros de distancia. La mira sin pestañear. La mujer mantiene la mirada. No quiere mirar a otro lado. El cielo se oscurece y descarga una lluvia abundante. Afuera el olor a tierra mojada impregna el ambiente y deja un aire limpio y una luz transparente que rompe el cielo negro en trozos también rojos y azules. El hombre...
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sábado, 13 de febrero de 2016

Los sueños deshabitados (XXIX)

Cuando ella sube al apartamento, encuentra al hombre catalogando algunos libros, buscando en el desorden propio del momento un determinado orden que le permita abrir tiempo al sosiego. La mujer lo ve yendo y viniendo de aquí para allá, consciente de que entre estas cuatro paredes pretende construir su futuro. A ella le hubiera gustado que se quedara a vivir en su casa, pero entiende también que este hombre...
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viernes, 12 de febrero de 2016

Los sueños deshabitados (XXVIII)

A la mujer le gusta el apartamento que este hombre ha alquilado, con derecho a compra, frente al río. Es un espacio blanco por el que se pone el sol al atardecer en toda su plenitud y decadencia. La mujer observa a este hombre mientras mide las paredes vacías que pronto cubrirá de estanterías. En el suelo los libros comienzan a apilarse en columnas desiguales que luchan por mantener un equilibrio quebradizo....
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Los sueños deshabitados (XXVII)

El hombre ha decidido quedarse en la ciudad. Siempre amó ir de allá para acá, con poco equipaje, olvidando las huellas que el barro borra y que la memoria archiva desordenadas y dulcificadas, esperando el momento idóneo para un escrutinio y archivo definitivos. Pero a veces no hay un momento después para la reflexión, porque el camino se bifurca o se confunde o abre trecho a otros senderos nunca soñados. Y...
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martes, 9 de febrero de 2016

Los sueños deshabitados (XXVI)

De vez en cuando, este hombre piensa que vale la pena detenerse, parar un rato, cerrar los ojos, pensar estoy aquí, pensar la vida pasa, los trenes pasan, aunque en realidad somos nosotros también quienes verdaderamente pasamos. El tiempo, él lo sabe, no existe, apenas existe nada, por momentos piensa también si nosotros existimos; lo piensa, eso sí, con los ojos abiertos, mientras cruza la ciudad de punta...
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lunes, 8 de febrero de 2016

Sin engaño

Hay una esquina olvidada en alguna calle de cualquier ciudad, una mujer que cruza las calles de otros días y más a lo lejos –en el tiempo, claro- la posibilidad remota de poder cambiar los días vividos y, sobre todo, los momentos que dejamos pasar como si la vida se pudiera repetir a nuestro antojo. A este lado, donde el tráfico se confunde con un amanecer inhóspito, la lluvia hilvana instantes imposibles. ...
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domingo, 7 de febrero de 2016

Los sueños deshabitados (XXV)

Cada mañana, cuando amanece, le gusta andar solo la ciudad. Antes de que la mañana se ilumine como un fósforo, sube al metro que, a esa hora, encuentra ligero de pasajeros. Y cruzando el puente, observa el río de un color metálico, como la piel plateada de un depredador de los océanos. Le recuerda el mar de Japón, de un gris grafito, o el mar de Isla de Pascua, tan distinto al verde esmeralda de Cuba o del...
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Los sueños deshabitados (XXIV)

La mañana amaneció limpia, pero el cielo se fue encerrando en sí mismo de poco a poco hasta que la lluvia, de granos menudos y agradables, inundó las calles de un agua providencial. La lluvia trajo también una temperatura suave al ambiente, una bajada del mercurio que vaticinaba también una primavera encendida que se había anticipado después de un invierno seco y árido. Ella miró la ciudad desde la ventana...
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Los sueños deshabitados (XXIII)

Viajaron sin rumbo y sin horarios, sin prisas y sin proyectos. Prescindieron de guías turísticas y de recetas, de lugares comunes e inevitables visitas. Se conducían por ese instinto que siempre rechazamos y que solo en contadas ocasiones escuchamos, sobre todo cuando los acontecimientos se precipitan inevitablemente en dirección contraria a nuestras intenciones primeras. Por esta razón tal vez, hicieron oídos...
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